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Reportaje:

Hacia la arqueología del siglo XXI

La Generalitat presenta un Plan Integral para adaptar la disciplina a las necesidades actuales

Cataluña tiene un gran número de yacimientos arqueológicos repartidos por todo el territorio. De hecho, sólo unos cincuenta pueblos catalanes no cuentan con uno en su término municipal y los demás tienen uno o más. En 1981 se concedieron 106 permisos de excavaciones. Por entonces los arqueólogos eran eruditos románticos (o al menos se le veía así) que se dedicaban a buscar objetos más o menos importantes.

Desde entonces el escenario ha cambiado. Ahora se conceden cerca de 2.000 permisos cada año (677 en lo que va de año, un 77% para trabajos preventivos y el resto programados) y el arqueólogo es un gestor cultural que pone en alza el patrimonio de una localidad, lo revaloriza y lo convierte en objeto turístico y por lo tanto económico. La Generalitat presentó ayer un Plan Integral para la Arqueología de Cataluña (PIACAT) con la idea de replantear de forma general la arqueología catalana y adaptarla a los nuevos tiempos.

El PIACAT contempla grandes cambios, entre ellos la reforma de la Dirección General de Patrimonio, mediante cuatro decretos que llevarán a crear la nueva sección de Paleontología, el Consejo Nacional de Arqueología y Paleontología, que propondrá actuaciones, aprobará programas y velará para que se cumpla el código deontológico; el Servicio de Inventario del Patrimonio Inmueble y Mueble y establece la dependencia del Centro de Arqueología Subacuática (CASC) de la Subdirección General de Patrimonio. Además, aumenta el protagonismo del Museo de Arqueología de Catalunya (MAC) que por primera vez se incluye en la planificación global del patrimonio arqueológico catalán, ya que se encargará de las acciones científicas y gestionará los depósitos de materiales.

"Esto no significa que no sigamos con nuestro planes de integrarlo en un centro que abarcará más disciplinas, pero no pone en riesgo ninguna realidad sino que la mejora", afirmó Joan Manel Tresserras, consejero de Cultura y Medios de Comunicación, tras la presentación del PIACAT. Durante año y medio 150 expertos vinculados con la arqueología (investigadores, gestores y museólogos) se reunieron en 11 mesas sectoriales. En enero, como si de una carta a los reyes magos se tratara, entregaron sus conclusiones al consejero Tresserras que se comprometió a tener redactado un plan integral antes de verano.

Con retraso, Tresserras explicó ayer que el PIACAT recoge "el 95% de las reivindicaciones que se le entregaron". Según expuso su director general, Josep Maria Carreté, se crearán estudios de grado de Arqueología dentro del Plan Bolonia y de posgrado, que permitirán "la creación de un colegio profesional", una de las reivindicaciones más antiguas de los arqueólogos; se doblarán el número de arqueólogos territoriales; se reducirá la burocracia y se facilitará el acceso al trabajo de investigación tras digitalizar las memorias de excavación.

Además, se creará un registro de empresas (una treintena que dan trabajo a unos 400 profesionales) y se destinará un millón de euros anuales para musealizar y señalizar los yacimientos y conseguir un mayor número de visitantes. El PIACAT, que estará totalmente operativo en tres años, contempla pasar de los 30 millones de euros anuales que se dedican a patrimonio arqueológico a 35 millones en 2013. "Es un gesto de ambición" destacó Tresserras, "ya que se impulsa en un momento de crisis". El catedrático de Prehistoria Miquel Molist, que hace seis meses entregó en nombre de los arqueólogos el informe al consejero afirmó que el colectivo "que es crítico pero colaborador" estará contento con el PIACAT porque es una revisión que hacía falta desde los años ochenta. "Ahora estaremos pendientes de que se aplique de forma correcta", sentenció el profesor.

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