10 fotos10 jardines para recibir (ahora sí) la primaveraDel Generalife, en la Alhambra, al Palazzo Borromeo de Isola Bella, en el italiano lago MaggioreLonely Planet19 abr 2018 - 00:00CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceLa belleza de la Alhambra debe mucho al uso que hace del agua, un elemento que en la cultura islámica era un símbolo del Paraíso. Construido en la colina que domina la famosa fortaleza, el Generalife era un palacete donde los emires se retiraban a pasar sus ociosos veranos. Los jardines son un tranquilo paraíso donde los chorros de las fuentes juguetean por entre estanques alargados y el agua fluye por precipitación. Las amplias vistas están enmarcadas por cipreses, setos, flores y parras, con un valle que baja desde la terraza cubierta de hiedra del palacete. Hay una entrada conjunta a la Alhambra y el Generalife, pero también se pueden visitar solo los Jardines. Conviene sacar las entradas con antelación. www.alhambra-patronato.esJose Ignacio Soto (Getty)Los Jardines de la Armonía Cultivada se crearon como un retiro para la realeza, harta del ambiente enrarecido de la Ciudad Prohibida. Hoy son un parque para los pekineses y una popular atracción turística. Destaca la colina de la Longevidad, levantada con la tierra que se extrajo para construir el lago, en cuya orilla hay un barco de mármol, deseo expreso de la emperatriz viuda Cixi. El jardín es un clásico ejemplo de paisajismo chino, con jardines de rocas, pabellones, templos y estanques. El palacio está a 30 minutos en taxi desde Pekín, pero también se puede ir en metro (estación Wudaokou).José Ignacio Soto (Getty)Giverny, en el norte de Francia, es una meca para los amantes de Claude Monet y la escuela impresionista. Su mejor momento es, sin duda, la primavera. Monet vivió en esta aldea desde 1883 hasta su muerte en 1926, en una casa repleta de recovecos y rodeada por jardines rebosantes de flores. En la zona norte de la finca, en el Clos Normand, se encuentran la residencia rosa pastel del artista y el estudio de los Nenúfares. Pero es en el cercano Jardin d’Eau (Jardín de Agua) donde el pintor francés encontraba la inspiración, y donde creó el famoso estanque de nenúfares con su puente japonés. La luz, el color y los embriagadores aromas también ayudarán al viajero a inspirarse y probar con el pincel. Giverny está a cuatro kilómetros de Vernon y a 75 de París, desde donde se puede viajar en tren directo (estación Saint Lazáre). Respecto al alojamiento, se dice que Monet durmió bajo las frescas sábanas de La Musardière, hotel familiar levantado en 1880.getty imagesLos jardines del templo del Dragón Pacífico, patrimonio mundial y bellísimos con el estallido de la primavera, cuentan con diversos puntos de interés (un lago con islas, una casa de té, flores en temporada), pero deben su fama al jardín seco, típicamente zen, formado por una grava meticulosamente rastrillada y 15 rocas cubiertas de musgo dispuestas de tal manera que nunca pueden verse más de 14 desde un mismo punto. Los expertos afirman que su magia reside en la disposición de las piedras y el espacio que hay entre ellas. El mirador está normalmente abarrotado y no facilita la meditación, por lo que conviene visitarlo temprano y entre semana.Rolf 52 (Getty)Lo que distingue al de Kirstenbosch de otros jardines botánicos es su ubicación al pie de Table Mountain y su colección de plantas, casi todas endémicas. Está considerado uno de los grandes botánicos del mundo y fue el primero que se concentró en la flora autóctona de un país. Hoy en día alberga más de 7.000 especies, tanto al aire libre como en invernaderos, y es famoso por sus exposiciones de ericáceas y proteáceas. Además, tiene una muestra permanente de esculturas de piedra de estilo zimbabuense. Y para disfrutar de la naturaleza en estado salvaje, numerosos senderos rodean y ascienden a la famosa montaña.Adam HarrowerHay que planear bien