Seguir el rastro de los tiburones ballena para salvarlos de la extinción
El conservacionista Brad Norman ideó un sistema de reconocimiento de las manchas de esta especie protegida adaptando un algoritmo creado para estudiar las constelaciones en el cielo nocturno. Su proyecto fue uno de los laureados de los Premios Rolex a la Iniciativa 2006.
El tiburón ballena es el pez más grande del planeta, capaz de alcanzar más de 12 metros de largo, y una especie misteriosa de la que todavía hasta hace muy poco no se tenía mucha información. Hasta mediados de los años 80 solo se tenía constancia de unos 350 avistamientos confirmados de este enigmático animal, distinguible por su color entre gris y pardo y sus manchas blancas. En las últimas décadas, sin embargo, se ha podido recabar más información sobre esta especie, que en la actualidad está incluido dentro de las especies en peligro de extinción.
El conservacionista marino Brad Norman ha vivido varios avistamientos de tiburón ballena en distintas partes del mundo, siendo testigo de cómo este impresionante animal se hace visible a través del agua para abrir su boca de un metro de ancho, capturando plancton y pequeños peces a su paso. “La primera vez que salté al agua y nadé con un tiburón ballena me dejó sin aliento ver, experimentar y estar al lado del pez más grande del mar”, recuerda. “Desde un principio, creí que podría marcar la diferencia para preservar esta especie”.
El australiano Norman se fijo en esas manchas características de esta especie, siempre distintas en cada ejemplar, y tuvo una idea para poder seguirles el rastro y, de esa manera, conseguir mantener un recuento de la población de estos gigantescos peces. “Los tiburones ballena son misteriosos. Son nobles gigantes pero también una especie de la que sabemos muy poco”, explica. “Quiero descubrir más acerca de nuestros océanos y las especies que hay en ellos para que podamos preservarlas para las próximas generaciones”. El primer paso era el más sencillo: con una cámara submarina se podían capturar imágenes de cada uno de los ejemplares avistados y archivarlas. Solo necesitaba una manera de distinguir a cada uno de ellos.
La solución a esta parte de la ecuación llegó con un algoritmo desarrollado por la NASA para estudiar las constelaciones en el cielo nocturno. Al igual que estas, los tiburones ballena muestran en su lomo un paisaje estrellado que permite reconocer a cada ejemplar. Las imágenes que proporcionan submarinistas de todo el mundo son registradas en la web whaleshark.org, donde son analizadas por el algoritmo y permiten realizar un recuento de la población de esta especie. En la actualidad se cuentan más de 75.000 registros de al menos 12.000 ejemplares, fotografiados en las aguas de más de 50 países.
“Hoy en día, casi cualquier persona que tenga una cámara submarina puede contribuir a la conservación de los tiburones ballena”, asegura Norman, que ha podido crear una red internacional en la que las aportaciones desinteresadas de amantes de la fauna marina ayudan a mantener un recuento del tiburón ballena y conocer sus itinerarios. Gracias a este proyecto, Norman fue uno de los laureados de los Premios Rolex a la Iniciativa 2006, lo que le proporcionó el impulso necesario para dar un paso más en su cometido. De la misma forma, también pudo colaborar con otro de los laureados de aquel año, el profesor Rory Wilson.
Juntos, Wilson y Norman fueron capaces de equipar a un ejemplar de tiburón ballena con un sensor electrónico creado por el primero, y que permitió observar el comportamiento de esta especie fuera de la mirada humana. Desde entonces, Norman ha equipado a distintos ejemplares de tiburón ballena con etiquetas satelitales, cámaras y sensores para estudiar sus hábitos y recopilar datos sobre su población.
De manera paralela, Norman ha liderado una campaña mundial para la preservación del tiburón ballena, preparando informas fundamentales para su inclusión del pez en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), primero como especie vulnerable y después como especie en peligro. También ha contribuido a impulsar iniciativas para prohibir el comercio de los productos del tiburón ballena y ha aconsejado a los gobiernos de varios países sobre reglamentos para proteger a esta especie.
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