La complicada dinámica social ha hecho que, en la percepción común, el nombre de Cova da Moura se haya convertido en sinónimo de inseguridad y violencia. Sin embargo, entre las calles estrechas y coloridas de Cova, se oculta un patrimonio cultural, un sentido perceptible de pertenencia a un pueblo extranjero e inmigrante que, gracias a un fuerte apego a sus raíces, ha creado un barrio reflejo de su tierra natal y expresión de su identidad nacional.
En la imagen, el barrio. Construido abusivamente por los primeros caboverdianos que emigraron del archipiélago africano, tiene un estilo arquitectónico y un espacio físico extremadamente diferente del resto de Amadora, la gran área periférica al norte de Lisboa. Los edificios de Cova, a diferencia del los típicos de vivienda social de varios pisos, se distribuyen en un máximo de cuatro niveles y se caracterizan por colores cálidos que recuerdan el estilo colonial.