Melani Savín, auxiliar administrativo: “Quiero ser una chica más”

Esta mujer de 34 años presentó hace un año la gala del certamen literario para personas con Síndrome de Down

Melani Savín: "Me preparo cada mañana para enfrentarme al mundo". Carlos Rosillo

Valiente, esforzada, deseosa de vivir integrada en el mundo, así definen las trabajadoras de la Fundación ...

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Valiente, esforzada, deseosa de vivir integrada en el mundo, así definen las trabajadoras de la Fundación Síndrome de Down a esta mujer de 34 años. Vivaz y espontánea. Por algo presentó el año pasado la gala del certamen literario para personas con síndrome de Down, ganando una mención de honor por un poema amoroso. Este año ha sido jurado. Melani posee una innegable inteligencia emocional. Observando que he llegado nerviosa al encuentro, me suelta con desparpajo: "¡Tranquila, mujer, que no tenemos prisa!".

—Buff, ya no me acuerdo de cuándo supe que tenía síndrome de Down. Fue importante para mí, claro, aunque el esfuerzo que tienes que poner en las cosas es parecido al de todo el mundo. Para la integración, igual. En la vida no siempre cuajamos con las personas, pero eso no tiene que ver con el síndrome de Down.

El trabajo para mí es lo mejor que te puede suceder. Sin trabajo no tienes dinero para regalar cosas a la gente que más quieres"

—Las monitoras nos enseñan a ser independientes, a manejarnos con el dinero, en la vida.

—Yo soñaba con ser auxiliar administrativo.

—Trabajo en las oficinas de 10 a dos en un Carrefour. Con Susan, la chica de apoyo, meto datos en el ordenador, clasifico el correo y lo reparto.

—Yo me preparo cada mañana para enfrentarme al mundo. Me miro al espejo y me digo: "Melani, sigue luchando por mantener tu trabajo". No es una reflexión que me hayan enseñado, me la he inventado yo para superarme. Y funciona. ¡Pruébalo, mujer! Tú piensa en lo que vales y seguro que siempre encuentras algo bueno.

—El soñar es gratis. Yo me paso la vida soñando. Yo qué sé, conocer a Bustamante, visitar el plató de La Voz. En casa tengo un karaoke y me pongo a cantar con mi micrófono de palo. Sin nadie. Sola. Es otra manera de expresar lo que siento, muy buena para relajarme. A Melendi voy a ir a verle en mayo con una amiga de la familia que hace lo posible para que mis sueños se hagan realidad.

—A mi madre le costó que yo fuera independiente. Yo quiero ser libre pero también hay que saber que hay cosas que nosotros no sabemos. El trabajo de una madre es estar ahí siempre, cuando alguien te discrimina diciendo que tú no puedes hacer las cosas bien. No me gusta que me hagan de menos. Yo quiero ser una chica más.

—Un día me dije: "Voy a hacer un poema y a ver qué pasa". Quería dar a la gente la sorpresa de presentarme al concurso, y, oye, se me prendió el foco y escribí uno bastante original. Trataba de cuando celebras el día de los enamorados. Yo me había enamorado en el pasado, sabía de qué iba.

—Me gustaría tener un novio. Uno que me respete, que me haga feliz, y que tenga coche.

—Mi plan para un fin de semana perfecto es ir a bailar al Club Páramo de 6 a 8. Música disco y agarrado.

—Al volver a casa veo La Voz Kids. Y me encanta el fútbol. Soy del Real Madrid. Otro de mis sueños es ir al Bernabéu.

—El año pasado presenté el evento literario. Hay gente que se pone nerviosa, pero yo te daría un consejo: tienes que creerte que estás hablando en casa, como que se lo estás contando a una amiga... Lo aprendí del tutorial de una mujer que te enseña a hablar en público. Mi madre dijo que salió de maravilla. Qué va a decir una madre.

—El trabajo para mí es lo mejor que te puede suceder. Sin trabajo no tienes dinero para regalar cosas a la gente que más quieres. Me imagino viviendo independiente, en un piso tutelado. Si se lo dijera a mi madre no se asustaría. Me daría consejos.

—Yo soy libre, pero tengo un poco de ayuda. Y teléfonos de urgencia.

—Por la noche repaso lo que he hecho durante el día. A veces, rezo: doy gracias por tener a mi madre, el trabajo, mis amigos. No tengo padre, así que no puedo echar de menos lo que no he tenido. Pero tengo a José, el marido de esta amiga que me va a acompañar a Melendi, y yo le considero mi papi. Para qué quiero más.

Melani ha logrado trabajar, amar, ser querida. Me ha dado sabios consejos para sobrellevar la inseguridad. Pero no todos estamos dotados de su alegría y de ese tozudo afán de superación.

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