Ayuso, la broma infinita
La presidenta madrileña y Miguel Ángel Rodríguez reinventan el género del esperpento para aplicarlo a la política
Seguramente usted no lo sepa, pero si estos días ha sentido preocupación ante la eventualidad de que un médico le atienda de una emergencia a través de una pantalla, desde decenas de kilómetros de distancia, es que usted ha sucumbido al bolchevismo. Si vive en un pueblo de Madrid y está inquieto porque le hayan vaciado el centro de salud, su diagnóstico no ofrece dudas: le han infectado el virus de la ultraizquierda. Han pasado más de tres décadas desde la caída del Muro de Berlín y los tentáculos del marxismo llegan hasta las grandes empresas. Son esas corporaciones las que, según la presidenta de la Comunidad de Madrid, se han inventado una emergencia climática contra “la evidencia científica” para abrir paso al comunismo.
Si usted no ha seguido estos días a Isabel Díaz Ayuso, se ha perdido una ristra de revelaciones sensacionales como estas. Pedro Sánchez, sin ir más lejos, está urdiendo un golpe para acabar con la Monarquía, la religión y la Guardia Civil, instaurar una “República Federal Laica de facto” y meter en la cárcel a la oposición “como Daniel Ortega en Nicaragua”. Cuesta creerlo, sí, pero en los últimos tiempos, en diversas partes del mundo, otros visionarios han sacado a la luz cosas que jamás hubiésemos sospechado. Los seguidores de Trump revelaron al mundo la red de pederastia que manejaban los demócratas bajo la tapadera de una cadena de pizzerías. Y los de Bolsonaro abrieron los ojos a millones de brasileños sobre el plan de la izquierda para repartir en las escuelas chupetes con forma de pene.
Hace tiempo que desaparecieron del madrileño callejón del Gato los espejos deformantes que hizo célebres Valle-Inclán. Pero una mente creativa los ha rescatado a solo unos centenares de metros de distancia, en la Puerta del Sol, donde tiene su sede la presidencia madrileña. Como una nueva corte de los milagros, allí han reinventado el género del esperpento para aplicarlo a la política, con la presidenta como protagonista de escena y el incombustible Miguel Ángel Rodríguez ―condenado en 2011 por llamar “nazis” a los médicos que sedaban a enfermos terminales― reescribiendo cada día el guion.
Hasta ahora, el éxito de crítica y público ha sido clamoroso. La obra cosechó una gran ovación en las urnas y tiene entusiasmado al grueso de la derecha local. Cada día nos obsequia con un nuevo ejemplo de los conmovedores esfuerzos estilísticos de buena parte del periodismo de la capital por perfeccionar sus loas a esta Agustina de Aragón reencarnada. “Principal valedora, si no la única, contra la voracidad irresistible del nacionalsanchismo”, se escribía estos días en uno de los grandes periódicos madrileños.
Durante una conferencia este lunes en el club Siglo XXI, Ayuso repitió y enriqueció algunas de las referidas denuncias. Luego se fue a una reunión al PP, donde el líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo, abjuró de “los histrionismos y las estridencias” en política. A saber en quién estaría pensando.
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