La copresidenta del Club de Roma: “En las aulas de Sudáfrica persiste el racismo, no conversamos desde 1994”
Mamphela Ramphele denuncia que “30 años después del ‘apartheid’ aún hay niños de primaria aprendiendo debajo de un árbol”
La sudafricana Mamphela Ramphele (75 años, Transvaal) es una institución en su país y así se la recibe en los actos. Méritos no le faltan: copresidenta del Club de Roma ―un influyente laboratorio de ideas con un centenar de expertos de 52 países―, exdirectora gerente del Banco Mundial o ser una de las líderes del movimiento contra el apartheid junto a Nelson Mandela y...
La sudafricana Mamphela Ramphele (75 años, Transvaal) es una institución en su país y así se la recibe en los actos. Méritos no le faltan: copresidenta del Club de Roma ―un influyente laboratorio de ideas con un centenar de expertos de 52 países―, exdirectora gerente del Banco Mundial o ser una de las líderes del movimiento contra el apartheid junto a Nelson Mandela y su entonces pareja, el histórico Steve Biko, que murió en 1977 en un centro de torturas. Ramphele, que se graduó en Medicina en un campus para blancos, inauguró este marzo en Cape Town University (Ciudad del Cabo, Sudáfrica) ―de la que fue vicerrectora― Reinventing Higher Education 2023, una cumbre del mundo universitario organizada por IE University a la que este diario acudió invitado. La activista, que infructuosamente fundó en 2013 sin éxito un partido, Agang (Construir), para hacer frente al Congreso Nacional Africano en las elecciones, llevaba un traje típico de su país para reivindicar sus orígenes; en la falda amarilla una enorme silueta del continente africano y un lema: Ethnic África (África étnica).
Pregunta. ¿Cómo ha cambiado el sistema educativo en su país tras 30 años sin apartheid?
Respuesta. Ha ido de mal en peor. Aunque teóricamente los niños más pobres tienen acceso gratuito a la escuela, su calidad es indignante. Mi nieta, que tiene dos años, está por delante de un niño sin recursos de cuatro años. Nuestro Gobierno ha fallado miserablemente en la transformación socioeconómica. Si vuelas hacia Ciudad del Cabo, te topas con la belleza de las montañas y con las condiciones de vida espantosas de mucha gente. Eso divide a la sociedad. La mayoría vive en una pobreza extrema y hacia un 40% relativa. Estos son los más humillados. Si vas a una escuela en la que los niños llegan en un porsche con un iphone y tú ni siquiera tienes un teléfono, te hace sentirte menos.
P. La desigualdad arranca en la educación infantil. ¿Se matricula a los niños sin recursos?
R. Para transformar el sistema educativo en Sudáfrica tenemos que reimaginar la enseñanza, saber preparar a los niños y a sus familias para que brote el talento. La mayoría de la gente en el Gobierno aún piensa que las personas negras valen menos. Se ven importantes por tener el poder político y acceso a los beneficios materiales y no piensan en impulsar los valores de cada persona para tener colectivamente un mundo mejor.
Algunos maestros caen en las drogas y la bebida y no van a trabajar después de un fin de semana largo.
P. En una entrevista, usted aseguró que los niños pobres recibían la mitad de horas de clase que uno rico, en su mayoría blancos. ¿Sigue siendo así?
R. Uno no imaginaría que 30 años después del fin del apartheid [1948-1992], aún hay niños de primaria aprendiendo debajo de un árbol. Y los profesores no saben de la materia que enseñan. Algunos no sabrían contestar a un examen de Matemáticas de sexto grado [12 años]; tampoco de Lengua. ¿Por qué? Incluso durante el apartheid, muchos se hicieron profesores porque era la única profesión a la que podían optar. Es un círculo vicioso, no se sienten bien con ellos mismos, algunos caen en las drogas y la bebida y no van a trabajar después de un fin de semana largo.
P. ¿Nadie toma medidas?
R. El Sindicato Democrático de Maestros de Sudáfrica, en lugar de tratar de mejorar su profesionalidad, los protege cuando actúan así. Muchos niños pobres ven a un profesor que no merece su respeto; por eso hay mucha violencia en primaria y secundaria. Algunos se apuñalan y mueren o se pelean con los profesores. No nos hemos transformado en una sociedad regida por los derechos humanos, la ética. La gente pobre está atrapada en una cinta transportadora de fracaso.
