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Como viene siendo costumbre desde hace tres años, la mayoría de los aficionados del Barça y, a veces, del equipo contrincante, se vuelcan en impedir que el himno nacional suene en el estadio donde se celebra la final de la Copa del Rey. La afición, protegida por el anonimato y excitada por el ambiente que se respira, traslada sus creencias políticas al campo, lo cual no sería negativo si con ello no hiriesen los sentimientos de todos aquellos que vemos en un himno o en una bandera un símbolo de unión entre iguales. Es natural que en un torneo como este suene el himno nacional, pues este representa a todos los españoles, y si no se cree en él, es tan sencillo como no ir a la final.
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El Rincón del Lector: “Muchos catalanes hemos sentido vergüenza por los insultos al himno”

Los lectores de EL PAÍS opinan de la pitada al himno nacional en la final de la Copa del Rey

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