Logística de ida y vuelta, cuando la solución está en reciclar menos y reutilizar más
Logística inversa. Quédense con este concepto, porque cada vez tendrá más peso. Tiene que ver tanto con una gestión eficiente de las devoluciones como con alargar la vida útil de los productos, facilitando así la transición hacia un modelo de economía cada vez más circular
La logística de ida y vuelta puede ser un estupendo negocio. Para el planeta, para el consumidor y para las empresas (en especial, las relacionadas con el comercio electrónico) que la integran en su estrategia de distribución de producto. Lo afirman José Antonio Plaza Úbeda y otros cuatro integrantes del Departamento de Economía y Negocios de la Universidad de Jaén en su artículo Tendencias y nuevos retos en la cadena de suministros verde: la lógica inversa, publicado recientemente por la editorial científica MDPI.
Según puede leerse en el estudio, “en los últimos años, las cadenas de suministro se han vuelto cada vez más verdes gracias, entre otras cosas, a los programas de logística inversa. Tanto la presión externa como factores internos –como la reducción de costes o la necesidad de incrementar el rendimiento operacional– están haciendo que las compañías presten cada vez más atención al flujo de dos direcciones”. Pese a todo, los estudiosos identifican una serie de obstáculos: “La existencia de costes adicionales, la necesidad de colaboración activa por parte de proveedores y clientes y la creencia por parte de algunos gestores de que se trata de un gran esfuerzo que no vale la pena”.
“La apuesta por la logística inversa debe ser firme y estratégica. La gestión óptima de las devoluciones resulta clave para el éxito del comercio electrónico”María Pilar Caballero, directora gerente de Postal y Paquetería de Correos
Parte de esos obstáculos están empezando a desaparecer gracias al desarrollo tecnológico y a la optimización de procesos. Todo apunta a que estamos en los albores de una era de crecimiento de esta logística de ida y vuelta, un sector que ya mueve más de 700.000 millones de euros anuales y que se espera que siga creciendo a un ritmo superior al 5% anual en el próximo decenio.
Antecedentes lejanos
El concepto no es nuevo. Uno de los primeros en teorizar al respecto fue un académico estadounidense, James Stock, profesor de Marketing e Innovación en la Universidad de Oklahoma. En 1992, Stock publicó un ensayo pionero que ha sido muy citado desde entonces, Reverse Logistics: White Paper (El libro blanco de la logística inversa). En él definía el concepto en términos sencillos, intuitivos y del todo vigentes: logística inversa es aquella que se ocupa de que los productos retrocedan al menos un eslabón en la cadena de suministro. En otras palabras, la que gestiona las eventuales devoluciones, rompiendo así la linealidad de la logística convencional o directa, que se basa en llevar un producto o materia prima de su proveedor original a un destino último, el consumidor, pasando por una serie de estaciones intermedias (fabricante, manipulador, envasador, intermediarios, distribuidor, comercio minorista…). Es decir, de un modelo orientado a llevar el producto al comprador para que este lo use y lo deseche, pasamos a uno en que siempre existe la posibilidad de que ese producto vuelva a su origen, ya sea de manera inmediata o a medio plazo, para posibilitar su reutilización.
Años antes, en 1971, el experto en intendencia bélica y cadenas de suministro Edward Luttwak ya había hablado de logística inversa para referirse, exclusivamente, a los servicios posventa consistentes en recuperar productos ya entregados para reutilizarlos, como empezaba a hacerse por entonces de manera generalizada con los envases de vidrio. La definición de Stock resulta bastante más completa y moderna, porque hace referencia, además de a la lógica económica de la reutilización y el reciclaje, a dos aspectos que hoy resultan cruciales: la preocupación medioambiental y la satisfacción del cliente.
Contra los residuos y a favor del usuario
A Stock ya le preocupaba que, en los sistemas de logística lineal, los productos acabasen su vida útil convertidos en residuos. Aquel mundo de hace tres decenios era, en múltiples aspectos, muy distinto al nuestro, pero los envases y embalajes ya suponían por entonces más de un tercio de los residuos urbanos, un porcentaje similar al actual. Aunque la tasa de reciclado de residuos municipales en España alcanzó en 2021 un esperanzador 35% según Cotec (lo que supone un incremento del 3,1% con respecto a 2020, aunque aún lejos del objetivo del 50% marcado por la Comisión Europea), lo idóneo sería que una parte sustancial de esos productos desechados no concluyese su ciclo de uso en el contenedor, sino dando un paso atrás en la cadena de suministro e integrándose en redes de economía circular.
Tal y como explica Domingo Cabeza, profesor de Negocios y Marketing de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y director de la consultora DC Asociados, 30 años después de Stock, la logística inversa aún pasa, en primer lugar, por “alargar el ciclo de los productos otorgándoles una segunda vida” y evitando que se conviertan en desechables. La diferencia es que hoy, en un contexto de escasez de recursos y creciente emergencia climática, resulta más importante que nunca sistematizar todo lo posible los procesos de devolución de productos “para conseguir de ellos un aprovechamiento máximo y eficiente”.
