7 fotosPor qué todo el mundo odia la colección de Gosha Rubchinskiy x BurberryYa está a la venta la colaboración que el diseñador ruso presentó en San Petersburgo con el apoyo de Christopher BaileyNoelia Fariña09 ene 2018 - 16:30CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceDesde que el diseñador ruso presentó sus 'club kids' enfundados en cuadros Burberry en la DK Svyazi de San Petersburgo -el espacio donde Timur Novikov organizó en los noventa la primera rave en Rusia-, las piezas que componen la colección cápsula de Gosha Rubchinskiy con la firma británica se han convertido tanto en objeto de deseo como de críticas. ¿Las razones? Coquetear descaradamente con el lujo y apropiarse de la estética 'chav'. Un término complejo, similar al de 'white trash', que empezaron a utilizar a principios de los dosmil en Reino Unido de forma peyorativa para referirse a ciertos jóvenes británicos de clase obrera, en situación marginal y de pobreza. Víctimas del clasismo que, en un afán aspiracional, decidieron conjuntar su chándal con los iconos de la clase bien. Burberry falsos, en su mayoría.Aunque Gosha insiste en que a él la palabra 'heritage' le produce alergia, el diseñador ruso no ha tenido ningún reparo en rebuscar entre los archivos de la firma inglesa. En su defensa, el representante del lujo soviético dice que quiere plasmar cómo viste la nueva generación de su país y asegura que la inspiración la encontró en sus amigos "que eran aficionados al fútbol y vestían de Burberry". De hecho, en un campo de fútbol contextualizó las imágenes de 'Here we are', la exposición que organizó para el desfile del septiembre de Burberry. Su colección también es un guiño al mundial de fútbol que este año se celebra en Rusia, y un guiño también a los casuals, hinchas que utilizaban la ropa como elemento de clase y para disimular su 'hooliganismo'.La colección tiene los básicos del look post-soviético que Gosha ha defendido desde que fundó la firma en 2008: pantalones de chándal, polos o gorros de pescar. Hasta aquí ninguna objeción. Sin embargo, para muchos, su interpretación de los clásicos Burberry, como esta gabardina bicolor de algodón más 'oversize' con el sello alta costura, no encajan con su típico look moscovita. ¿Hasta qué punto puede convivir el chaval de barrio con el príncipe de gales? El auge de figuras como Demna Gvasalia o Virgil Abloh, y la última colaboración de Supreme con Louis Vuitton evidencian la caída del muro entre el lujo y el streetwear. ¿Por qué en este caso debe ser distinto?Tampoco Christopher Bailey -que este año abandona Burberry- se libra de las críticas por haber recuperado los clásicos cuadros en rojo, blanco y negro. Cuando asumió la dirección creativa en 2004, la firma pasaba por una crisis de identidad y su primer paso fue reducir su famoso print al 5% de sus diseños. Se había masificado tanto que acabó forrando coches, sillas de ruedas e incluso tazas de váter, tal y como recogía en el libro 'Berberry' del fotógrafo Toby Leight. Pero si el prestigio de Burberry cayó en el momento en el que dejó de ser exclusivo y la clase marginal adoptó su indumentaria, ¿no resulta irónico que ahora evoque su recuerdo para reflotar las ventas?Rubchinskiy siempre ha sido un diseñador polémico. Cuando presentó su colección FW16 en Italia, lo hizo en un antiguo edificio de Mussolini porque la estética fascista le hacía sentirse cómodo, como en casa. Sus diseños también beben de la nostalgia, de los noventa y del underground. La alianza con una marca como Burberry puede chirriar, pero no que escoja la estética de los chavs para forjar la unión. ¿Acaso existen grandes diferencias entre esos rebeldes británicos y los gopnik que alaba en cada colección?Las gorras son el punto fuerte de la colección porque, dentro del hilo argumental, sería la única pieza que los chavs se podrían comprar. El sombrerero británico Stephen Jones, que cumple cuarenta años en la industria- colaboró en el diseño de los tres modelos que salieron en el desfile de Gosha con sello Burberry: un gorro de pesca (en la imagen), una visera de béisbol y una boina.Todos incluyen orejeras, para hacer frente al frío de San Petersburgo.