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¿El condado más auténtico de Irlanda?

El suroeste de la isla británica atesora un mosaico de contrastes cautivadores. Desde Cork, su vibrante capital, hasta los rincones más serenos y perdidos de la costa, invita a los viajeros a un recorrido realmente único, con la historia, la cultura y la naturaleza como hilos conductores

Mizen Head, en el distrito de Carbery y Goleen, es el punto más al suroeste de Irlanda. Sus imponentes acantilados sobre el océano Atlántico impresionan incluso a los locales.
Mizen Head, en el distrito de Carbery y Goleen, es el punto más al suroeste de Irlanda. Sus imponentes acantilados sobre el océano Atlántico impresionan incluso a los locales.Valerie O'Sullivan©

Existe un proverbio irlandés más que descriptivo: “Que el camino salga a tu encuentro”. Vaya donde vaya, este país ofrece al viajero alternativas (¿o disyuntivas?) para seguir disfrutando. En el sur, en el condado de Cork, se agolpa un abanico fascinante de tentaciones y sensaciones. Cada rincón revela un carácter único con lugares históricos que narran siglos de leyendas. Los mercados locales ofrecen una gastronomía que captura la esencia de Irlanda, y la cálida acogida del nativo enriquece cada visita: lo raro sería, una vez aquí, no hacer de inmediato una inmersión en la vida cotidiana irlandesa.

Capital del bullicio

En la ciudad de Cork, la capital del condado, se percibe a cada paso una atmósfera efervescente. Aquí, la herencia marítima y una activa escena artística se entrelazan armoniosamente, para ofrecer a los visitantes buen número de experiencias culturales e históricas. Estos son algunos de sus tesoros.

1. El paraíso gastro. Desde 1788, el Mercado inglés constituye un icono del centro de la ciudad, gracias su exquisita cultura culinaria y a su ADN resiliente que ha sobrevivido a incendios, guerras civiles e incluso intentos de demolición en los años 80. Este recinto de raíces protestantes cuenta con unos 55 puestos que ofrecen desde la única morcilla local, drisheen (sería un pecado volver sin probarla), hasta quesos artesanales y productos frescos. Con razón recibe elogios de figuras del universo gastro como el chef Rick Stein.

Las ostras de Baltimore, a 75 kilómetros de Cork, están muy cotizadas. Pero también es posible degustarlas en el centro de la capital del condado.
Las ostras de Baltimore, a 75 kilómetros de Cork, están muy cotizadas. Pero también es posible degustarlas en el centro de la capital del condado.Joshua McMichael (©Tourism Ireland)

2. Leyendas de libertad. La deslumbrante arquitectura gótica de la cárcel de Cork evoca más a un castillo que a una prisión. Ha sido escenario de legendarios episodios, como la audaz fuga de 42 prisioneros en 1923, digna de película: usaron sábanas atadas para salvar los muros en plena noche. Originalmente destinada principalmente a mujeres, durante la Guerra de la Independencia irlandesa albergó a muchas prisioneras republicanas. Hoy se puede realizar un recorrido por sus sombrías celdas y pasillos, para sumergirse en los turbulentos tiempos históricos de Irlanda y en el papel que representó el recinto en la lucha por la libertad.

3. Oasis de cultura. La Galería Municipal de Arte Crawford, ubicada en el excepcional edificio de la Aduana de Cork, es un imán para los amantes del arte y la historia. Su colección atesora moldes grecorromanos, pero también obras de destacados artistas irlandeses y retratos dedicados a figuras literarias como Samuel Beckett y W.B. Yeats. Está en pleno corazón de la ciudad.

Tanto en las calles de Cork como en las de Kinsale (en la foto), hay coloristas tiendas con la artesanía y la cerámica como protagonistas.
Tanto en las calles de Cork como en las de Kinsale (en la foto), hay coloristas tiendas con la artesanía y la cerámica como protagonistas.

4. Tradición cervecera. Mitad cervecería, mitad pub, Franciscan Well Brewery fusiona la rica historia de la ciudad con la innovación de una de las bebidas del país. Fundado en 1998 en un monasterio franciscano de 1912, este pintoresco local honra su legado con una variedad de cervezas artesanales de alta calidad. Desde su origen como planta de embotellado de Guinness ─en la década de 1940─ hasta su reputación actual como destino cervecero de renombre, el Franciscan Well ofrece a los visitantes una experiencia única: disfrutar de una amplia selección de cervezas mientras se empapan del animado ambiente y las melodías locales en su terraza.

