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El árbol de Gernika se marchita a los 146 años

El roble, "símbolo de las libertades del pueblo vasco", estaba enfermo desde hace décadas, y el calor del pasado verano ha acelerado su agonía

Las altas temperaturas registradas durante el pasado mes de agosto han dado la puntilla a todo un símbolo para los vascos. El árbol de Gernika, el roble centenario testigo de los nombramientos de lekendakaris y diputados generales de Vizcaya, ha acabado por marchitarse y morir tras 146 años de existencia. Pero el calor no ha sido la causa principal de su lenta agonía, que ahora toca a su fin. El roble convivía desde hace varias décadas con el letal hongo Armillaria mallea, que junto a otro parásito que afectaba a sus hojas, había mermado considerablemente su "sistema circulatorio". Esta primavera se esperaba que sus hojas volvieran a brotar, pero no ha sido así. En su lugar, se plantará el próximo enero un retoño de unos 15 años, según ha explicado en rueda de prensa la presidenta de las Juntas Generales de Vizcaya, Ana Madariaga.

En todo caso, antes de plantar el nuevo roble se acometerá el saneamiento de la zona, sustituyendo la tierra contaminada por los hongos, creando un sistema de drenaje y dotando al próximo árbol de más espacio para su crecimiento, según ha garantizado Madariaga.

"Símbolo de las libertades del pueblo vasco", es posiblemente el "árbol más estudiado del mundo" gracias a los cuidados a los que ha sido sometido desde 1992 y que hubieran permitido prolongar su vida si no hubiera sido por el calor del pasado verano, ha lamentado Madariaga.

El roble muerto, con una altura de 12 metros, es el tercero que ha decorado los exteriores de la Casa de Juntas de Gernika. El primero de ellos, llamado el Padre, se plantó el siglo XIV y vivió 450 años, mientras que el segundo, conocido como el Viejo y cuyo fósil se conserva en los jardines de la Casa de Juntas, estuvo vivo entre 1742 y 1892.

El roble, cuando aún estaba sano, en el patio exterior de la Casa de Gernika.
El roble, cuando aún estaba sano, en el patio exterior de la Casa de Gernika.ARCHIVO

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