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Pablo Semán: “A Milei le conviene ser un icono de la extrema derecha europea”

El sociólogo argentino, coordinador de un libro sobre el ascenso del mandatario ultra, sostiene que la desesperanza de los jóvenes le ha beneficiado

El sociólogo Pablo Semán, en su piso de Buenos Aires en octubre de 2023.
El sociólogo Pablo Semán, en su piso de Buenos Aires en octubre de 2023.Tiago Ramírez Baquero
Carlos E. Cué

Pablo Semán, un respetado sociólogo argentino que lleva desde 2021 estudiando sobre el terreno, en los barrios, el fenómeno de Javier Milei y la derecha libertaria argentina, trata de explicar en el libro El ascenso de Milei (Siglo XXI) por qué una sociedad desesperada, hundida crisis tras crisis y sin ninguna fe en el futuro ha apoyado a un histrión libertario, ajeno a la política, con la confianza de que lo resuelva todo. Milei ya es una estrella internacional y ahora está en España invitado por Vox como el actor principal de la gran reunión ultraderechista europea que ha montado Santiago Abascal este domingo en Madrid. En esta entrevista telefónica, Semán sostiene que la recesión está haciendo estragos y que algunos de los que se ilusionaron con Milei empiezan a desesperarse, aunque cree que el rechazo que genera la oposición es tan grande que al presidente aún le queda crédito para un tiempo.

Pregunta. ¿Cómo ha podido llegar Milei, con sus gritos y sus disfraces de superhéroe, a presidir un país con tanta cultura política como Argentina?

Respuesta. Argentina viene de un ciclo de frustraciones económicas muy extendido. Los últimos tres presidentes duplicaron la inflación del anterior. Fracasaron la economía, el Estado y la política. Y Milei llega justo para criticar esas tres cosas. Los disfraces, los gritos, el peinado, son un argumento político. Eso es lo que no entienden los políticos tradicionales. Su apariencia es una crítica a lo anterior.

P. ¿Por qué le votan tanto los jóvenes de sectores de clase media y baja?

R. Porque están cansados, hartos. Cuando vas sobre el terreno y les preguntas por el futuro se les ponen los ojos llenos de lágrimas. Te dicen: “No podemos pensar el futuro”. Lo dicen desde la angustia. Por eso dicen: “Que venga lo que tenga que venir, pero no aguantamos más”. Se hacen anti-Estado, y así abrazan esta causa de la libertad de Milei. Además, esta vez se han invertido. Han sido los hijos los que han transmitido el voto a los padres. Pero, además, el electorado argentino se estaba yendo a la derecha desde 2009.

P. Ahora lleva varios meses gobernando, y sus primeras políticas están devorando el poder adquisitivo de las clases medias y populares. La gente lo está pasando mal. ¿Por qué mantiene su apoyo?

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R. Tiene que pasar tiempo. Hay desencanto, pero esos mismos votantes que dejan de estar tan encantados con Milei sienten asco por los candidatos que se oponen a Milei. Lo que está pasando es que los números de la recesión empiezan a ser pavorosos, pasamos ya a depauperización abrupta, a la reaparición del problema del desempleo. La esperanza se empieza a vaciar de significado incluso para electores de Milei. Empieza a cundir un cierto ánimo depresivo en Argentina, los vemos en nuestras investigaciones. Pero del otro lado, en la oposición, no entienden aún por qué gano Milei, y no hacen nada por dejar de dar asco a esa parte de la sociedad.

P. ¿Milei podría derivar en un nuevo Fujimori autoritario?

R. En el mileísmo dirigente está la fantasía fujimorista. Sus elites la tienen, sus votantes más programáticos pueden alentar esa salida, y en sus votantes más difusos puede aparecer algo así. Lo que se ve es una solidaridad con Milei porque no le dejan gobernar, le piden que sea más duro. Yo no sé cuánto va a corroer el panorama recesivo. Estoy muy impresionado por la caída del ánimo. Se ve en la calle, en las entrevistas. Ves niveles de tensión interpersonal, ves que la gente está nerviosísima, porque está perdiendo mucho.

P. Los jóvenes auparon a Milei. ¿Pueden ser otros jóvenes, ahora movilizados para defender la universidad pública, los que lo debiliten?

R. Lo de la universidad fue importante, pero esa movilización tenía dirigentes legítimos. El resto de movilizaciones no las tiene. No hay un solo dirigente que sea aceptable. Los referentes de la oposición tienen una imagen muy negativa: los sindicalistas, los líderes partidarios. Me asombra ver cómo están convencidos de que van a volver.

P. ¿Qué busca Milei con este acto con Vox en Madrid, con este papel internacional asociado a la ultraderecha europea?

R. Milei tuvo un ascenso abrupto y acelerado y un triunfo amplísimo, no como la extrema derecha europea, que lleva 40 años intentándolo. Sabe que es un icono del relanzamiento de la ola global de derecha y en particular de la extrema derecha europea. Las extremas derechas europeas lo buscan. Esto le conviene internamente en Argentina porque le da el prestigio de líder internacional exitoso. Las dos cosas que le dieron más likes en su Instagram fueron su reunión con Elon Musk y la respuesta a la protesta universitaria con una taza que dice “lágrimas de zurdos”. Este viaje a España es un win win [beneficio en todo caso] para él y sus anfitriones, que no tenían un líder carismático. Pero Milei en lo económico está a la derecha de la extrema derecha europea. Toda la derecha europea es estatalista. Hay que ver cómo modula sus palabras.

P. ¿Por qué triunfan tanto los discurso de odio? La derecha vibra cuando él habla de “acabar con los zurdos”.

R. En Milei hay muchísima ideología. El ascenso de Milei fue contra la política, la economía y el Estado. Pero desde el ascenso al poder cada vez tiene una identidad más de derecha. Todos los elementos misóginos, racistas, anti diversidad, ahora está mucho más en primer plano. Con eso compensa la falta de resultados inmediatos en la política económica.

P. ¿La pandemia ha desatado el individualismo? ¿Los jóvenes rompieron ahí con el Estado?

R. La pandemia acentuó la crítica al Estado en Argentina. Muchos trabajadores más pobres no tenían permiso para trabajar, esos supervivientes de la pandemia lo hicieron a pesar del Estado. Es gente condenada a creer que solo su propio esfuerzo los puede salvar. No pueden confiar en organizaciones colectivas. Nos que no quieren ni prepagas [seguro de salud privado], quieren tener la plata para el día que se enferme van y se lo pagan, no confían ni siquiera en eso. Se sienten animales en la selva.

P. Le votan justo los más explotados, los que trabajan todo el día. Cuenta casos de algunos jóvenes que se organizan para dormir menos y producir más. Y sueñan con Elon Musk, el hombre más rico del mundo. ¿Nadie valora lo colectivo?

R. Confían en su capacidad de trabajo de forma muy física, son mineros de los datos, son programadores, pero trabajan como los mineros de pico y pala. Desde los repartidores a los programadores. Son anti-Estado porque el Estado dificulta sus actividades. No les interesa la izquierda, pertenecer a ella es muy difícil, es muy exigente. La derecha es mucho más flexible, más heterogénea.

P. ¿Y cómo acaba esto?

R. Vamos a una fragmentación social fuerte y una violencia importante. Vamos a tener niveles de desempleo muy altos, vamos a volver a problemas de los años noventa. La inflación es un problema colectivo, pero el desempleo es un problema individual. Vemos ya casos de derrumbe personal. ¿Va a llevar eso a formar una oposición capaz de remover a Milei? Es una duda. El desprestigio de los líderes políticos tradicionales es increíblemente activo y profundo.

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