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Nos queda la palabra

Los políticos callan. Convocan supuestas ruedas de prensa en las que no aceptan preguntas y responden con evasivas a lo que los periodistas (por delegación de la ciudadanía) quieren saber. Nada tiene de raro que la palabra emigre a los cartelones que ofrece el movimiento Democracia Real Ya en la plaza de Catalunya de Barcelona. Puede escribir cualquier que tenga algo que decir. Ayer se podían leer muchas cosas.

La primera era una frase que anunciaba: "Esta plaza ha sido reclamada por el pueblo". Espacio de libertad para comunicar a todos que "la revuelta contra la clase política y la banca ha comenzado". Todo muy pacífico, pero dejando las cosas claras: "Si no hay pan para los pobres, no habrá paz para los ricos". No está de más en una época en la que parece confirmarse el vaticinio de Marx (don Carlos), según el cual lo ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres.

Lo que puede leerse en la plaza pública, convertida en ágora libre, son escritos hechos a mano, en grandes paneles al alcance de todos. Alguien invita a no quedarse quieto: "Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos". Y una voz que surge de la revuelta del Mayo del 68 afirma con rotundidad: "Sexo cada cuatro años es abstinencia", mientras otro avisa: "Si no te mueves, no notas las cadenas". Sin olvidar la reflexión dirigida directamente al lector: "¿Estás mirando? Únete a nosotros".

Una parte de la derecha, tan amante de las teorías conspiratorias, se pregunta quién hay detrás. Nadie. Son los que son. Y tienen algo claro: "Esto no ha hecho más que empezar. Estamos despiertos".

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