La ilusión de la Lotería
Sí, es difícil que toque, pero lo mismo decían algunas horas antes los que salen chillando y brindando en televisión. También es complicado resistirse a probar suerte y a la ilusión de regalarla a la gente que más quieres
Un billete de Lotería no tiene nada de especial. Un papel, un estampado y una cifra. Lo interesante es lo que se lee entre líneas, sobre todo cuando se entrega como un regalo: papá, mamá, hijo, hija, abuelo, abuela, amigo, amiga, compañero, compañera… espero que te toque para ayudarte en la parte material y que seas más feliz en esta vida. Es un deseo que puede servir todo el año, pero es más navideño que los polvorones. Incluso si no toca, tener ese detalle ya es un premio.
Pongamos que hacemos una encuesta a pie de calle y preguntamos qué melodía asocias más con la Navidad. Unos dirán que tal o cual villancico; otros algún clásico como Feliz Navidad de Boney M; algunos veteranos cantarán “las muñecas de Famosa se dirigen al portaaaal...” pero seguro que muchísimos se arrancan con la musiquilla que cantan los niños y niñas de San Ildefonso. “¡Tres mil trescientos cuarenta y sieeeete [el Gordo del año pasado]. Cuatro milloooneees de euros!”. Un éxito en las listas, todos los años.
Quién no ha soñado con aparecer en los telediarios pegando botes al rato del sorteo, qué harías con esa cantidad además del socorrido “tapar agujeros”, a quién le regalarías qué, qué te autorregalarías a ti mismo… Se llama ilusión. Y aunque la disimulemos en plan descreído (que sí, que es muy difícil, que con que me toque lo que juego me conformo, que las mismas opciones tiene el 00001 que mi número de cada año), no faltamos a la cita, sobre todo si es para regalar. De ahí otra típica frase navideña: “No, es para mi gente, si les toca a ellos ya me ha tocado a mí”.
Un clásico en la lista de regalos
Juguetes para los críos, móviles, gadgets electrónicos, ropa, perfume, un buen vino, bombones o una corbata cuando no se te ocurre nada más personal. Hay ideas más originales, como experiencias en forma de viaje, una entrada a un concierto o una reserva al spa.
Y, por supuesto, un billete de Lotería con ese buen deseo impreso. Hay quien lo regala para ahorrarse el lío de pensar en otro obsequio, pero no son incompatibles, hacen buena pareja: por ejemplo, una participación metida en el bolsillo de una camisa, sujeta con un clip a la tarjeta de regalo, de marcapáginas en un libro o dentro del estuche de un smartwatch o de cualquier otro detalle. Doble regalo, doble ilusión.