_
_
_
_
Tribuna:Fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las tasas del conocimiento

Durante el reinado de Ana I de Inglaterra en 1712 se promulgó la Ley del Timbre y las tasas sobre el papel no sólo para atender a la financiación del Estado, sino también para doblegar el poder naciente de la prensa diaria que empezó a desarrollarse a raíz de la abolición de la censura en 1695.

De hecho, los grupos minoritarios instaurados en el poder mediante las tasas sobre el papel (que alcanzaron su punto álgido en el año 1798 en que se prohibió la importación de papel extranjero) y las leyes contra los libelos intentaron mantener bajo control la esfera pública, sacando del mercado, por no pagar los impuestos, a los pequeños y temidos diarios populares. Sin embargo estas tasas bautizadas como "tasas del conocimiento" fueron atacadas por los radicales y surgieron periódicos en los que prevalecía la opinión que las desafiaron.

Pero al igual que no faltaron detractores tampoco faltaron defensores. El más significado fue el famoso editor y hombre de negocios francés Charles-Joseph Panckoucke (26/11/1736-19/12/1798), conocido por la edición de la Encyclopédie Méthodique, y propietario de destacados diarios de la época, como el Mercure de France, o La Gazette. Panckoucke era partidario de una Monarquía Constitucional, y consideraba la Libertad de prensa en Paris como el escándalo de Europa. Estaba enfrentado con los "Journaux" y en particular odiaba a las "feuilles volantes" a las que definía como "ese torrente de hojas de todo tipo que se imprimían de noche y en apenas dos horas, con los que se puede infectar a un suburbio, una ciudad entera en muy poco tiempo", y veía en el modelo ingles "un medio muy simple para circunscribir la libertad de prensa a sus verdaderos limites sin necesidad de censura" ( El Mercure 15-12-1792 ). Tal era su admiración que llegó a proponer a la Asamblea Constituyente que adoptara el sistema de tasas. La iniciativa no prosperó, los feuillants se hicieron con el control y Panckoucke se retiró de la política.

En Inglaterra las "tasas del conocimiento" estuvieron vigentes hasta 1861 si bien a partir de 1833 empezaron a reducirse, y no es casual que unos años más tarde, en 1870, surgiera la Ley de Educación que impuso la escolarización obligatoria. Al desaparecer las tasas, el papel pasó a regirse por las reglas del comercio, lo que favoreció la libertad de prensa. La abolición fue celebrada no sólo por los periódicos, sino también por la sociedad en general, ya que habría "un nuevo y extenso campo hasta ahora desconocido para la actividad de autores de genio y talento", en palabras del Daily Telegraph. "El conocimiento es poder" decía una máxima estampada en cada entrega del Poor Man?s Guardian, periódico de 1831. Y por conocimiento entonces como ahora se entendía algo más que información, sus fuentes no se limitaban a los periódicos. Libros, revistas y otras publicaciones también lo eran, pero el soporte siempre era el mismo: el papel.

Desde que en 1456 Gutemberg imprimiese la Biblia hasta llegar a Internet, pasando por la Encyclopédie, el conocimiento se ha ido acumulando y sus fronteras ensanchándose, a medida que se abarataba la impresión se popularizaba la lectura, y fueron apareciendo las campañas de alfabetización hasta llegar a la escolarización obligatoria y la educación como derecho universal.

En la nueva era digital el papel está dejando de ser el soporte del conocimiento y se está digitalizando, está pasando de las universidades, bibliotecas, instituciones de todo tipo a la red, convirtiéndose así en el centro universal del saber. Pero lo más importante es su accesibilidad desde cualquier punto del Planeta y absoluta disponibilidad para cualquiera que disponga de un ordenador y una conexión de banda ancha. Por primera vez en la historia de la humanidad tenemos tecnología capaz de hacer posible la igualdad de oportunidades en el acceso al conocimiento. Pero el acceso que antes dependía del papel ahora depende de la banda ancha y los dispositivos de conexión y procesamiento, por ello al igual que sucedió con el papel el impuesto sobre estos últimos grava al conocimiento.

Por eso, España al implantar el canon por copia privada, sobre determinados equipos y soportes, no sólo restaura un privilegio propio de la sociedad estamental que la Ilustración dejo atrás, sino también impone una nueva tasa sobre el conocimiento, acrecentada con el anunciado canon sobre el ADSL para financiar la TVE. Estas iniciativas nos alejan de Europa, rompen la igualdad de oportunidades, impiden el desarrollo de la cultura y la creatividad, obstaculizan el desarrollo de la sociedad del conocimiento, perjudica a los más jóvenes y a quienes tienen menor poder adquisitivo.

Hoy en día el conocimiento no es posible más que con la transmisión de datos. ¿Que sentido tiene un libro que no puede ser leído?, lo que implica la necesidad de que la banda ancha llegue a todas partes con independencia de la rentabilidad de las líneas, por ello es fundamental que forme parte del servicio universal y que se garantice la neutralidad de la red. Pero el nuevo canon sobre la maltrecha red de ADSL española, una de las más caras y lentas de Europa, fomenta justo lo contrario.

Pedro Martínez es fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid

Pedro Martínez, fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid
Pedro Martínez, fiscal del Tribunal Superior de Justicia de MadridLUIS MAGÁN

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_