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Casado desoye a Feijóo y redobla las acusaciones infundadas al Gobierno

El líder del PP insiste en lanzar invectivas al Ejecutivo después de que el presidente gallego le exhortara en un acto conjunto a la “serenidad” frente a la crispación

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo (izquierda) y el presidente del PP, Pablo Casado, posan a su llegada a la última Junta Directiva Provincial del PP de A Coruña de 2021, a 17 de diciembre de 2021, en A Coruña, Galicia.Foto: M. DYLAN (EUROPA PRESS)

La figura con más autoridad moral en el PP, el presidente de Galicia Alberto Núñez Feijóo, lanzó este viernes un toque de atención directo a la yugular de Pablo Casado. En la semana en la que el líder del PP había protagonizado uno de sus discursos más polémicos en el Congreso, donde recurrió al lenguaje malsonante y lanzó acusaciones muy graves al PSOE, relacionándolo con abusos sexuales a menores, Feijóo exhortó a Casado a dejar de lado la crispación. “El gran reto que tienes tú hoy”, le dijo el presidente gallego al líder popular, que lo escuchaba en primera fila en un acto de partido en A Coruña, “es llevar la responsabilidad, la serenidad y el sosiego a la política española”. El barón gallego pronunció delante del presidente del PP un alegato contra la política de la división y el enfrentamiento, que sin embargo cayó en saco roto. En cuanto tomó la palabra después del anfitrión, Casado avisó de que no va a callarse porque nadie le pida que se modere y redobló los ataques contra el Gobierno, varios de ellos infundados, con especial fijación en la vicepresidenta primera, Nadia Calviño.

El discurso de Feijóo no dejaba lugar a la duda, a pesar de que sus mensajes siempre están muy medidos y en el PP nadie sabe muy bien cómo interpretarle. En la semana en la que el líder del PP había sido protagonista por su agresividad en la sesión de control al Gobierno, el presidente gallego llamó a volver al camino del sosiego y la calma. “Muchos ciudadanos se preguntan con frecuencia por qué tenemos que vivir en esta tirantez política permanente”, reflexionó Feijóo. “Y la solución, con toda humildad, es hacer una política serena, una política sosegada, como la que hacemos en Galicia”, sostuvo. “Por eso Pablo, yo te invito no solamente a que vengas a Galicia, sino a que mires a Galicia. Porque mejor que la tensión, que la agitación de otros lugares, es la serenidad”. Feijóo no terminó ahí, e insistió en oponerse con claridad a la política de la bronca. “Nada tiene de revolucionario la crispación en la que quieren instalarnos el resto de formaciones políticas españolas. Hoy, lo verdaderamente revolucionario es la serenidad, el sosiego, la reflexión, la tranquilidad y las decisiones meditadas”.

Los mensajes del barón gallego no surtieron efecto en Casado, que subió a la tribuna con un catálogo de nuevas arremetidas contra el Gobierno mientras se justificaba por su tono. “Sin ánimo de crispar, si Sánchez pide dimitir con un 8% [de subida del precio de la luz], ¿por qué no dimite él si sube la luz un 500%? ¿Tenemos que callarnos? ¿No podemos hacer oposición? Pues no, no puede ser que nos intenten amordazar en aras de no sé qué moderación”. El líder del PP se rebela contra la “moderación” que le piden incluso en su propio partido, en un nuevo vaivén estratégico. La semana pasada, en su gira por el cono sur latinoamericano, Casado representó el rol de dirigente moderado, con críticas a los populismos, la defensa de una gran coalición con el PSOE (aunque luego se enmendó a sí mismo) y declaraciones sobre “volver a la centralidad”. “Hay que ensanchar el centro político”, defendió en una entrevista en El Mercurio de Chile. Una semana después, Casado vuelve a ponerse el traje más agresivo y bronco.

El líder del PP redobló este viernes los ataques contra el Gobierno, con acusaciones sostenidas sobre medias verdades y exageraciones, cuando no infundadas. La principal destinataria de sus ataques fue la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, de la que dudó incluso de que haya nacido en La Coruña. La llamó “defraudadora fiscal”, porque asegura que compró su casa, una “mansión de 300 metros cuadrados”, utilizando “una sociedad instrumental con dos testaferros, defraudando decenas de miles de euros”. Resucitaba así una información antigua, publicada en 2018, sobre que la ministra de Economía compró una vivienda en Madrid a través de una sociedad creada con su marido en el año 2000, de la que se desvinculó cuatro años después. No consta que Calviño fuera investigada por Hacienda por esa operación. Asesores fiscales consultados por EL PAÍS explican que, siempre que se declare todo, la utilización de una sociedad para comprar una vivienda habitual no conlleva ahorros significativos en la factura fiscal. En respuesta a las acusaciones de Casado, fuentes de Moncloa citadas por Efe aseguraron que la “solvencia económica de la vicepresidenta está más que demostrada”, por lo que cualquier acusación en este sentido “pincha en hueso, aquí y en el extranjero”.

