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'CASO GESCARTERA'

La contable declara que Camacho movió a diario durante cinco años el dinero de caja

Ángeles Leis, que ayer pasó de testigo a imputada, ha asegurado ante la juez Palacios que el propietario de la agencia abonaba con los últimos ingresos el dinero que otros inversores retiraban

La contable de Gescartera, Angeles Leis, imputada en el caso que instruye la juez Teresa Palacios, señaló en su declaración de ayer que en la caja fuerte de la agencia de valores "no había dinero", ya que "normalmente" el propietario de Gescartera, Antonio Camacho, "lo recogía el mismo día" en que era depositado.

Leis ha explicado que esta forma de operar se venía desarrollando en los últimos "cuatro o cinco años". Su comparecencia de ayer fue suspendida después de que la juez decidiera cambiar su condición de testigo a imputada.

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Dossier:: El 'caso Gescartera'

Según el acta de su declaración de ayer en el Juzgado Central de Instrucción número 3, la contable afirmó que había dinero que se sacaba de las cuentas bancarias de Gescartera a través de cheques nominativos o al portador que nunca llegaba a la caja fuerte. Estos talones los rellenaba ella, mientras que la firma correspondía a los apoderados de la agencia, Camacho, José María Ruiz de la Serna y Javier Sierra de la Flor.

Angeles Leis ha afirmado no recordar qué cheques se extendían con más frecuencia, si los de 495.000 pesetas (2.975 euros) o los de más de 10 millones (60.100 euros). Según ha asegurado, se percató hace tres años de las salidas de fondos con talones al portador de la cuenta de La Caixa que se nutría con los ingresos de los clientes.

Así, le preguntó a Camacho el motivo por el que esta cuenta se estaba vaciando con talones y no con inversiones y el propietario de Gescartera le espetó que eso "era cosa suya". El propio Camacho le ordenó hacer transferencias de este depósito a la cuenta de BC Fisconsulting de la misma sucursal, a la que sólo tenían acceso los tres apoderados.

El que más pedía talones al portador, según Leis, era Antonio Camacho desde hace "cinco o seis años", mientras que Ruiz de la Serna lo hacía "con menos asiduidad" y Sierra de la Flor "desde que tenía firma". "Cuando se extendían los talones era a requerimiento de Camacho y Sierra los firmaba cuando no estaba Camacho", dijo.

Cheques no contabilizados

Según aseguró, el destino de los fondos de los cheques al portador no se contabilizaba "en ninguna parte de Gescartera". Los encargados de cobrar los talones eran el chófer de Camacho, José Sanz, y otro empleado. En algunas ocasiones, Leis preguntó "para qué eran" los talones, pero afirmó que "la tranquilidad del destino de los fondos" residía en lo que Camacho le contaba, ya que "no se apuntaba en ningún sitio".

Los talones de 495.000 pesetas, supuestamente destinados a pagar las ganancias de los inversores, "nunca llegaron a la caja fuerte", según ha declarado la contable. Del mismo modo, ha señalado que no todo el dinero que se cobraba de los cheques llegaba a la caja, que dependía de ella, sino que las dos personas encargadas de transportar el dinero se lo daban directamente a Camacho.

Por otro lado, ha contradicho la versión que ofreció Javier Sierra de la Flor en su última declaración en la Audiencia Nacional, al asegurar "nunca se pagó en metálico a un cliente por desinversión contra el dinero de la caja fuerte". Este dinero no sabe en qué se empleaba, pero "sí se entregaba a Camacho si éste lo pedía", mientras que esa entrega, si se producía, no se contabilizaba.

Las 30 personas que conformaban el listado de clientes de Antonio Camacho cobraban con una periodicidad trimestral cerca de medio millón de pesetas a través de un talón. Asimismo, en los últimos cinco años, cuando un cliente normal pedía la devolución de su inversión y no había dinero suficiente, lo que se hacía era pagarle con el dinero de una nueva inversión.

La juez Palacios acordó ayer suspender la declaración de Leis para informarle de que pasaba a ser imputada en el caso por los delitos de colaboración consistente en la recepción de importes por un valor global de 2.500 millones de pesetas, que representaban los cheques en los que la contable extendía la fecha y la cantidad, y de los que no daba razón de su destino.

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