la visita a este jardín, pues solo abre un breve período entre marzo y mayo. Se centra en el esplendor de la primavera, expresado mediante el cuidado diseño de la plantación de bulbos. El jardín mide 32 hectáreas y alberga esculturas, un lago, bosques, 4,5 millones de tulipanes y un carillón. Se trata de un gran espectáculo típicamente holandés, maravillosamente kitsch y colorista. Además de tulipanes, también hay narcisos y jacintos, así como campánulas que se suelen plantar en ondulantes arriates entre hileras de otras flores para que simulen arroyos. Tras el largo invierno, este lugar resulta tonificante. El modo más fácil de llegar a Lisse es desde Ámsterdam. keukenhof.nlMerten Snijders (Getty)En 1632, un conde de la familia Borromeo decidió transformar este pequeño islote de roca en una fantasía dedicada a su esposa Isabella. Los pescadores que vivían allí no reconocerían actualmente el lugar. Una villa barroca domina la isla, con exquisitos jardines circundantes que bajan en terrazas desde la estatua central de un unicornio. Las amplias vistas flanqueadas por estatuas se dirigen al lago y las montañas. Camelias, magnolias, azaleas y rododendros se suceden hasta la orilla. Y cuando el viajero comienza a tener la impresión de que se encuentra dentro de un cuadro kitsch de los años 50, aparecerá un pavo real blanco. El trayecto en ferri hasta Isola Bella forma parte de la experiencia. Los barcos salen de Stresa. www.isoleborromee.itgetty imagesObra maestra de Vita Sackville-West, poetisa que frecuentaba el Círculo de Bloomsbury en la década de 1930, y de su marido Harold Nicolson, eljardín de Sissinghurst está formado por una serie de ‘salas’ o espacios íntimos separados por setos, con las ruinas de un castillo medieval como centro. Cada sala tiene su propio carácter y color, y la más famosa corresponde a un jardín completamente blanco que inició una moda. El recinto está lleno de rincones románticos: un huerto, un jardín de rosas e incluso un foso. El restaurante sirve platos elaborados con verduras de un huerto propio. El pueblo de Sissinghurst está en la carretera de Biddenden, cerca de Cranbook, a un paseo de 20 minutos desde la estación de autobuses.H. y D. zielske (Getty)La institución del magnate Henry E. Huntington, situada en el valle de San Gabriel (California), tiene una magnífica colección de arte y una biblioteca de investigación, pero también el jardín botánico que Huntington mandó construir en 1903 para transformar los terrenos de un rancho anterior. Con más de catorce mil especies y 14 jardines diferentes, el lugar es impresionante. Destacan, entre otros espacios, un jardín selvático con orquídeas y una dombeya, un jardín shakespeariano con plantas que aparecen en sus obras, otro japonés, uno del desierto y varios estanques con nenúfares. Para planificar la visita y explorar los jardines, así como averiguar datos poco conocidos sobre su flora, se puede consultar su web.Eddie Brady (Getty)Al hablar de jardines nos viene de inmediato la palabra Versalles a la cabeza. Crearon un estilo y sirvieron de modelo para otros muchos vergeles desde el siglo XVII en Europa. El esplendoroso derroche del totalitarismo se plasma a la perfección en los magníficos jardines del palacio parisiense, cuyo meticuloso orden (césped inmaculado, grava bien rastrillada, setos perfectos, parterres) no es casual: estos jardines se consideraban un símbolo del poder real y de su orden civilizador. Y aunque puedan resultar un poco severos, impresionan. Para entretener la vista hay gran cantidad de fuentes –como la central, que representa a Apolo con su carro, otro símbolo del monarca–, todo un Olimpo de estatuas clásicas, un espléndido invernadero y varios bosquecillos. Los fines de semana de abril a octubre se pueden disfrutar, además, los Grandes Eaux, espectáculos musicales acompañados por fuentes y cascadas. www.chateauversailles.frOwen Franken (Getty)