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Kosovo espera la revolución ‘millenial’ 10 años después de su independencia La búsqueda de identidad de una generación por labrarse un futuro que, ignorada desde las instituciones, encuentra su voz en los muchos cafés y bares que llenan las calles de Pristina, su capital El 42,77% de la población en Kosovo es menor de 25 años. Se podría decir que los jóvenes tienen en sus manos el futuro del, también, país más joven de Europa tras declarar su independencia el 17 de febrero de 2008. Sin embargo, se enfrentan a una tasa de paro juvenil del 52,4% y a una denegación de visas generalizada en un país que no termina de arrancar. En la imagen, el 'New Born', un monumento construido tras la declaración de independencia que se renueva cada año en una de las avenidas principales de Pristina (Kosovo). BEATRIZ FESTA "Creo que a veces la gente se contenta con esa creciente cultura de café donde uno se sienta a hablar de política, de activismo, pero sin llegar a hacer nada. La gente sabe lo que quiere, ve los problemas que hay, pero creo que no estamos lo suficientemente empoderados para dar un paso adelante", apunta Lindon Krasniqi temiendo que este movimiento se quede al final sólo en eso, sin plasmarse en un cambio real en la sociedad. BEATRIZ FESTA Donat Vatoci, nacido en 1998, apenas un mes antes del inicio de la guerra que enfrentó a Kosovo y Serbia, defiende que las tensiones actuales entre ambos países son más un tema instigado por los medios y la política que una cruzada real entre la población. Lo ve como un círculo vicioso del que parece imposible salir. "La guerra fue algo horrible, pero creo que es algo que tiene que ser no olvidado, pero sí dejado a un lado para poder avanzar porque es muy difícil lidiar con todo lo que se crea alrededor del tema". Quiere dejar de vivir en el pasado y avanzar hacia el Estado independiente que tantos años llevan reclamando. En la imagen, una fachada de un bloque de viviendas a las afueras de la capital de Kosovo. BEATRIZ FESTA Nacidos en los 90, esta generación ha entrado directa al mundo digital. Influenciados y ayudados por las nuevas tecnologías han accedido a muchísima información que ha conseguido crear una importante conciencia social y activista que ha sido posible, también, gracias a una creciente cultura de cafés que ha brindado un espacio seguro a los jóvenes donde organizarse y debatir. Ines Koçani, estudiante de 17 años, defiende que es esencial que los jóvenes aporten un mayor grado de tolerancia y diversidad educándose en temas sociales como racismo, machismo u homofobia porque, asegura, es habitual y triste "ver que gran parte de la juventud tiene dificultades para aceptar a otros que no sean blancos ni sean hombres". BEATRIZ FESTA En esta creciente conciencia social que existe entre los jóvenes, se pone de manifiesto la desigualdad que reina entre la población, tal y como apunta Narta Elshani. “Dentro de mi círculo de amigos mucha gente está concienciada en estos temas, pero sé que hay mucha gente fuera de mi comunidad que no ha podido llegar a esas ideas porque luchan aún contra la pobreza y tienen muchos problemas. No tienen acceso a tanta información como nosotros. Pero probablemente en un futuro, cuando hayamos arreglado ciertos problemas básicos en el país, mucha más gente se involucrará”. BEATRIZ FESTA Kanita Nuka nació en Mitrovica en 1998, ciudad que aún hoy sigue dividida entre la mayoría de etnia albanesa del sur y los serbios del norte. Ha crecido a caballo entre Pristina, donde estudiaba, y Mitrovica, donde volvía los fines de semana. Así ha podido ver la gran diferencia que hay entre las dos ciudades y es que, para ella, la mentalidad en la capital es mucho más abierta. "En Mitrovica las chicas no tienen tantas oportunidades para hacer cosas como los chicos, apenas pueden hacer planes en la calle". Su plan es aprovechar una visa de estudiante que le ha permitido acceder a la Universidad en Italia y formarse. "En 10 años me veo trabajando en Kosovo con mi doctorado en Ingeniería, ayudando a construir