“Nosotros vamos con nuestro nieto”
José Gómez y Torcuata García, abuelos del delantero alemán Mario Gómez, siguen desde Albuñán (Granada) la Eurocopa donde quieren una final España- Alemania
Albuñán, un pequeño pueblo granadino situado en el límite norte del Parque Natural de Sierra Nevada, sueña con una final entre España y Alemania. Si llega, el pueblo irá con La Roja, pero algunos de sus vecinos sentirán una enorme alegría si la selección nacional encaja un gol del delantero Mario Gómez. Esta pequeña localidad, de unos 450 habitantes, es la tierra de los abuelos y el padre del goleador. José Gómez y Torcuata García emigraron a Alemania en 1966 y 1970, respectivamente, y regresaron a España en 1988. Ya había nacido Mario, uno de sus ocho nietos.
En general, los habitantes de esta tranquila localidad van con España pero en función de la consanguinidad sienten más o menos cariño por el conjunto alemán, aunque Albuñán es un municipio fundamentalmente merengue.
Las citas en el pueblo para los partidos en los que el delantero de doble nacionalidad se enfrenta a un equipo español son en el restaurante del complejo turístico rural La Hacienda del Marquesado, que regenta su primo Hermann Sierra Gómez. Se crió con él en Alemania pero regresó a España para montar un negocio. Dentro y fuera del establecimiento cuelgan las banderas de España y Alemania. “¿Está claro mi pronóstico, no?”, bromea.
El Ayuntamiento tiene intención desde hace años de cambiar el nombre de la calle en la que viven José y Torcuata, Balsa del Lino, por el de Mario Gómez. El delantero que visitaba de niño cada verano a sus abuelos tiene más complicado escaparse ahora a esta comarca, sin embargo, “siempre que puede intenta venir a darles un beso”, explica su primo. “Es muy familiar, educado y respetuoso”, apunta la abuela.
El restaurante lo han bautizado en el pueblo como ‘El Santuario de Mario Gómez’ y está lleno de imágenes del jugador, además de varias camisetas firmadas. Pero si alguien hay orgulloso en esta comarca por el deportista, esos son sus octogenarios abuelos. José reconoce que cada partido se pone “más nervioso” y Torcuata que “no puede aguantar” cuando lo ve caer al suelo y a veces incluso “llora por si se ha hecho daño”. Los dos hablan de él con tanta satisfacción que se les nota con solo mirar sus ojos.
No es para menos, en parte, también es su logro. Durante su estancia en Alemania, trabajaron duro. José, en un vivero y Torcuata, en un colegio con niños internos. “Sufrimos, sobre todo al principio que no entendíamos”, asegura la abuela del futbolista que recuerda los primeros años de vida de Mario. “Estaba mucho con nosotros ya que vivíamos en la planta de arriba de su casa”. Cuando el matrimonio regresó, el mayor contacto se producía en verano. El niño jugaba con la pelota en las calles del pueblo y, según su abuela, “todos querían ir en su equipo, era el que ganaba siempre”.
“Estoy muy orgulloso, para qué voy a decir que no”, añade José, que se sabe de memoria los tres goles que Mario Gómez ha marcado en la Eurocopa. No les importaría que el torneo lo ganara España, ahora bien, si tiene que perder que sea con goles del delantero del Bayern. Y es que una cosa tienen clara: “Vamos con nuestro nieto”. Ahora están disfrutando, pero la abuela advierte con aplomo algo antes de marcharse a casa: “Tenemos que saber que siempre no va a ganar”. Mientras tanto, ella y su marido confían en que esta vez su nieto sea el máximo goleador de la Eurocopa.
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