Montecastrillo 2016. Belleza en la austeridad

EL RIGOR del campo en la Ribera del Duero cercana a Aranda, las suaves hondonadas, el clima extremo y un pequeño paraíso de 200 hectáreas cultivadas según la filosofía de la biodinámica hacen de Finca Torremilanos un lugar especial. El ecosistema, en verdad acogedor, nace de la voluntad de los propietarios (Peñalba López) de plantar y cultivar mirando al cielo, respetando los ciclos de la Luna y buscando la regeneración del suelo. El resultado salta a la vista. Más allá de edificios, vanidades y pompas sin sentido, el viñedo impone su espíritu: belleza agreste, austeridad de la tinta del país ...

EL RIGOR del campo en la Ribera del Duero cercana a Aranda, las suaves hondonadas, el clima extremo y un pequeño paraíso de 200 hectáreas cultivadas según la filosofía de la biodinámica hacen de Finca Torremilanos un lugar especial. El ecosistema, en verdad acogedor, nace de la voluntad de los propietarios (Peñalba López) de plantar y cultivar mirando al cielo, respetando los ciclos de la Luna y buscando la regeneración del suelo. El resultado salta a la vista. Más allá de edificios, vanidades y pompas sin sentido, el viñedo impone su espíritu: belleza agreste, austeridad de la tinta del país y paz en libertad. La vista se desliza sobre las cepas como la mano lo hizo por el pergamino. En Montecastrillo 2016 hay parsimonia, seriedad, concentración y futuro. Zarzamoras en las lindes, rapaces en lo alto, liebres atentas. Bayas de mirto y un almirez con pimienta roja, nuez moscada y clavo de olor. Corteza de naranja. En la memoria reposan las meriendas de pan con vino y azúcar.