La liberación de Michelle Pfeiffer está en el cine
“Hice muy difícil que me contrataran. Puse a mis hijos por delante”
Solo una cosa le incomoda a Michelle Pfeiffer de su regreso a las pantallas: las entrevistas. De natural reservada, la actriz no es de las que gusta ir contándolo todo. De ahí que en pleno retorno a la gran pantalla, tras ganarse la atención en la alfombra roja del festival de Venecia y cuando ya suenan rumores de Oscar a su paso por Toronto con su papel en madre!, la intérprete decidiera cancelar el resto de sus citas con la prensa.
“Con la edad valoras más tu tiempo”, confesaba a EL PAÍS antes de dejar de responder la pregunta que hoy la persigue en todas sus apariciones: ¿Dónde ha estado todo este tiempo? Es fácil pensar en la edad (tiene 59 años) como un problema a la hora de encontrar buenos papeles en Hollywood. Pero la actriz lo niega con la cabeza. “Todo depende del cristal por el que miras”, responde misteriosa a las razones de su ausencia. Su verdad es mucho más sencilla. “Hice muy difícil que me contrataran. Puse a mis hijos por encima de todo. Para qué engañarnos, no me apeteció trabajar mientras eran jóvenes y puse pegas a todo lo que me ofrecían. Vamos, que fue más fácil dejar de trabajar”, se sincera haciéndose la sorprendida de los años que han pasado.
Su última participación en una película fue Malavita, en 2013, y ella no parece darle importancia al hecho de que como protagonista no trabaja en la meca del cine desde hace más de una década. Los que echaron de menos a una de las bellezas más exquisitas de Hollywood, a esa actriz y estrella candidata al Oscar en tres ocasiones por papeles tan diferentes como los interpretados en Las amistades peligrosas (1988), Los fabulosos Baker Boys (1989) o Por encima de todo (1992), lo llevan peor. Pero ahora tendrán Pfeiffer para rato gracias a su trabajo no solo en Mother!, junto a Javier Bardem y Jennifer Lawrence, sino también porque es parte del reparto multitudinario abordo del remake de Asesinato en el Oriente Express. “Digamos que mis prioridades han cambiado ahora que tengo la casa vacía. He encontrado una nueva libertad en mi carrera”, se anima. Claudia Rose, la hija que adoptó hace 24 años, está sacándose el doctorado. Y John Henry, el hijo que tuvo junto a su marido, David E. Kelly, hace 23 años, ha concluido sus estudios universitarios.
Consejos de matrimonio
Su casa no está tan vacía. Junto a ella sigue el guionista que reescribió su vida. “Escogí bien”, se ríe. “Y no siempre he sido buena escogiendo, pero con él fue así”, añade Pfeiffer. Cree que la adopción de su hija, que ocurrió cuando el escritor y la actriz no llevaban ni dos meses de relación, es la responsable de que lleven tantos años de matrimonio. Según dice, eso les mantuvo como pareja en una perpetua luna de miel. Hay otro secreto que comparte: no salir nunca en la portada de la revista People como pareja del año. “En cuanto te ves ahí ya sabes, divorcio seguro”, ríe. Más en serio, el consejo matrimonial que sí ofrece es el de mantener vidas laborales separadas. Es supersticiosa y no quiere que su marido le escriba un guion: “Es muy bueno llegar a casa y despotricar del día de trabajo sin que la persona que tienes a tu lado tenga su propia versión de los hechos”.
El estilo de vida de la actriz ante su regreso
De la vuelta a la pantalla de Michelle Pfeiffer no solo ha asombrado la cantidad y calidad de proyectos, Mother!, Asesinato en el Oriente Express y rueda Ant-Man y la Avispa,sino el estilo con el que ha regresado. Está claro que se cuida. Dice que ya no le valdría el ajustado traje de Catwoman de Batman Vuelve, pero sí ha perdido unos kilos para regresar a la vida pública. "Uno siempre gana algo en cuanto no tiene esa presión pero hay que hacer el esfuerzo, algo más de ejercicio, correr, yoga, pilates, y, sobre todo, una comida equilibrada y orgánica. Una gran diferencia que te hace sentir mejor".
Actriz por vocación y determinación pero no por preparación académica, si en algún momento esa falta de titulación la hizo sentir mal no es ahora. “Disfruto mucho más lo que hago. Hay menos angustia aunque también me he vuelto más puntillosa”, comparte. Rutinaria en su día a día y dedicada estos años a la pintura (“que no tengo intenciones de vender ni de enseñar”, advierte), lo otro que tampoco echaba de menos de su carrera eran los viajes. “No me gusta viajar. Soy un animal de costumbres. Pero se me da genial lo de empacar. Viajo hasta dos semanas solo con equipaje de mano. ¿El secreto? Enrollar la ropa, no doblarla. Cabe más y no se arruga. Eso sí, que te suba otro la maleta”, se vuelve a reír claramente disfrutando del momento que está viviendo.
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