20 fotosLonely Planet20 islas mágicas en EuropaDe la toscana Elba, donde se exilió Napoleón, a Lofoten, en el Ártico. Territorios insulares que invitan a perderseLonely Planet09 jul 2020 - 17:47CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceEl Monte Isola se eleva cuatrocientos metros sobre las agua del lago Iseo, en Lombardía, al norte de Italia. En el verano de 2016 fue escenario de la intervención artística 'Floating piers' (muelles flotantes) de Christo y Jeanne-Claude, una alucinante pasarela efímera de color naranja que conectaba Monte Isola y otras islas del lago con los pueblos de las orillas. En esta isla sin coches se celebra cada cinco años la fiesta de la Santa Croce, en la que los habitantes de la localidad de Carzano cubren los caminos y las calles con cientos de miles de coloridas flores de papel.nicobrase (GETTY IMAGES)'Petaluda' (mariposa) es como llaman los griegos a esta isla, la más occidental del archipiélago del Dodecaneso, ya que sobre el mapa, Astipálea tiene la forma de un lepidóptero con las alas abiertas. Este territorio del Egeo griego se mantiene a salvo, por ahora, de las grandes masas de turistas. El puerto principal es Jora, con sus casas blancas que van subiendo por la ladera hasta la cresta del monte. Aquí la plaza del pueblo ofrece terrazas a la sombra y unas vistas magníficas.Freeartist (GETTY images)Isquia, Capri y Prócida forman el trío insular más famoso del archipiélago napolitano. En Prócida, la más pequeña de las tres, se rodó ‘El cartero y Pablo Neruda’ (1994). Más allá del puerto de Corricella, con sus coloridas casas pegadas a la ladera, y la catedral de San Miguel Arcángel, están el mar y unas gentes amables y conversadoras. Quien busque la calma tras el bulllicio de Nápoles ha llegado al lugar perfecto.Westend61 (Getty Images) Schiermonnikoog es un refugio tanto para quien necesita desconectar como para las más de 300 especies de aves limícolas que acuden cada año hasta sus marismas para reproducirse. En algunos tramos de la costa también se pueden ver focas.Frans Lemmens (Getty Images)Hay paisajes tan raros o hermosos que hacen falta leyendas para explicar su origen. Del archipiélago de Kornati, en la costa croata, se cuenta que Dios, tras crear el mundo, tiró al mar algunas piedrecitas blancas que le sobraron creando así este puñado de 150 islas, islotes y rocas de árida piedra caliza. Precisamente es su austera belleza lo que las hace tan atractivas para excursionistas, navegantes y buceadores. Imprescindible llevar agua potable, ya que en ellas no hay fuentes.Matjaz Boncina (getty images)Conectadas entre sí por una única carretera, las Lofoten emergen entre las turbulentas aguas del Mar de Noruega, por encima del Círculo Polar Ártico, con la fuerza de los paisajes legendarios: majestuosas montañas, profundos fiordos, colonias de aves marinas y pueblecitos como Hamnøy, donde huele a bacalao. Las cabañas de pescadores, conocidas como 'rorbu' y pintadas de intenso color rojo, funcionan como alojamientos rurales y pueden servir de base para hacer excursiones en kayak, contemplar auroras boreales en invierno, bucear o salir de pesca. Con apenas cinco horas de luz al día en invierno, estas ocho islas del Ártico gozan de temperaturas sorprendentemente suaves para esas latitudes gracias a la cálida corriente del Golfo.Misha Kaminsky (Getty Images)El escritor francés Victor Hugo (1802-1885) vivió más de 18 años en las islas anglonormandas de Jersey y Guernsey, en el Canal de la Mancha, fascinado por la luz de estos “pequeños trozos de Francia caídos al mar y recogidos por Inglaterra”. Guernsey, más pequeña que Jersey, tiene 63 kilómetros cuadrados y 60.000 habitantes. Rocosa y con