P. Para el cambio en la escuela hacen falta también fondos.
R. El Congreso Nacional Africano lleva gobernando desde 1994 y financia al partido cuando tiene oportunidad. Tuvimos un negocio de armas, ¿pero contra quién luchamos? Hay cortes de luz porque han vaciado las empresas estatales que producían más energía de la que se consumía [el día de esta entrevista el ministro de Electricidad dimitió por el caos]. Tenemos el presupuesto educativo más alto de África y casi equivalente a cualquier número de países de ingresos medios; pero esos recursos tampoco llegan a la escuela, el partido se asegura de que, cuando se construya una clase o en el transporte escolar, sus amigos se queden con una parte de los fondos triplicando o cuadriplicando el precio. Es un Estado mafioso a punto de colapsar. Los jóvenes y mucha gente de mi edad se están movilizando para acabar con esta cultura de impunidad que ha impedido a Sudáfrica, que es uno de los países ricos y bellos del mundo, se convierta en lo que debería ser.
P. Los universitarios han encabezado muchas de las protestas, así como también por la subida de las matrículas.
R. Desafortunadamente, la mayoría de los estudiantes que están involucrados en estas protestas solo piensan en ellos. Si rompes una ventana en las protestas, ¿qué va a pasar con los niños que te siguen? Las primeras semanas en el campus se deberían de dedicar a comprender de dónde viene cada uno de estos jóvenes, para que se enorgullezcan de dónde vienen, aunque sean pobres, y tengan la oportunidad de mostrar que pueden hacer cosas. Cuando yo era vicerrectora aquí [en Cape Town University] creamos el Centro de Desarrollo Estudiantil. Hablábamos: ¿quién eres tú? ¿Cuáles son tus puntos fuertes y cuáles tus debilidades? Muchos alumnos están mucho más interesados en cómo posicionarse en la universidad para ser miembros del Parlamento de tal o cual partido, que por salir del campus con nuevas visiones, esperanzas y energías. ¿Cómo puede permitirse eso? Cuando cierras tu mente a las distintas opciones políticas con 20 años, estás acabado.
P. ¿Algún rayo de esperanza?
R. Le voy a dar un ejemplo, las LEAP Schools, búsquelo en Google. Son seis escuelas en las zonas más pobres del país y que, sin embargo, superan cada año en notas al resto del sistema escolar público en Ciencias y Matemáticas. Aprenden en su lengua materna [hay 12 idiomas oficiales] y orientan a los alumnos para la vida. Se les reconecta con sus orígenes desde que se presentan con el nombre de su familia todas las mañanas. Si en una planta las raíces están al aire, no va a vivir. Hay que inculcarles el respetar al otro, a no insultarle porque no piense como tú.
P. ¿La población negra está llegando a las universidades?
R. Esta universidad fue un colegio de varones blancos fundado durante la época colonial. Cuando llegué a la ciudad [en 1991], el 90% de los profesores eran hombres blancos y un 5% mujeres blancas, apenas había profesores negros. Y cuando me fui en 2000, había una distribución más equitativa. Hoy, estamos más cerca de 50%. Y por supuesto, la población estudiantil universitaria es predominantemente negra, como debe ser en un país negro.
En todos lados hay racismo, porque no hemos tenido conversaciones posteriores a 1994
P. Médica, doctora en Antropología, activista... ¿Por qué dio el salto a la universidad?
R. Mi predecesor me reclutó en 1991 como vicerrectora porque la violencia sexual era una forma de vida. No solo entre los estudiantes negros pobres, sino los hombres blancos, estaba muy extendido el derecho sobre otros cuerpos. Eliminamos la impunidad con respecto a la violencia, los acosos sexual y racial y todas las demás intolerancias.
P. ¿El racismo persiste en las aulas?
R. En todos lados, porque no hemos tenido conversaciones posteriores a 1994 [primer gobierno del Congreso Nacional Africano] sobre cómo desaprender la superioridad y la inferioridad para convertirnos en una sociedad nueva. A finales del año pasado, tuvimos incidentes en la Universidad de Stellenbosch. Un estudiante blanco, para expresar su disgusto por tener que compartir una habitación con una persona negra, entró y orinó en la computadora de su compañero. Y no es el único incidente. Algunos son sutiles. Pasó un tiempo antes de que la universidad expulsara al estudiante. ¿Por qué? Este niño resultó ser hijo de uno de los grandes patrocinadores de la universidad. El racismo está ligado a este legado robado. No se reconoce que África, como cualquier otro continente, tiene su sabiduría milenaria.
P. ¿Qué hace su asociación Africa Reimagine [África reimagina]?
R. La gente decía que quería un mundo diferente, pero llegado el día de las elecciones, fueron y votaron por los mismos partidos. Así que fundamos esta plataforma para ayudar a Sudáfrica a entender que puede saltar de un sistema opresivo a uno democrático si se desprende de los malos hábitos. Somos una entidad pequeña, pero lo que hacemos es identificar puntos de luz allá donde estén y trabajamos con la gente para hacer que la luz brille más. Por ejemplo, en un pueblo minero en el que hubo una masacre.
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