A tiro de piedra de Cork

A solo media hora en coche desde Cork, al sur se puede explorar la ciudad de Cobh, que ofrece una fascinante historia marítima. Desde allí zarpó el Titanic en su fatídico viaje de 1912, Anne Bonny inició su vida como pirata del Caribe y Annie Moore, a los 17 años, comenzó su camino hacia Ellis (Nueva York), para convertirse en la primera inmigrante registrada en la isla de la Estatua de la Libertad. Al adentrarse en la costa oeste, el ambiente se transforma en paisajes rurales, playas tranquilas y pueblos con encanto de esos en los que apetece quedarse más de unos días.

1. La joya del sur

Kinsale, no por casualidad conocida como la joya del sur de Irlanda, ofrece vistas panorámicas desde el histórico Fuerte Charles, pero también seduce a los paladares más exigentes en el Kinsale Gourmet Festival, con los mariscos como protagonistas. Además, las galerías de arte y las tiendas de artesanías locales reflejan el espíritu creativo de la ciudad. Los aventureros pueden explorar senderos costeros a pie o embarcarse en aventuras de vela. La vibrante vida nocturna, con música tradicional irlandesa atronando en sus acogedores pubs, es el complemento perfecto para una experiencia única.


El puerto de Kinsale, en la desembocadura del río Bandon, atesora buena parte de la historia del país.
El puerto de Kinsale, en la desembocadura del río Bandon, atesora buena parte de la historia del país.George Karbus Photography All rights reserved by George Ka

En Kinsale comienza la Ruta Costera del Atlántico, también conocida como Wild Atlantic Way (“camino salvaje atlántico”, en español). Es el trayecto escénico señalizado más largo del mundo, con unos 2.500 kilómetros a lo largo de la costa oeste de Irlanda. Desde Malin Head, en el condado de Donegal, hasta esta ciudad, ofrece vistas impresionantes de paisajes naturales: playas aisladas, bahías, antiguos castillos y auténtica cultura gaélica en pintorescos pueblos. La experiencia ofrece una amplia gama de actividades alternativas, además del inherente senderismo: ciclismo, surf y kayak armonizan a la perfección con la artesanía local, el arte, la música y su exquisita gastronomía.

El castillo de Blarney, fundado a principios del siglo XIII, fue destruido en 1446. Los jardines y la torre del homenaje son sus vestigios visitables. En la parte superior de se conserva la piedra de la elocuencia o piedra de Blarney.
El castillo de Blarney, fundado a principios del siglo XIII, fue destruido en 1446. Los jardines y la torre del homenaje son sus vestigios visitables. En la parte superior de se conserva la piedra de la elocuencia o piedra de Blarney. Bernard van Giessen

2. Señorío del XVIII

Bantry es el hogar de la majestuosa casa Bantry, una de las mansiones señoriales más hermosas de finales del siglo XVIII. Hay también vistas espléndidas desde su expansiva bahía, punto de partida ideal para explorar las islas cercanas, y perfecta para la navegación y el kayak. El Festival de Música de Cámara y el Festival Literario de West Cork son buenas excusas para el viaje.

3. El mar salvaje

En el extremo suroeste del país, Mizen Head se alza donde la civilización cede ante la naturaleza salvaje, con acantilados que desafían a las olas del Atlántico. Conocido por su centenaria estación de señales, que advertía a los navegantes de las peligrosas rocas costeras, hoy alberga un museo marítimo que celebra la rica historia náutica de la región.

La casa Bantry, propiedad de la familia White, está abierta al público desde 1946. Hoy ofrece servicio de hotel. La escalera de cien peldaños que parte del jardín italiano está llena de leyendas.
La casa Bantry, propiedad de la familia White, está abierta al público desde 1946. Hoy ofrece servicio de hotel. La escalera de cien peldaños que parte del jardín italiano está llena de leyendas.

En lo alto de un acantilado, el centro de visitantes ofrece una estación meteorológica automática, una maqueta del faro de Fastnet Rock y un simulador de navegación. Además, un collage fotográfico explora en la interacción entre el hombre y el mar en este espectacular enclave.

4. Isla de Garnish

Desde el pintoresco puerto de Glengarriff, en la bahía de Bantry, se accede en barco a la encantadora isla de Garnish. Hace más de 70 años, una colaboración única entre el propietario de la isla, John Annan Bryce, y el arquitecto Harold Peto dio lugar al desarrollo de extensos bosques subtropicales, así como a la creación de caminos serpenteantes en un jardín de estilo italiano adornado con columnas y un elegante templo griego, que realzan aún más su belleza impoluta. Irlanda siempre sorprende. Como dijo Oscar Wilde, una de las instituciones del país, “Busca siempre nuevas sensaciones, no tengas miedo de nada”.

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