Del tractor a internet: Daniel Trenado, el agricultor que combate los tópicos sobre el campo
En un sector que padece una preocupante falta de relevo generacional, este joven extremeño ha retomado el oficio de sus abuelos. Y se ha propuesto, de paso, dar a conocer y explicar por todos los medios a su alcance un mundo más rico y complejo de lo que muchos imaginan
Muy claro lo debía tener (o muy intrépido tenía que ser) cuando este joven extremeño, bien entrado el siglo XXI, mientras todos corrían en dirección contraria y a pesar de los enardecidos consejos de su padre, decidió convertirse en agricultor. Por supuesto, el biólogo Daniel Trenado conocía la historia de los campos familiares en su pueblo (Azuaga, Badajoz), de las edificaciones centenarias y de la encina aún más antigua que su abuelo logró salvar durante una brutal sequía en los noventa; la estuvo regando a diario durante meses. Pero él apenas los había pisado más que de forma puntual hasta ...
Muy claro lo debía tener (o muy intrépido tenía que ser) cuando este joven extremeño, bien entrado el siglo XXI, mientras todos corrían en dirección contraria y a pesar de los enardecidos consejos de su padre, decidió convertirse en agricultor. Por supuesto, el biólogo Daniel Trenado conocía la historia de los campos familiares en su pueblo (Azuaga, Badajoz), de las edificaciones centenarias y de la encina aún más antigua que su abuelo logró salvar durante una brutal sequía en los noventa; la estuvo regando a diario durante meses. Pero él apenas los había pisado más que de forma puntual hasta el día de 2017 en que se plantó allí para dedicarse a una profesión de la que conocía muy poco. Lo que ocurre es que, como aprende rápido —preguntando, escuchando y estudiando—, no solo ha conseguido ganarse razonablemente bien la vida con ello, sino que por el camino se ha convertido en divulgador, una especie de influencer agrícola que explica en redes sociales los entresijos de un sector que sobrevive a duras penas. Tiene 21.800 seguidores en X (antes Twitter) —que no está nada mal dado el discutible encanto viral del tema— y lo mismo entra en directo en el programa de la tarde de una tele lineal para hablar del desabastecimiento del aceite de oliva que en un canal de Twitch para discutir sobre las razones del campo para salir a protestar.
“Suelo escribir cuando algo me cabrea”, explica este agricultor de 33 años en el Cortijo el Mayoral, entre árboles de pistachos y olivos, su principal sustento, que completa con algo de cereal. Así fue, un día cabreado, como empezó a ganar popularidad en enero de 2020, tras unas protestas agrícolas en las que los antidisturbios repartieron palos. En un hilo de X, Trenado explicaba que el sector lleva años ahogado, entre otras cosas, por los vaivenes de los precios, con unos márgenes tan estrechos que las más de las veces lo único que hace que las cuentas salgan en positivo es la subvención. Sin contar la competencia internacional de productos que no tienen que cumplir las mismas exigencias de seguridad, por ejemplo, en cuanto al uso de pesticidas.
“No hay relevo generacional. ¿Cómo va a haberlo? Si necesitas una inversión inicial desorbitada para ganar el salario mínimo. Te hace falta como un millón de euros para comprar tierras, unas 100 hectáreas, y de 200.000 a 300.000 en maquinaria, para acabar recogiendo unos 15.000 euros limpios al año”. Dos tercios de los responsables de explotaciones agrícolas en España tienen 55 años o más, según el último Censo Agrario del INE.
Así, la mayoría de los que se atreven a recoger el testigo es porque no parten de cero, sino que mantienen o resucitan campos familiares. Es el caso de Trenado, que además se ha movido, se ha formado y ha innovado. Plantó los olivos que producen el aceite que hoy vende íntegramente a través de la web de Cortijo el Mayoral (además, se encarga de una explotación de olivos centenarios que pertenece a la familia de una amiga) y también los árboles de pistacho que en este pasado mes de enero lucían desnudos tras la poda. Un tratamiento clave y delicadísimo para que los árboles den buenas cantidades de este rentable fruto seco. Tras años de estudio, ensayo y error, se ha convertido en un experto que da cursos sobre este tipo de poda y lidera un equipo especializado que ofrece sus servicios, principalmente, a los compañeros de la cooperativa que hace unos años montaron en la cercana localidad de Fuente de Cantos. Los pistachos que cultivan los socios y luego pasan por su planta de procesado se están vendiendo fuera de España. Los de este año irán al centro y norte de Europa.
Se trata, explica Trenado, de eliminar en lo posible los intermediarios para mejorar las cuentas. Pero estar en manos de intermediarios y grandes productores es solo uno de los problemas del campo. Están los imponderables de toda la vida, que ahora resultan todavía más impredecibles. Por ejemplo, Trenado explicaba a primeros de este año en X cómo la falta de lluvias y los calores a destiempo de los dos últimos años han reducido de tal manera la producción de aceite de oliva que los precios se han disparado. Alguien puede pensar: bien para el agricultor, ¿no? Pues no. “Es una mierda porque vivimos de vender aceite, y a estos precios hay mercados que se pierden, y [también] muchos de los avances que teníamos vendiendo por el mundo. (…) Esta situación es un absoluto desastre para todos”, escribía en la red social.
En ese contexto, él procura ir poco a poco. Con objetivos modestos y graduales —ahora tiene cinco hectáreas de pistacho y 7,5 de olivos que quiere ir aumentando hasta 20—, invirtiendo en tecnologías que realmente se van a notar en la producción y manteniendo aquellas que, sin más, cumplen su función. Un ejemplo: sigue utilizando un tractor heredado de más de 30 años, pero le ha instalado un aparato de control remoto con GPS para que ande solo. Así, mientras utiliza herramientas de código abierto para hacer funcionar ese artilugio y las redes sociales para defender su sustento frente a los tópicos manidos y vender una parte de su producción, Trenado defiende también métodos tradicionales como el uso de cubiertas vegetales, dejando crecer especies autóctonas entre sus árboles de pistachos y sus olivos para proteger el suelo de la erosión. “Falta asesoramiento. En general, este es un oficio que se transmite de padres a hijos, pero hay muy poca orientación independiente y profesional. Y si no hay beneficio, el padre querrá que el hijo estudie y este va a querer estudiar y quitarse de en medio. Es lógico”.