Casado insistió también en lanzar una acusación muy grave a dos gobiernos socialistas, a los que señala por supuestamente obstaculizar la investigación de casos de abusos sexuales a menores. “El caso de Baleares de prostitución de menores fue a niñas de 13 años. Y el Gobierno socialista de Baleares está entorpeciendo la investigación”, arremetió. Sin embargo, los hechos a los que se refirió, los abusos sexuales a 16 jóvenes que estaban bajo tutela del Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales, no han tenido recorrido judicial porque fueron archivados por la Fiscalía al no obtener indicios de la existencia de una trama organizada, tras un año de pesquisas. La policía también descartó que existiera una organización criminal orientada a abusar de menores tutelados, porque los casos eran independientes entre sí. La acusación del líder del PP al Gobierno balear de “obstaculizar” la investigación se fundamenta en que ha rechazado crear una comisión de investigación política en el Parlamento balear sobre lo sucedido, no porque el caso no haya podido ser esclarecido por las autoridades.

Casado cargó además contra el Gobierno valenciano de izquierdas pidiendo la dimisión de la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, por los abusos cometidos a una menor tutelada por la Generalitat por parte del exmarido de Oltra, que era educador en uno de los centros de los que la dirigente de Compromís también era responsable. El líder del PP sostuvo que Oltra “está entorpeciendo la investigación de los abusos que cometió su exmarido”. El hecho es que el exmarido de la vicepresidenta primera del Gobierno valenciano, Luis Eduardo Ramírez, ya ha sido investigado e incluso condenado por los tribunales a cinco años de prisión por un delito continuado de abuso sexual con prevalimiento a una niña que entonces tenía 14 años.

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La sentencia que condenó al exmarido de Oltra, con quien ya no tenía relación en el momento de los hechos, sí criticaba la actuación de la consejería por la demora e inacción en la denuncia de lo sucedido, pero otro tribunal exculpó a Oltra por ello. Lo hizo tras una querella de la exdirigente de Vox Cristina Seguí contra la vicepresidenta por los delitos de encubrimiento y obstrucción a la justicia, prevaricación administrativa y malversación de fondos públicos. El Tribunal Superior de Justicia desestimó la demanda porque no aportaba “ningún indicio objetivo” de que la vicepresidenta “pudiera haber dado orden a cualquiera (…) para que llevasen a cabo actuaciones tendentes a proteger al señor Ramírez, ya condenado por abusos”.

En su discurso en Galicia, Casado persistió en el tono bronco, y lanzó otras declaraciones polémicas. Sostuvo que “hay profesores [en Cataluña] con instrucciones para no dejar ir al baño a niños si hablan castellano” y que a otros se les castiga introduciendo piedras en sus mochilas. El PP justifica la intervención airada del líder por el “hartazgo generalizado” en la ciudadanía, y niega que se trate de un nuevo bandazo. Casado está muy enfadado con Calviño después de un cruce privado en el que ella le afeó su tono duro en el Congreso, y en la dirección popular avisan de que no va a bajar el pistón. “No va a callarse”, anticipan fuentes populares, por mucho que los barones moderados como Feijóo le pidan que abandone el camino de la crispación.

Con información de Lucía Bohórquez y María Fabra.

Egea y Rodríguez, abrazo y pullas en un encuentro casual

La subida de decibelios del líder del PP contra el Gobierno se produce en el contexto de una guerra abierta en el principal partido de la oposición entre sus dos principales dirigentes. El conflicto entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso no tiene visos de solución a corto plazo, por mucho que el jueves se produjera un encuentro casual de dos de los principales protagonistas del choque. El secretario general del PP, Teodoro García Egea, y el jefe de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel Rodríguez, enfrentados desde hace meses, compartieron parte de una sobremesa en una comida con periodistas en un restaurante en Madrid, según desveló este viernes el anfitrión, el periodista Raúl del Pozo. Fuentes próximas a los dos dirigentes reducen el encuentro a una “anécdota” sin trascendencia y admiten que no ha habido ningún avance en el conflicto interno, del que no hablaron. Tampoco se han emplazado a verse de nuevo.

García Egea y Rodríguez se vieron en el reservado del café Varela de Madrid en el que Del Pozo celebraba su próximo cumpleaños. El número dos del PP estaba en la comida y el jefe de gabinete de Ayuso llegó a los postres. Se saludaron con un abrazo, según fuentes presentes, y se intercambiaron algunas bromas y pullas “de buen rollo”, entre risas de los asistentes, aseguran fuentes de la Puerta del Sol.

Pero entre los chascarrillos se deslizaron también los reproches. El jefe de gabinete de Ayuso trató de quitar hierro al enfrentamiento interno diciéndole al secretario general del PP: “Esto lo arreglamos nosotros en tres minutos y 25 segundos”. Sin embargo, en otro momento, según fuentes presentes, Rodríguez afirmó: “Tenemos que trabajar todos para que Pablo Casado se convierta en presidente”. Y García Egea le respondió cargado de intención: “A ver si se nota”, si bien otras fuentes no confirman haber escuchado esas palabras. En Génova creen que el asesor de Ayuso no trabaja para ayudar a que Casado llegue a La Moncloa, y le atribuyen un intento deliberado de entorpecer el camino del líder popular hacia el poder.

En su encuentro “frugal”, García Egea y Rodríguez no charlaron solos en ningún momento, por lo que fuentes de ambas partes reconocen que su coincidencia en la sobremesa no sirvió para acercar posiciones sobre un conflicto que cumple ya casi cuatro meses abierto. De hecho, Génova ha asumido esta semana que la batalla con Ayuso va para largo.

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