Espacios públicos para todos
Nuestra manera de abordar los espacios públicos es decisiva para que la transición hacia la ciudad viva, fluida, sagaz e inclusiva del futuro sea un éxito
Este lunes 5 de octubre se celebró el Día Mundial del Hábitat de las Naciones Unidas, que este año se dedicó a los espacios públicos para todos. Una ocasión que quiero aprovechar para retomar este tema que desempeña un papel crucial en la transición urbana hacia una ciudad viva que espero y deseo que se produzca en el ámbito nacional e internacional.
En su resolución 40/202 del 17 de diciembre de 1985, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el primer lunes de octubre de cada año como el Día Mundial del Hábitat. El objetivo de esta jornada es reflexionar sobre el estado de nuestras ciudades y avanzar en el derecho fundamental que todos tenemos a una vivienda adecuada. Este año el tema de la jornada es un tema fundamental de mi enfoque sobre la ciudad del futuro: los espacios públicos para todos. De hecho, he dedicado una serie de artículos a este tema.
Efectivamente, me parece que nuestra manera de abordar los espacios públicos es decisiva para que la transición hacia la ciudad viva, fluida, sagaz e inclusiva del futuro sea un éxito. Y es que en los espacios públicos se materializan todos los aspectos que constituyen la renovación urbana. Por ejemplo, la manera como se acondicionan las grandes plazas centrales pone de manifiesto las decisiones que han tomado los gobiernos en términos de movilidad: ampliación de las zonas peatonales, estrechamiento de los carriles destinados a los coches, creación de vías dedicadas para la circulación no motorizada y los transportes colectivos. El tranvía, los teleféricos urbanos y el conjunto de dispositivos que tienen la capacidad de comunicar e integrar zonas urbanas hasta ahora aisladas del centro de la ciudad marcan una nueva forma de organizar y disponer de unas redes viarias a la vez fluidas y ligeras.
La manera como una ciudad se integra con la naturaleza también se pone de relieve en sus espacios públicos y desempeña un papel esencial para hacer frente a los grandes retos climáticos y ecológicos: recorridos verdes, más espacio para parques y jardines, acondicionamiento de las orillas de los ríos, etc. No se trata simplemente de plantar algunos árboles más, sino directamente de reintroducir la naturaleza en la ciudad reforzando su patrimonio natural, revalorizar la biodiversidad urbana y proporcionar a los habitantes este ecúmeno que Augustin Berque nos recuerda con su frase “entre yo y yo, la tierra”. También es un componente primordial en la búsqueda de la armonía y la coherencia del hombre como parte integral del paisaje urbano. Si aprovechamos este patrimonio, podemos remodelar el aspecto de una ciudad: paseo por el río, valorización del patrimonio fluvial histórico, rehabilitación de su flora y su fauna, construcción de auténticos doseles arbóreos urbanos, vegetalización de los espacios, organización de festivales...
En América Latina, los niños se apropian de todos los espacios que tienen a su disposición para jugar
Los espacios públicos también pueden dedicarse al arte, street art, exposiciones perennes o efímeras, conciertos, cine al aire libre, espectáculos; o al deporte, como es el caso en América Latina, donde los niños se apropian de todos los espacios que tienen a su disposición para jugar. El patrimonio urbano también se puede poner de relieve en estos espacios, y es una manera de reforzar la memoria colectiva, erigirla en cultura para reforzar el sentimiento de pertenencia de los habitantes. Debido a todos estos aspectos, los espacios públicos contribuyen a crear una identidad socio-territorial fuerte y a estrechar los vínculos entre los habitantes y su territorio, por un lado, así como entre los propios habitantes.
Asistimos al nacimiento de nuevos espacios de intercambio dentro de las ciudades que modifican nuestras relaciones con los espacios públicos. Y estos mismos espacios hacen que nazcan nuevas relaciones sociales y nuevas maneras de interaccionar. A menudo, estos espacios públicos se desvían de su uso inicial. No debemos considerarlos nunca como acabados, ya que ello origina nuevas maneras de utilizarlos, a menudo sorprendentes y siempre creativas.