grandes arenales, la fortaleza de Cornet Castle, del siglo XIII, defendía la capital de las incursiones marítimas y hoy es un museo. Además del Guernsey Museum, se puede visistar la Hauteville-House; durante los 15 años que vivió en esta mansión, Hugo escribió 'La leyenda de los siglos' (1857) y finalizó 'Los miserables' (1862).Allard Schage (Getty Images)Los casi 350 kilómetros de la costa báltica alemana, entre Lübeck y Usedom, trazan un litoral poco conocido, repleto de bosques, lagos, puertos, arquitectura balnearia, grandes arenales e islas como Hiddensee, que solo se puede explorar a pie, en bicicleta o a caballo. Un refugio para relajarse entre playas de dunas, marismas y brezos.picture alliance (Getty Images)Quien conoce Malta sabe que, cuando en la isla grande hay demasiado jaleo, toca retirarse a Gozo, la pequeña isla vecina, accesible en ferri. También a los buceadores les encanta este lugar, aunque no tanto por la paz que se respira en la superficie como por la diversidad de vida marina que hay bajo el agua.REDA&CO (Getty Images)La Fundación Carmignac reune en esta isla de la Costa Azul cerca de 300 piezas de la colección de un millonario francés. Porquerolles es la isla más grande de las tres que hay en Hyères, y suele llenarse de turistas durante el día, por lo que se recomienda viajar mejor fuera de temporada, e ir acompañado de la familia. La ausencia de tráfico, sumado a su reducido tamaño, permite a padres y niños campar a sus anchas y disfrutar de unas tranquilas vacaciones. Para moverse por el lugar, nada mejor que alquilar una bicicleta o simplemente caminar.Philippe ROYER (Getty IMages) Skellig Michael es una mole empinada de roca de 220 metros de altura que surge del mar frente a las costas del condado de Kerry, en Irlanda. La isla, que sólo se puede visitar de mayo a septiembre, es famosa por su aparición en dos de los últimos episodios de la saga Star Wars -'El despertar de la Fuerza' (2015) y 'Los últimos Jedi (2017)- y por los 'clochans' o celdas de piedra de su solitario monasterio de estilo celta, fundado por monjes gaélicos en el siglo VI y declarado patrimonio mundial por la Unesco. Skellig Michael, al igual que la vecina Little Skellig, también es el hogar de especies de aves como frailecillos, alcatraces y águilas pescadoras.Charles McQuillan (Getty Images)El singular jardín de islotes de Estocolmo no dista más que 80 kilómetros del centro de la ciudad. Los suecos aman este cúmulo formado por miles de islitas, muchas de ellas privadas, donde los habitantes de la capital sueca gustan de retirarse los fines de semana y en los meses de verano. También los turistas sucumbieron hace mucho al encanto de estos islotes. Optar por el kayak es una idea magnífica, aunque naturalmente también lo es dar paseos, pescar con caña o bañarse.Lars Ruecker (Getty Images)A unos 40 kilómetros de la costa de Cornualles hay, en medio del océano Atlántico, un paraíso casi subtropical. En las islas Sorlingas , mimadas por la corriente del Golfo, los veranos son cálidos y los inviernos suaves, lo que da lugar a exuberantes jardines como los de la abadía de Tresco, una de las cinco islas habitadas de las 140 que tiene el archipiélago. La más grande, de 6,3 kilómetros cuadrados, es la de St Mary. Ofrece tiendas, playas, pubs y frescor estival.larigan - Patricia Hamilton (Getty Images)Contar las islas de Estonia puede llevar un tiempo. Y es que son más de dos mil las que hay frente a la costa occidental del país. Apenas 19 están habitadas, pero quien las visite se encontrará con gentes abiertas y amables. Desde Tallin es posible llegar con coche y ferri hasta Hiiumaa, Saaremaa y Muhu, esperando que alguien las descubra, entre pinares