El verano de Margot Robbie
Saltó a la fama hace tres años y hoy la australiana es la nueva actriz favorita de Hollywood. Participa en dos de las películas más esperadas, ‘La leyenda de Tarzán’ y ‘Escuadrón suicida’, y ya ha montado su propia productora
"Antes de que acabe el verano, os habréis cansado de mí”, dice Margot Robbie profética e irónica. La actriz australiana protagoniza dos de los estrenos más importantes de la temporada: La leyenda de Tarzán, proyectada ya en Estados Unidos, como una Jane independiente; y Escuadrón suicida, en las pantallas en agosto, en la que su papel de Harley Quinn es el que más expectativas levanta.
Indiscutiblemente, es su verano, como anunciaba recientemente su primera portada en solitario en el Vanity Fair estadounidense (con un texto polémico por sexista). No hace ni tres años que saltó a la fama por su papel de mujer ambiciosa y escultural de Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street y, desde entonces, no ha parado. Así que probablemente ella es quien esté cansada. Pero ahora no puede parar, sabe que tiene que aprovechar el momento.
“Cuando tuve la primera reunión con mis managers al llegar a Hollywood me preguntaron qué esperaba de mi carrera y les dije: ‘Quiero calidad, diversidad y longevidad”, decía Robbie hace justo un año cuando promocionaba Focus y celebraba entonces, en un hotel de Nueva York, su primera portada de revista, de cualquier revista. Ese era su “gran objetivo a largo plazo”. En medio, tenía una lista mucho más extensa de pequeños planes, gente con la que quería trabajar (los Coen, Tarantino, Was Anderson). “Bueno, y cuando pueda, al final del camino, querría crear trabajo también, ya sea producir, dirigir o escribir”.
Hace solo un año que decía esas palabras. Hoy, con sus dos mayores películas como actriz bajo el brazo, ya ha montado su propia productora, LuckyChap, junto a su novio, Tom Ackerley, el mejor amigo de este y su mejor amiga de Australia y asistente personal, Sophia Kerr. Acaban de terminar su primer proyecto, Terminal, y, por supuesto, Robbie lo protagoniza. Los cuatro amigos viven, además, juntos en un piso en Londres, donde la actriz llegó para rodar La leyenda de Tarzán. “Y ya no me fui. A pesar de que al aterrizar allí perdí mi anonimato de nuevo”, dice riéndose.
Nacida en Gold Coast en 1990, ciudad australiana conocida por sus playas, Robbie creció en una casa en el interior con sus tres hermanos y su madre. Desde las copas de los árboles en los que hacía los deberes (“Mi experiencia de la infancia más cercana a Tarzán”) saltó a Sídney de adolescente, cuando se dio cuenta de que podía tener una carrera en la interpretación. “Me gustaba el cine, el drama, las series, pero no pensaba que se podía mantener una familia siendo actriz”, dice. Por eso soñaba con ser maga, trapecista. “Después quise tener hoteles y organizar eventos o festivales aunque para eso supongo que aún tengo tiempo”.
En Sídney, tras meses errantes, logró su objetivo: un papel en una de las telenovelas más longevas y que más estrellas australianas ha dado al mundo (Kylie Minogue, Guy Pearce), Vecinos. “La industria es un poco limitada allí, así que un papel en Vecinos o en Home and Away es tu mejor oportunidad para dar el salto a Hollywood”, admite. De la noche a la mañana, se convirtió en una celebrity en su país natal, y tres años después, cuando pensó que había aprendido el oficio que necesitaba, se marchó a Los Ángeles sola, como aterrizó en Sídney. “Llegué aquí —dice sentada en un hotel en Beverly Hills— y nadie me conocía, fue maravilloso”. Aún ahora, si sale a la calle sin maquillaje y con ropa casual tampoco la paran, dice. En Londres, es otra cosa. “Allí Vecinos es un éxito, pero ha estado bien recuperar mi anonimato por un tiempo”.