el país". BEATRIZ FESTA No todos los jóvenes tienen la oportunidad de formarse y salir, lo que ha generado un clima de desmotivación generalizado. Donat siente una creciente preocupación por la actitud de parte de su generación. "La gente está rindiéndose lentamente ante la situación. En lugar de luchar contra ella buscan excusas. Lo principal es que asumamos la situación en la que estamos, que es mala. Pero hay que mantener en mente que estás contribuyendo a algo mayor que tú. Mucha gente dice 'voy a trabajar para ganar algo de dinero y largarme' y eso es terrible. Yo personalmente quiero salir de aquí, pero quiero salir para formarme y poder volver aquí y ayudar, y esa debería ser la mentalidad". En la imagen, un joven sale de un polideportivo en Pristina (Kosovo). BEATRIZ FESTA “¿Qué cambiaría? Hay tantas cosas que cambiar que no sé ni por dónde empezar. Probablemente por el sistema educativo. Los estudiantes están desmotivados porque los profesores están desmotivados y lo están porque están muy mal pagados. Hay que cambiar el sistema educativo, necesita una nueva estructura y más dinero. Si tuviera que cambiar Kosovo, empezaría por ahí”, asegura Dion Beqiri. BEATRIZ FESTA La opción de viajar o salir del país se ha instaurado como una utopía entre muchos jóvenes que ven ahí la única opción para seguir adelante. Sin embargo no es tarea fácil. A efectos de movilidad la realidad es que el país aún no es reconocido por un tercio de los países pertenecientes a Naciones Unidas. Y los países que sí lo reconocen como tal aplican políticas muy restrictivas en la tramitación de visados. BEATRIZ FESTA "No creo que estén teniendo en cuenta a la gente", apunta Toska Salihu. El hecho de no poder conseguir visas de estudiante o de trabajo hace que los jóvenes tengan muchas menos oportunidades que sus vecinos europeos. "Mucha gente se siente realmente atrapada y sin libertades". BEATRIZ FESTA Según el ranking del 'Visa Restrictions Index', que ordena los países en función de la libertad de movimiento que disfruta la población de cada país, Kosovo se encuentra en el puesto 96. Tiene la misma libertad de movimiento que Irán, Líbano y Bangladésh. Su población puede viajar libremente a 38 países. BEATRIZ FESTA "La idea de un país reconociéndonos como una nación libre nos ayudaría mucho a acallar el debate con Serbia", opina Donat. El problema, para él, reside en centrar el foco en los derechos del país y no de las personas y las consecuencias que las restricciones tienen en ellas. "Estamos atrapados en Kosovo y el problema no es tanto el estar aquí, porque no es que por encerrarnos nos incapaciten, pero nos niegan uno de los principios fundamentales de ser un ser humano que es poder moverse libremente. Ese es el problema". BEATRIZ FESTA Vesa Sahini (derecha) e Ines Koçani (izquierda) se conocieron en los últimos años de instituto y las dos saben cómo es vivir fuera de Kosovo, algo que muchos otros jóvenes ansían. Vesa creció en Canadá. "Me mudé aquí con 10 años, creo que fue el mejor momento para venir. Kosovo es un sitio en el que no hay reglas estrictas, simplemente tienes que conseguir avanzar en la vida como puedas para llegar a ser algo y creo que eso realmente me ha formado como persona". Ines pasó cuatro años en el extranjero, de los 10 a los 14, entre Eslovenia y Bélgica. "Volver me hizo una mejor persona, aunque quizás quiera volver una temporada a Bélgica. Kosovo te ofrece una estabilidad y te hace sentir parte de una comunidad en la que estás integrado, como si la vida fuera más fácil y uno se siente más libre". BEATRIZ FESTA Muchas personas se oponen a la presencia de organizaciones internacionales en el país cuyo cometido es brindar apoyo a las instituciones kosovares y al diálogo con Serbia. Sin embargo, muchos creen que no están ayudando a avanzar y que suponen el último eslabón para alcanzar el Estado independiente que ansían. En la imagen, un graffiti detrás de una estatua del expresidente norteamericano Bill Clinton dice "no a la negociación, autodeterminación" en una calle de Pristina (Kosovo). BEATRIZ FESTA