y enebros, playas desiertas y lugares cargados de historia.Ullar Hendla / EyeEm (Getty Images)Aunque se trata de un pedazo de tierra diminuto en mitad del Atlántico de apenas once kilómetros de largo por seis de ancho, la isla de Porto Santo no está sola: a escasos 40 kilómetros está su vecina Madeira, que da nombre al archipiélago. Son hermanas desiguales: mientras que Madeira luce un frondoso verdor, Porto Santo es tan árida como fascinante, y mucho menos turística. Un sitio especial es la playa de Campo de Baixo, de nueve kilómetros largo y arenas curativas. Un museo recuerda que aquí vivió algunos años Cristóbal Colón.simonbradfield (Getty Images)El percebe es, además del título de una de las historietas que aparecían en el antiguo 'TBO' ('13, rue del Percebe'), un sabroso crustáceo que vive anclado a las rocas de la costa, allí donde las olas rompen con más violencia. No abunda, y su recolección es difícil y peligrosa (como bien saben los 'percebeiros' gallegos), de ahí su alto precio y la atracción que para los gourmets franceses tiene Belle-Île-en-Mer, una bella isla que hace honor a su nombre: coloridas casitas, antiguos callejones, acogedores cafés de puerto y playas tranquilas, así como picudos acantilados, nubes blanquísimas y vientos salvajes sobre el mar espumoso.Christophe Lemieux (GETTY images)Menos de 50.000 personas y 80.000 ovejas comparten las 18 islas que componen las Feroe, un archipiélago danés del Atlántico Norte, entre Escocia e Islandia, con paisajes tan impactantes como la cascada de Gásadalur, en un acantilado sobre el mar. Un territorio que asombra con su naturaleza rotunda, su pausado ritmo de vida y la cultura nórdica más tradicional, heredera de sus antepasados vikingos y resumida en el término feroés 'hugni', algo así como calidez hogareña.josh hodge (Getty Images)Arran es la mayor de las islas del fiordo de Clyde, en la costa oeste de Escocia. Con una superficie de 431 kilómetros cuadrados y una población de cerca de 4 600 personas, sus paisajes cambian drásticamente de norte a sur a lo largo de sus 32 kilómetros: al norte, abruptos y montañosos; al sur, mucho más suaves. ¿Es Arran el místico Ávalon de la leyenda artúrica, el país de la reina de las hadas? Contemplando sus mágicos círculos de menhires no cuesta nada imaginarlo.skeable (getty images)Tabarca, una islita de la costa de Alicante, frente a Santa Pola, se llama así porque aquí recalaron refugiados genoveses expulsados de la ciudad tunecina de Tabarka en el siglo XVIII. Algunos fueron a Cerdeña, donde todavía conservan su dialecto, mientras que otros se establecieron en este trozo de tierra alicantina, de ahí que entre sus sesenta residentes fijos haya muchos apellidos italianos. Es la isla habitada más pequeña de España, con apenas dos kilómetros de largo por los que en verano se reparte una veintena de chiringuitos que llenan a diario los centenares de turistas que van y vienen en el día en barco.Jose A. Bernat Bacete (Getty Images)Una de las excursiones más interesantes que se pueden hacer desde Livorno, en la costa de Toscana, es a la isla de Elba, a media hora en ferri del puerto de Piombino, donde Napoleón fue desterrado en 1814. El rastro de Napoleón lo encontramos en el Museo Nazionale delle Residenze Napoleoniche, en Villa dei Mulini. Elba es la mayor isla del archipiélago Toscano, al que también pertenecen las islas de Giglio, Capraia, Giannutri, Gorgona y el islote de Montecristo, conocido por aparecer en la novela de Alejandro Dumas, 'El conde de Montecristo'. Lo especial de todas estas islas es su fascinante naturaleza, protegida gracias al Parque Nacional del Archipiélago Toscano.Cultura Exclusive/WALTER ZERLA (Getty Images)