Tradición y esfuerzo

Fotografía de Leandre Escorsell / Estilismo de Anna Vallès.

El viticultor Antonio Míguez Amil bebe en la historia de su tierra: minifundios, trabajo titánico y mezcla de variedades esenciales.

Los vinos tintos de Galicia tienen duende. Es tierra quizá más conocida por sus variedades blancas, pero la gastronomía del interior y sus orígenes viven de las uvas tintas: poseen una combinación de garra, acidez, fragancia y esbeltez que siempre cautivó. Antonio Míguez Amil, vitivinicultor, labra su pasión sin apenas recursos y gracias a la bodega de un amigo. Su esfuerzo se concentra en la recuperación de las parcelas de tierra que, con paciencia, ha conseguido reunir. Expresan algo esencial en la zona del Avia y del Miño cercano: la grandeza nace de la variedad; la riqueza, de la complemen...

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Los vinos tintos de Galicia tienen duende. Es tierra quizá más conocida por sus variedades blancas, pero la gastronomía del interior y sus orígenes viven de las uvas tintas: poseen una combinación de garra, acidez, fragancia y esbeltez que siempre cautivó. Antonio Míguez Amil, vitivinicultor, labra su pasión sin apenas recursos y gracias a la bodega de un amigo. Su esfuerzo se concentra en la recuperación de las parcelas de tierra que, con paciencia, ha conseguido reunir. Expresan algo esencial en la zona del Avia y del Miño cercano: la grandeza nace de la variedad; la riqueza, de la complementariedad. El primer vino a la venta de Antonio, Boas Vides 2017, es umbría y una sonrisa. Es vegetación espontánea y zarzamora en las lindes. Es expresión del megalitismo hecha uva: el auténtico monumento, aquello que se recuerda, es la fruta. Ribetes de musgo, cerezas ácidas y madroños. Es un vino goloso en su austeridad. Granito y arcilla vestidos de rojo vespertino. Naranjas sanguinas. Es el equilibrio en una retórica que no necesita artificios. —eps

Ficha técnica

Antonio Míguez Amil, Boas Vides 2017.

– Producto de Galicia, España, 13,5%.Socalcos milenarios frenan la erosión en Riobóo y permiten vides con variedades tintas sobre suelos mayoritarios de sábrego: 40% carabuñeira; 50% entre sousón, brancellao y espadeiro; 10% garnacha. El campo, con cepas de 15 a 70 años, se trata con infusiones naturales y caldo bordelés. Fermentación espontánea en plástico; 14 meses en barricas usadas y un año de reposo entre acero y botella. Estabilización natural. Sin filtrar y con mínimos sulfitos añadidos. Precio: 18 euros.

Sensaciones

– Hay gente callada en el Ribeiro que sabe embotellar la idea fina y precisa de una tierra que siempre agradece el esfuerzo que se ofrece.

A través del cristal

– Bandeja, cubiertos de madera y copas para borgoña. Todo de Habitat.

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