Viviendo despacio

Vive despacio” es una iniciativa tomada por un empresario de Zafra que une Plasencia a su repertorio de hoteles con historia. Huerta Honda y Conde de la Corte, en Zafra; Convento de La Parra, en el ignoto pueblecito de La Parra.

Su última adquisición, el Palacio Carvajal Girón, imprime una lección de buen gusto, esencialidad, diseño emocional, corazón lento (slow) y arquitectura de los sentidos en el patio trasero de los Paradores de Turismo, cuyo aldabón plasentino acabará mirando con recelo la irrupción de esta nueva joya hotelera en la ciudad por su nobleza palaciega, el lujo sereno de sus instalaciones y la calidez de sus servicios.

Darío Martínez Doblas, junto a su padre Antonio Martínez Buzo, son ya una leyenda del buen vivir en Extremadura. Vivir bien, con salud, con alegría, con respeto a los demás, con los ojos en la buena mesa y en la conversación amena. Vivir despacio con la mesura que este corto tránsito por la existencia merece. Un viaje sin estrés como epítome del turismo.

Porque todo hay que decirlo: el palacio de los Martínez es uno de los alojamientos mejor planteados de España. Su fachada de sillería, vista desde la plaza de Ansano, atrapa al paseante, incapaz de no curiosear en el zaguán-recepción y advertir enseguida el empaque aristócrata del patio trasero, los salones de cuatro metros de altura, los corredores claustrales, las escalinatas o la colección interior de arcos, dinteles, pilares y balaustres neoclásicos que conducen no se sabe a qué parte. Bien es cierto que, como sostienen los propietarios, la felicidad nunca puede ser la meta, sino el camino hacia ella.

Subir hasta la azotea es acariciar las agujas de la catedral. En estas alturas se disfruta de un grupo de habitaciones marcado por las vistas y una reconstrucción moderna. En la planta primera gravitan las de mayor tamaño, como la suite clásica 101 y la solemne 102, que alberga una chimenea en piedra de buena factura. A ras de calle, la 003 enamora por su conjunto de bañera y ducha, una ducha para dos.

En este agradable silencio de la judería no podía faltar una restauración de comida pausada (slow food) a cargo de Ramón Caso, formado en los restaurantes extremeños Altaïr y Atrio, que ha sabido compatibilizar la cocina con la dirección del establecimiento.

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