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Reportaje:

Las mujeres de un Camps en soledad

El presidente valenciano perdió a su colaboradora más cercana cuando más arreciaba el 'caso Gürtel'

A salvo de las cámaras, la tinta y los micrófonos por la avalancha informativa de las últimas semanas (secuestro del Alakrana y de los cooperantes, caso Haidar, el Estatuto catalán y el Tribunal Constitucional...), el president de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, acudía sonriente a la Conferencia de Presidentes en Madrid la segunda semana de diciembre. Desde su entorno aseguran que está tranquilo, que el caso Gürtel, en lo que le afecta ha sido una injusticia y que "la diferencia con hace unos meses es que él ya sabe dónde está, dónde pisa, y de dónde vienen los tiros".

Tranquilo o no, Camps ha visto cómo su mano derecha, su jefa de gabinete durante diez años, Ana Michavila, ha dejado el puesto. Conocida por su carácter imperturbable y capacidad de mando entre los miembros del partido y el Gobierno valenciano, Michavila abandonó cuando más fuerte llovía, cuando Camps tuvo que prescindir de Ricardo Costa, su secretario general, y perdió el favor de Mariano Rajoy. Camps se encuentra cómodo entre colaboradoras. A falta de su ex jefa de gabinete, el presidente de la Generalitat cuenta en su círculo más próximo con la secretaria autonómica de Comunicación, Nuria Romeral, con Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, y con Paula Sánchez de León, portavoz del Gobierno desde agosto.

"Ana michavila tiene una relación cordial con el presidente; se fue por cansancio, no por que se hubiesen distanciado"

Ana Michavila, hermana de José María, ex ministro de Justicia, encarna el antiguo entorno de Camps, la cara del sanedrín con el que llegó a la Generalitat en 2003. La prensa acudió rauda a su figura cuando a mitad de septiembre de 2009 dejó su puesto: ¿quién es?, ¿por qué se va ahora que Gürtel aún colea? ¿se ha enfriado su relación con Camps? De ella se escribió que tenía mucha influencia en el Palau de la Generalitat, que fue el puño de hierro del campsismo contra los restos del zaplanismo, y que cuando acabaron con ellos y llegaron nuevas caras (Costa) tras las elecciones de 2007, se distanció y finalmente dimitió. Ella alegó motivos personales (trasladaban de destino a su marido, militar, de París a Madrid). Fuentes cercanas a Michavila en el PP valenciano advierten de que "el año que han pasado [Camps y Michavila] ha sido muy duro por todo el asunto Gürtel; la relación entre una jefa de gabinete y un conseller es muy estrecha, las broncas son normales. Ana es una persona directa y con mucho carácter, pero se ha ido por puro desgaste y no por distanciamiento del presidente".

Michavila y el zaplanismo

El PP valenciano arrasó en las elecciones autonómicas de mayo de 2007. Ganó seis escaños y seis puntos porcentuales de voto respecto a 2003, los primeros comicios en los que Camps fue candidato. Eduardo Zaplana, que era el presidente, se fue de ministro a Madrid antes de acabar la legislatura y designó a Camps su sucesor para volver a ganar en 2003. El nuevo presidente de la Generalitat libró una batalla a muerte por el poder con su antecesor, antiguo amigo y mentor, un hecho que la prensa pensó que podría pasar factura al partido en las elecciones de 2007, pero no fue así. Ana Michavila tuvo mucho que ver en la batalla librada. Su carácter y comodidad en el mando fue convirtiendo poco a poco el aparato zaplanista a la nueva fe. Ése fue su mayor logro, pues una vez Camps arrolló en las urnas en 2007, Michavila embistió contra el antiguo régimen: en julio de 2007, Presidencia cambió de puesto o despachó a más de 50 miembros del segundo escalón del Gobierno valenciano. Michavila ponía y quitaba según su confianza y tornó campsista una administración que hasta hacía dos días reverenciaba el suelo que Zaplana pisaba. Lo controlaba todo.

Con el paso del tiempo, sin embargo, Michavila había dejado de encargarse de la organización de actos y eventos del partido y Álvaro Pérez, El Bigotes, cabecilla de la parte valenciana de la trama Gürtel, metió el pie en el círculo de confianza del presidente y organizó los actos de la campaña electoral de 2007. "Le puede pasar a cualquiera", dice un alto cargo. "Todos los días nos viene gente para pedirnos tal o cual cosa, para que les encarguemos trabajo. Álvaro Pérez era de estos, un pelota". A Camps se lo metió en el bolsillo, como muestran las grabaciones recogidas en el sumario judicial de la trama Gürtel; dos años después, cuando la tormenta mediática sobre el Gobierno valenciano estaba en su apogeo, entre septiembre y octubre de 2009, Ana Michavila dice adiós. "Lo tenía pensado desde antes", justifica una compañera del partido, "ella iba a ver a su esposo a París los fines de semana que podía, pero claro, imagina el desgaste que supone eso con la que estaba cayendo". Al marido lo trasladaron a Madrid y ella decidió dejar Valencia.

A Ana Michavila le ha sucedido Pablo Landecho, que ya fue asesor de Camps en su primera legislatura. Quien le conoce en el PP dice que es una persona "equilibrada y válida". Pero a Michavila es difícil sustituirla. "A Ana le gustaba mucho el mando, controlar; no se podía hablar con el presidente sin que ella lo supiera. Ése grado de confianza sólo se alcanza con el tiempo" recuerda una fuente cercana a Presidencia.

Pese a la desaparición de Michavila y de Ricardo Costa, "el presidente no se ha quedado solo" según las mismas fuentes. "Costa era un colaborador más, como Gerardo Camps o Juan Cotino. No venían más que ellos al Palau. Además, a Antonio Clemente [el nuevo secretario general del PP valenciano] lo conoce desde hace mucho, así que de solo nada".

El apoyo de Rita

Camps no está solo. Se ha quedado cojo sin su jefa de gabinete, pero el cariño y el afecto que nunca se le ha concedido a Ana Michavila, a quien la prensa ha tildado de seria, sobria, difícil y distante, se lo da Rita Barberá, la alcaldesa de Valencia. "Ella ha hecho cosas por él que no haría por cualquiera, se tienen mucho cariño", afirma un alto cargo del Gobierno valenciano que no cree que este aprecio atienda a intereses ocultos. Barberá ha respaldado a Camps en los momentos más complicados de los últimos meses, desde que la prensa asoció el nombre del president a la Gürtel en febrero de este año, -y Camps leyó un comunicado arropado por casi todos sus consejeros y Barberá-, hasta la reunión del Comité Ejecutivo del partido el pasado 13 de octubre; Pese a todo, dicen fuentes del PP, a Barbera "no se le señala", es decir, no se le tiene en cuenta como apoyo del presidente. Tampoco a Nuria Romeral, secretaria autonómica de Comunicación que acompaña a su jefe a todas partes, ni a Paula Sánchez de León, que desde agosto compatibiliza la Consejería de Justicia con las funciones de portavoz del Gobierno. Las tres conforman el apoyo de Camps, ahora que Michavila se ha ido, desde tres ángulos distintos: Barberá desde Valencia, Romeral en su equipo de trabajo y Sánchez de León en el Gobierno que dirige. Son el almidón que fija una sonrisa "tranquila".

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