Se trata de “dar un verdadero valor a todo aquello que se devuelve a productores y distribuidores” y convertirlo en pieza esencial de los cada vez más imprescindibles “modelos de economía circular” o de residuo cero. En opinión de Cabeza, lo que hasta hace unos años no era más que un recurso puntual utilizado por un número relativamente reducido de empresas es hoy una tendencia en auge que pasa por “el aprovechamiento de todos los elementos involucrados en el ciclo logístico para hacer posible un ahorro de primer orden en términos económicos, sociales y medioambientales”.
El experto lo vincula “a los nuevos modelos de gestión de cadenas de suministros complejas”, lo que en el mundo anglosajón se denomina end-to-end demand sensing, es decir, soluciones plenamente sensibles a las nuevas demandas y expectativas de los consumidores. Y añade que la eficiencia de estas estrategias de logística inversa se está viendo potenciada en los últimos años por “la transformación digital y los elementos inherentes a ella”, que están teniendo un profundo impacto en el sector: “Me refiero al uso intensivo de elementos de control y registro de datos, escaneos por reconocimientos de imagen, de códigos y de voz o la optimización de rutas de recogidas (en especial, en servicios de logística de último kilómetro)”. Todo un arsenal tecnológico que abre un mundo de posibilidades “y que está sentando las bases para nuevos modelos de negocio”.
La opción inversa de Correos
Consciente de la importancia de contribuir al incremento de la circularidad en los modelos de negocio, Correos ha incorporado entre su oferta de servicios una opción específica de logística inversa. Se trata del Paq Retorno, que permite a las empresas contratar embalajes especiales para que sus clientes puedan, si lo desean, devolver los paquetes a su remitente sin asumir costes adicionales de ningún tipo. María Pilar Caballero, directora gerente de Postal y Paquetería de Correos, explica que se trata de un “producto exclusivo” que han decidido añadir a su catálogo para cubrir “necesidades concretas que no tienen nada que ver con las del flujo de envíos solo de ida”.
La empresa apuesta, en palabras de Caballero, por “seguir innovando para ofrecer a nuestros clientes soluciones a medida”. En palabras de Aarón Morera, responsable del Área de Coordinación Operativa de Correos, este servicio de logística inversa “permite el depósito de las devoluciones en los servidores de Citypaq [el sistema de taquillas inteligentes de la compañía]: el comprador puede acceder al terminal con su código de envío y depositarlo allí para que Correos se encargue de todo el proceso”. También resulta posible hacer el depósito “tanto en las oficinas de Correos como solicitando una recogida a domicilio sin necesidad de imprimir la etiqueta”, y es incluso posible “pedir embalajes sin coste adicional para garantizar que el producto devuelto llegue a su nuevo destino en perfectas condiciones”. Al vendedor se le garantiza también “una entrega optimizada y concertada, que se adapte a sus flujos operativos”. Caballero añade que esta apuesta por la logística inversa resulta “firme y estratégica” para su compañía, y tiene que ver tanto con la ampliación de servicios como con el énfasis en la sostenibilidad de los modelos de negocio: “Seguimos creciendo y aportando valor con la voluntad de asegurar un servicio completo a nuestros clientes, ya que la gestión óptima de las devoluciones resulta clave para el éxito del comercio electrónico”.
Cada vez más devoluciones
Los datos apuntan en la misma dirección que la última frase de Caballero. Ya en 2019, el año anterior a la pandemia, se registró un incremento del 28% en las devoluciones de productos adquiridos mediante transacciones digitales. Una encuesta de 2021 reveló, además, que el 84% de los clientes de EE UU, el principal mercado mundial de comercio electrónico, consideraba “importante o muy importante” la posibilidad de devolver los productos adquiridos de manera sencilla, cómoda y sin costes adicionales. Domingo Cabeza considera que disponer de una red eficiente de logística inversa “supone, cada vez más, una importante ventaja competitiva para empresas que tienen en sus mercados o canales de venta una tasa de retornos o devoluciones importante”.
Se trata de una manera óptima de “desmarcarse de los competidores directos” en un entorno, el del e-commerce, en crecimiento sostenido en los últimos años, pero con un extraordinario nivel de exigencia. Para las empresas pequeñas y medianas con un alto grado de digitalización de su modelo de negocio supone ya “un valor añadido muy alto”. Y para las empresas de gran consumo, puede ser también un recurso para la racionalización de stocks, ya que una red rápida y eficiente de devoluciones permite recircular el producto de manera eficiente y, “además, mejora la imagen de marca, ya que está socialmente bien aceptado que las empresas faciliten las devoluciones”, sobre todo si las realizan de manera sostenible.
Cabeza concluye que todos estos beneficios potenciales serán aún más evidentes en cuanto se generalice el uso en el sector logístico de herramientas revolucionarias y con un enorme potencial como “gemelos digitales, sistemas ciber-físicos y de colaboración entre hombres y máquinas, internet de las cosas o hiperconectividad”. En definitiva, el futuro de la logística de ida y vuelta “vendrá de la mano de la Tercera Modernidad y la industria 5.0″. Será la innovación disruptiva la que acabe de consolidar las redes logísticas de ida y vuelta.