De todas formas, no pasa mucho tiempo en su nueva casa entre rodajes y viajes personales. “Sigo yéndome de mochilera en cuanto puedo: estuve en Cuba hace tres meses, y me iba a ir a India, llevaba dos años organizándolo, pero tuve que rodar y alcancé a mis amigos después en Tailandia y Filipinas”, relata. Famosa es ya la anécdota de dónde le pilló el casting de Focus, la película que protagonizó junto a Will Smith: estaba bañándose en una playa de una isla remota de Croacia. Cogió varios barcos, autobuses y aviones para llegar al día siguiente a Nueva York en pijama, chanclas y con la cara lavada. Smith cuenta siempre que cuando la vio de esa guisa pensó que no quería el papel. Pero lo clavó. “En este mundo de famosos y Hollywood, todo el mundo actúa como si le estuvieran observando constantemente, pero Margot no es así. Ella está todo el rato bailando como si nadie la viera”, decía hace poco su amiga y compañera en Escuadrón suicida, Cara Delevingne.
Ella acaba de llegar a Hollywood, pero nunca le ha importado el qué dirán. Y quizá ahí está su éxito. Scorsese la llamó para El lobo de Wall Street tras verla en Pan Am. Se presentó al casting con DiCaprio y debía darle un par de gritos y besarle, pero la actriz le soltó una bofetada. Aquello le dio el papel que le ha dado después todos los demás. Aunque durante un tiempo tuvo que hacer otro ejercicio de valentía: rechazar los personajes que se parecían demasiado a la ambición rubia de El lobo. Estuvo a punto incluso de no hacer de Jane en La leyenda de Tarzán. “Pensé que ni de broma iba a interpretar a la dama en apuros”, recuerda. “Dejé claro que no me pasaría la película llorando y preguntando dónde está mi marido y si iba a venir a salvarme. Jane debería luchar siempre, y David [Yates, el director] estuvo completamente de acuerdo”. También se opuso a llevar corsé y no hizo ninguna dieta, como padeció su compañero de reparto, Alexander Skarsgard. Al contrario. “Me pasaba las tardes de pub en pub, ¡estaba en Londres!”, suelta. “Jane y Tarzán viven en el siglo XIX, ella debía tener un cuerpo de mujer, mujer”.
En Hollywood venden historias de éxitos por casualidad, pero Margot Robbie deja claro que le ha costado llegar hasta donde está. Ha conquistado una cima, pero le quedan otras. Está más que dispuesta a escalarlas. Por eso montó la productora. Porque no está cansada, solo lo estaba de una cosa: “De que [como actriz] me mandaran de un lado a otro. Producir es muy duro, pero es gratificante y da poder”.
Tatuadora aficionada
Margot Robbie dice que si alguna vez su carrera en el cine fallara, una idea ya algo improbable, se dedicaría a viajar por el mundo (o a montar hoteles). Con mochila y sin billete de vuelta viaja siempre, sola o acompañada. Es la ausencia de miedo con la que se mueve también por Hollywood. Pero ahora, si el cine se acabara para ella, tendría otro camino profesional: el de tatuadora. Aprendió el arte de la aguja y la tinta hace un año en Londres, cuando sus siete compañeros de piso y ella fueron a hacerse uno para recordar el tiempo viviendo juntos. Meses después, su mejor amiga y ahora socia, conocedora de la fascinación de Robbie por las agujas, le regaló una pistola tatuadora al final del rodaje de La leyenda de Tarzán. Y en Escuadrón Suicida todo el reparto y el director, David Ayer, se fueron con un dibujito en su piel firmado por Margot Robbie, de nuevo, para recordar la experiencia. A Cara Delevingne, por ejemplo, le tatuó cinco emojis en los dedos de los pies. Y ahora es el primer accesorio que mete en su mochila cuando sale de viaje, por trabajo o por placer.
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