En la cumbre del M´Goun (4.071 mts.)

Hoy no habría sido mala idea quedarse en el refugio para descansar del porteo de las mochilas hasta aquí e intentar la cumbre mañana. Pero cuando uno va con amigos machacas y curtidos en mil batallas estas flaquezas humanas ni se plantean, ¡por supuesto! Así que bien temprano empezamos a caminar en dirección a la pared norte del M´Goun. El día despierta revuelto, uno de esos días de alta montaña que igual puede terminar en un sol reluciente que en una tormenta de libro; una luz espectral envuelve nuestros soliloquios mañaneros. Se necesitan entre 8 y 10 horas para hacer cumbre y regresar al refugio. "Va a ser un día muuuy largo", pienso para mis adentros. .

La arista cimera del M´Goun es famosa por su espectacularidad. En verano es un amplio sendero de piedra con unas vistas soberbias a ambos lados. Con mucha nieve, como es el caso, se puede complicar un poco más, sobre todo si está muy dura. Hay momentos en los que vas con un pie en una vertiente y otro, en la otra. Un patinazo... y caes varios cientos de metros. Por suerte, hoy la nieve está muy blanda y el agarre es bueno. El guarda ya nos dijo que éramos los primeros en intentar la cima esta temporada, lo que significa que hay que ir abriendo huella todo el camino; honor que le he dejado a uno de mis colegas machacas, que anda "sobrao" de fuerzas. No tengo madera de héroe. Aquí estoy en la antecumbre occidental, a 4.011 metros. La cima se va cerquita, allí al fondo..
¡Por fin, la cumbre! Mi compañero de fatigas, Antonio Alpañez, en el monolito que marca la cumbre del M`Goun (4.071 mts.), la tercera cima del Atlas. Y para muchos la más bella por solitaria y aislada. En la literatura montañera aquí van siempre comentarios sobre la felicidad por el esfuerzo, la superación del ser humano que vence dificultades, etc. Pero a mi lo que más me embarga en este momento es un placer estético por el paisaje tan soberbio que nos rodea. Al norte, los picos afilados y nevados del Atlas. Al sur, una ladera de piedra desnuda interminable, infinita, que termina en el gran Sahara. Una postal alpina por un lado; un fotograma del desierto más grande de la tierra, por otro. Un deleite para las retinas que solo puede vivirse aquí, en las cimas de estas montañas maravillosas de un país maravilloso.Comentarios
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