El reconocimiento actual del papel crucial de los espacios públicos va acompañado de una voluntad de reconquista. Salimos de varias décadas dominadas por el paradigma del coche individual: desde la posguerra, los espacios públicos de las ciudades eran ante todo vías dedicadas a los vehículos de dos y cuatro ruedas. Así pues, asistimos a un cambio profundo: los espacios públicos son redescubiertos por el público, el público urbano, que los hackea y se adueña de ellos para remodelarlos a su imagen. Se convierten en lugares de encuentro, de mezcla, de vida, de intercambio. La acupuntura urbana, tema al que también he dedicado un artículo en estas columnas, responde igualmente a esta tendencia. Se refiere a las acciones locales llevadas a cabo por la sociedad civil para apropiarse y transformar su barrio en un modelo austero, sagaz, ágil, que complemente los grandes ejes de planificación urbana emprendidos por los municipios.
Numerosas ciudades de todo el mundo quieren reconquistar sus espacios públicos. Existe un premio europeo al espacio público urbano, que recompensa las mejores iniciativas en los países europeos, y actualmente se dedican múltiples artículos y trabajos científicos al tema. Podemos mencionar algunos buenos ejemplos en Francia: París, que ha apostado fuerte en este sentido con el acondicionamiento de las vías a orillas del río, para lo cual ha pedido la opinión de los propios parisinos en un modelo participativo; Nantes, ciudad ejemplar en este sentido, considera sus espacios públicos como lugares de interacción, de “fricción creativa” por citar las palabras de Francky Trichet, teniente de alcalde; de hecho, se observa una verdadera hibridación entre el territorio de Nantes y Las Máquinas, que se han convertido en los símbolos vivos, actuales; Marsella, que en 2014 recibió el premio europeo al espacio público urbano por la remodelación de su puerto viejo, abierto ahora a los peatones y los ciclistas. En el extranjero, las iniciativas se multiplican: Bristol, Sydney, Montreal… por ejemplo, ciudades a las que ya he dedicado algunos artículos, se muestran muy dinámicas en este aspecto. A la inversa, los espacios públicos pueden verse acaparados por actividades que impiden que los habitantes se apropien de ellos: es el caso de Barcelona, donde el impacto del turismo en los espacios públicos, en particular en Las Ramblas, ha sido objeto de un importante reto político en las últimas elecciones.
Salimos de varias décadas dominadas por el paradigma del coche individual
Les remito al interesantísimo Project for Public Spaces, que recoge ejemplos de buenas prácticas de todo el mundo: en Zaragoza (España), por ejemplo, el proyecto experimental estonoesunsolar ha permitido reconvertir espacios urbanos vacíos o sin utilizar en atractivos espacios públicos para los habitantes. Ya se han movilizado más de 60 asociaciones de barrio, que han permitido dar una nueva vida a 33 espacios, es decir, una superficie superior a 42.000 m2. Otro ejemplo es el Campus Martius Park de Detroit, convertido en la última década en uno de los espacios públicos más dinámicos de Estados Unidos. A lo largo de todo el año, estos espacios verdes en el corazón de la ciudad congregan a los habitantes de los barrios vecinos para realizar actividades diversas (yoga, patinaje, clases de baile, etc). De hecho, el parque ha contribuido enormemente a la revitalización económica de los blocks de alrededor.
Queda claro que los espacios públicos son el corazón y el pulso de una ciudad, que vibra al ritmo de la vida que se desarrolla en ellos. En estos espacios convergen todos los retos de la ciudad: gobernanza, gestión de los flujos, exclusión, democracia local, entorno, accesibilidad. Apostar por la renovación de los espacios urbanos es una manera excelente para un municipio de acompañar la transformación hacia los nuevos modelos económicos y sociales de nuestro siglo XXI. Ya que es también en estos lugares de encuentro, de fricción, de mezcla, donde se desarrollan los usos y servicios del futuro.
El profesor Carlos Moreno es especialista en inteligencia urbana y ciudades inteligentes. Este es su blog en la página i-ambiente.
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