Llevar el agua a su molino

Todos lo hacemos, así que forma parte de nuestra cultura y nadie se siente especialmente molesto cuando otros lo hacen. Pero quienes sí nos sentimos especialmente molestos, lo único que está en nuestras manos es constatar, y, por supuesto, denunciar, la falta de objetividad en el tratamiento del tema, el que sea. Porque basta con el silencio de una parte de la verdad para dar una imagen distorsionada de la realidad. Este es el caso del artículo de David Harris, director ejecutivo del Comité Judío Americano, publicado en este diario el pasado día 19. No entro a debatir si todo lo que dice es verdad, muy probablemente lo son la mayoría de sus reflexiones, me interesa más lo que no dice: el incumplimiento de Israel de numerosas resoluciones de la ONU, la superioridad desmesurada de su aparato defensivo comparado con el de los palestinos, la construcción de esos asentamientos, que suponen un obstáculo infranqueable para nuevos encuentros en busca de entendimiento, y otros detalles que David Harris conoce mejor que yo. Llevar el agua al propio molino, ignorando deliberadamente la ecuanimidad, no es la mejor forma de alcanzar esa paz entre palestinos e israelíes que tanto deseamos todos.— Carlos Saura Garre.