9 fotosOficios en extinciónEl fotógrafo de EL PAÍS Samuel Sánchez retrata las profesiones tradicionales perdidas en el tiempoSamuel Sánchez12 ago 2016 - 13:16CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceRicardo García García, de 62 años, herrero en Alameda del Valle. Aprendió con su abuelo y con su padre. La herrería fue construida en 1913 por Valentín Sanz. Lleva en el negocio desde 1982 y sigue con la afición por el trabajo y le gustaría que no se perdiera, aunque lo ve muy difícil. Ejerce sobre todo la forja. Le gustaría enseñar a los niños su oficio. Lo considera también un hobby que tiene que salir del alma porque es bonito pero muy sacrificado. Antes se vivía de las herraduras a los caballos y de herramientas como podones, hachas y hoces.Samuel SánchezLleva desde los 11 años que empezó con su padre. Vende y hace productos de esparto, aunque solo de eso no puede vivir y hace otras cosas como arreglar rejillas o hacer cuerdas de trepa para gimnasios. Lo considera un oficio con futuro siempre que vaya adaptado a los nuevos tiempos, con internet. No vende lo mismo que vendía su abuelo o su padre y tampoco lo hace de la misma manera.Samuel SánchezEs alfombrista en el hotel Ritz, donde trabaja desde hace 28 años, 18 de ellos como restauradora de alfombras. La anterior alfombrista del hotel fue quien la enseñó. Para ella es un trabajo muy bonito pero muy duro porque se hace en el suelo. En el Ritz las alfombras son distintas en cada habitación, son de lana 100 por 100, de trama de algodón y de nudo turco, que ya se van perdiendo y solo quedan en palacios y en las Cortes.Samuel SánchezAprendió en el pueblo con su tío a los 8 años. Para él, esto es toda su vida. Lleva en Madrid 60 años, siempre dedicándose al mueble de encargo. Con él trabajó su hijo pequeño. El futuro lo ve muy malo porque con las fábricas modernas el mueble antiguo se va perdiendo y también el aprendizaje.Samuel SánchezEmpezó con 13 años, por la mañana en la cerería y por la tarde estudiando. Se dedicó a la electrónica pero tuvo que volver al negocio familiar cuando cerró los talleres. La cerería Ortega tiene 121 años, fundada por su abuelo. Han trabajado también allí su padre, su madre y ahora con él su mujer. Sigue haciendo lo que hacía su abuelo, y lo considera una tradición con el encanto de que viene gente que ya venía con sus padres cuando eran pequeños. El futuro lo ve incierto, antes se trabajaba mucho para las iglesias y los santos, ahora eso ha desaparecido, pero la gente, con la crisis, también pone velas en casa que antes no lo hacía.Samuel SánchezA los 11 años aprendió con los pastores de pueblo, con tijera manual. Ha evolucionado al esquileo suelto, al estilo australiano y de Nueva Zelanda, con herramientas eléctricas, que para él hace que el ganado esté más cómodo y sea más rápido y con menos estrés para las ovejas. Lo considera también un deporte para el que la preparación física es fundamental. Cree que no hay hoy en día un servicio de esquiladores adecuado, y que el gobierno debería fomentar la cantera de esquileo.Samuel SánchezEmpezó con su padre en 1975, que le enseñó el oficio que luego mejoró con otros profesionales. Trabaja mucho para cine y teatro. Su hijo continuará con el negocio, que es la sombrerería más antigua de España 'Sombrerería Medrano'.Samuel SánchezSu abuelo fundo la empresa en 1934, en la calle Embajadores 156, en Madrid.Samuel SánchezCree que es un oficio en extinción, que requiere de mucha disciplina y paciencia, y le preocupa que no haya sucesores. Para ella, todas las prendas que llegan a sus manos tienen solución.Samuel Sánchez