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90 minutos de protestas, Paquita la del barrio y mucha indignación frente al Parlamento valenciano

Alrededor de 300 valencianos han protestado frente a la sede de la Cámara con cánticos y protestas, pero muy lejos de una gran manifestación, como se esperaba

La protesta frente a la sede de las Cortes Valencianas, este viernes. Foto: Massimiliano Minocri | Vídeo: REUTERS
Manuel Viejo

Seis policías nacionales comienzan a acordonar la zona como peones de avanzadilla en un tablero de ajedrez:

–Señora, por aquí, por aquí.

Y ahí está Laura Giménez, vecina de Paiporta, la zona cero de una gigantesca riada de casi dos metros que arrasó a su paso los comercios y bajos de este pueblo valenciano de 25.000 vecinos. “¡Vivimos en el fango!”, vocifera Giménez, de 53 años, en mitad de la empedrada y soleada plaza de San Lorenzo de Valencia, frente a la sede del Parlamento autonómico y a pocos minutos de que ahí dentro hablara Carlos Mazón, el presidente, al que nadie ha visto esta mañana, pero todos intuyen que ya camina por dentro. “¡Ha muerto gente porque no nos avisaron!”, insiste sola Giménez. “¡No se cancelaron las clases! ¡La gente estaba de compras! ¡Estábamos haciendo una vida normal! ¡Y ahora no tengo casa! ¡No tengo empleo! ¡Y casi pierdo a mi familia!”.

Fotógrafos. Periodistas. Cámaras de televisión. Todos se agolpan para escuchar la historia de Giménez, pelirroja, enfundada en unos vaqueros claros y gafas de pasta negras, una más entre las decenas de miles de afectadas por la riada que ha enmudecido a la provincia valenciana desde el pasado 29 de octubre. A Giménez se le acercan también otras dos manifestantes, Dolores Aranda, de 64 años, y Asun Alcocer, de 48. “Cualquiera de Valencia sabe que tenemos que mirar el cielo”, explica Alcocer, que trabaja en una óptica y vio la tormenta por la televisión, en casa. “Las pérdidas humanas son todas suyas. Este hombre es un criminal. Puso la actividad económica por encima de la vida”. 20 minutos después, los manifestantes alcanzan ya el centenar. Y comienzan los cánticos al unísono:

–¡Mazón, dimite, sal de tu escondite!

Es Blanca Guarner, de 23 años, estudiante de Filosofía en la Universidad de Valencia y voluntaria en estos días. Dice que tiene amigos que han perdido el trabajo en la zona. “Los políticos son unos negligentes. Es que, joder, se ha muerto mucha gente”. Guarner es la única que ha traído un megáfono blanco que tenía por casa e incluso se ha sacado un papelito del bolsillo del vaquero con consignas y cánticos escritos a mano, en mayúscula y en valenciano: “Asesinos, asesinos, asesinos”. “Solo el pueblo salva al pueblo”. “Valencia sangra, el PP calla”. “Mazón, dimisión”. “Se va a acabar, la negligencia criminal”.

Las hermanas Almendros, en la protesta frente a la sede de las Cortes Valencianas.
Las hermanas Almendros, en la protesta frente a la sede de las Cortes Valencianas. massimiliano minocri

La concentración, de casi 90 minutos, ha ido perdiendo fuelle conforme hablaba el presidente. De hecho, en los últimos 15 minutos ha circulado un trabajador de Glovo en bicicleta que miraba atónito a los protestantes, un par de runners —siempre hay runners en las manifestaciones— y un guía turístico con un grupo de italianos. Solo resistían las hermanas Almendros, los periodistas, los cámaras y un grupo de 30 o 40 manifestantes. Las hermanas Almendros han sido las únicas que han seguido íntegramente la comparecencia de Mazón en directo con un altavoz negro e inalámbrico conectado al móvil.

“Lo he traído porque si dimite quiero que nos enteremos todos”, explica Laura, de 37 años, que tiene dos amigas que han perdido la casa por la catástrofe. “Tenemos una sensación de desamparo. Estuvimos casi cinco días mirando al cielo, mirando a ver si venía la Virgen y Dios para ayudarnos”. De pronto, una señora pregunta a las hermanas una duda razonable.

—¿Si gritas por ahí (el altavoz) se oye?

—No, ojalá. Esto es por si dimite, que nos enteremos.

La señora desiste. Y ahora opina sobre Mazón, al que observa por la pantalla. “Este señor no ha leído más en su vida”. Las hermanas optan por amenizar la concentración con la canción Rata de dos patas de Paquita la del barrio a capela. “Rata inmunda. Animal rastrero. Escoria de la vida. Adefesio mal hecho”. Y los manifestantes aplauden. Las pancartas de cartón, con la marcha desinflada, se van colocando por el suelo. “Mazón das miedo”. “Feijóo y Mazón, pa´lante”. “Mientras tú comías, la gente se moría”. Y arriba, en la pared de piedra del edificio frente al Parlament, una señal vieja y serigrafiada advierte a los protestantes y a los valencianos desde hace años: “Prohibido jugar a la pelota y fijar carteles”. Este viernes, sin embargo, no ha tenido efecto. Un vecino ha colocado un cartón en negro sobre la ventana: “Mazón, dimisión”.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.
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