Las múltiples aristas de los asentamientos chabolistas
Los poblados de temporeros se han convertido en barrios de los municipios donde se levantan, con infraviviendas cada vez más sofisticadas. Las iniciativas para erradicarlos empiezan a fructificar
El marroquí Youssef Eljalili reconstruye chabolas en el asentamiento incendiado de Baldifresa en la localidad de Palos de la Frontera (Huelva). Levantar una infravivienda cuesta una media de 250€. Como Eljalili no tiene trabajo sus vecinos le pagan por construirles las suyas unos 20€.Paco PuentesVarios jóvenes en el asentamiento incendiado de Baldifresa, en la localidad de Palos de la Frontera (Huelva).Paco PuentesFousseyni Tounkara (derecha) y Fanoumou Camara, ambos de Malí, posan junto a la parcela calcinada en la que estaba su chabola, en la localidad de Palos de la Frontera (Huelva).Paco PuentesUn incendio calcinó unas 400 infraviviendas del asentamiento el pasado 19 de febrero, casi la mitad del poblado de Baldifresa, en Palos de la Frontera.Paco PuentesUna temporera recoge fresas en uno de los invernaderos de Palos de la Frontera, justo frente al poblado incendiado de la localidad onubense.Paco PuentesEl maliense Ato regenta un bar en uno de los asentamientos chabolistas de Lucena del Puerto (Huelva). Por las tardes, sus vecinos acuden a tomarse una cerveza y ver el fútbol.Paco PuentesEl marroquí Youssef, en su chabola instalada en uno de los asentamientos de Lucena del Puerto (Huelva). Tiene dos habitaciones, salón y cocina con hornillo de butano y agua que baja de un bidón ubicado en el tejado, y un baño con placa de ducha y váter.Paco PuentesEl centro de día que la ONG Accem tiene frente al asentamiento de Palos de la Frontera ofrece a los temporeros, entre otras cosas, la posibilidad de cargar sus móviles. Hay 72 tomas.Paco PuentesVarios jóvenes cogen agua y lavan ropa en el centro de día que Accem tiene en Palos de la Frontera (Huelva). Allí también les ofrecen desayuno, merienda, ropa, pueden ducharse con toallas desechables y reciben asistencia en la tramitación de su documentación.Paco PuentesTras el incendio, los vecinos del asentamiento chabolista de Palos de la Frontera hacen acopio de palés para la reconstrucción de sus infraviviendas.Dos jóvenes construyen una chabola en el asentamiento de Palos de la Frontera, con palés, cartón y plástico para protegerse del frío y la lluvia.Paco PuentesUn hombre recoge restos de las chabolas quemadas en el asentamiento incendiado en la localidad de Palos de la Frontera.Paco PuentesUna chabola de uralita con placas solares en el asentamiento de Palos de la Frontera (Huelva).Paco PuentesVarias mujeres marroquíes en el asentamiento chabolista del Huerto de las Veredas, en Lucena del Puerto (Huelva). Cada vez son más las mujeres que se instalan en los asentamientos, muchas de ellas temporeras contratadas en origen que han decidido quedarse en España.Paco PuentesFrente a la falta de alternativas habitacionales por parte de las autoridades, la asociación Asnuci ha levantado a través de micromecenazgo un albergue temporal en una nave en Lepe (Huelva), con capacidad para 40 personas.PACO PUENTES (EL PAÍS)En la parte inferior del albergue hay habitaciones para mujeres, un salón común, mesas para comedor, duchas y cuatro lavadoras. Arriba están los cuartos para los hombres. La estancia de los temporeros no puede superar el medio año y deben pagar 96 euros al mes.PACO PUENTES (EL PAÍS)Seydou Diop, miembro de Asnuci, es el principal impulsor del albergue para temporeros de Lepe.PACO PUENTES (EL PAÍS)Frente al albergue de Asnuci se encuentra otro, inacabado, que el Ayuntamiento de Lepe comenzó a construir en 2005, pero que abandonó en 2011. En él viven ahora un centenar de temporeros sin hogar. El Consistorio pretende recuperarlo como parte de un ambicioso plan contra el chabolismo.PACO PUENTES (EL PAÍS)Un migrante trabaja en la reconstrucción de una infravivienda en el asentamiento de Atochares, en Níjar (Almería), donde residen unas 800 personas.Nacho SánchezObras en el asentamiento de Atochares, en Níjar, el sábado.Nacho Sánchez
