Riesgos y oportunidades de las ‘start-ups’ españolas
Las empresas emergentes de base tecnológica han sabido mantenerse y resistir al impacto de la crisis. Su capacidad para adaptarse al nuevo escenario, así como el uso intensivo de las herramientas digitales explican el éxito
Las start-ups españolas van en buena dirección. Estas empresas han obtenido en los cinco primeros meses de este año inyecciones de capital por el doble de todo lo conseguido en 2020 o en 2019. Tras haber atravesado momentos de gran incertidumbre, la gran mayoría ha sabido hacerse más fuerte gracias a su adaptabilidad y a su alto nivel de digitalización, lo que le ha permitido ofrecer soluciones tecnológicas tanto a los consumidores como a otras compañías.
Alrededor de 23.000 de estas empresas emergentes, cuyo modelo de negocio se basa en el uso intensivo de la innovación tecnológica, pueblan el tejido empresarial español. Representan el 5,42% de las compañías que se crearon entre 2015 y el año pasado, y que siguen activas. La mayoría de ellas, cerca del 95%, está constituida por microempresas, es decir, firmas que tienen menos de 10 empleados. La media de trabajadores por cada una, además, es de 5,8, uno más que en las demás empresas que surgieron en el mismo período, según el informe Las empresas start-up en España, de la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (Cesce). Este documento no tiene en cuenta aquellas que pertenecen a grupos empresariales consolidados, sino solamente a las independientes.
Las ‘start-ups’ ante la crisis
Todo este sector fue sacudido por la situación derivada de la covid-19. “[A partir de marzo del año pasado] se produjo un parón en la inversión y la actividad, lo que sumió a las start-ups en una gran incertidumbre”, admiten desde la Asociación Española de Start-Ups (Aes). No obstante, “al tener una gran disposición para pivotar, supieron remontar”, añaden. Precisamente, el nivel de riesgo de estas empresas, según el estudio de Cesce, es bajo o medio bajo en el 67,87% de los casos, mientras que en el resto de las surgidas en el último quinquenio este porcentaje ronda el 57%.
De esta forma, se produjo un rápido repunte del índice que más se tiene en cuenta a la hora de medir el éxito de una empresa emergente: su capacidad para atraer capital. Pese al vendaval ocasionado por la crisis, 2020 se cerró con casi 986 millones de euros invertidos en start-ups, una cifra muy parecida a los 999 millones de euros que lograron captar el año anterior. Aún más alentadores son los datos de los primeros cinco meses de 2021, en los que se marcó un gran hito al recibir inyecciones de capital por unos 1.950 millones de euros, según ha publicado el Observatorio de Start-ups de la revista del sector El Referente.
Auge en el sector de la salud
La principal ronda de financiación en lo que va de año ha sido liderada por uno de los mayores inversores de la industria del cuidado dental, CareCapital, por 41 millones de euros, en Impress, una nueva cadena barcelonesa de ortodoncia que digitaliza parte del proceso. Los proyectos de salud suponen el 40% de los elegidos por los emprendedores que se plantean la creación de una nueva compañía, según el último Mapa del emprendimiento elaborado por la plataforma global de innovación South Summit, del que se desprende también que la inversión en start-ups pertenecientes a este sector creció un 78% el año pasado. En medio de la mayor crisis sanitaria reciente, “no podía ser de otra manera”, resume María Benjumea, fundadora y directora general de Spain Start-up, la institución que impulsa South Summit.
De entre las emergentes que han conseguido recaudar fondos en esta coyuntura, Benjumea menciona Elma, una start-up que desarrolló una aplicación de tecnologías de la información y la comunicación aplicadas a la atención sanitaria (un campo conocido por su nombre en inglés, eHealth) que lleva la consulta médica al móvil, y que levantó una ronda de tres millones de euros. Pero, más allá de las que trabajan en la telemedicina, son muchas las firmas que han experimentado un gran éxito por operar en sectores impulsados a raíz de las restricciones impuestas para contener los contagios por coronavirus. “De repente los consumidores pedían nuevos servicios y en mayor cantidad, y ahí estaban las start-ups, siendo las primeras por su flexibilidad, para hacer frente a esas nuevas demandas”, subrayan desde la Aes.
El papel de las ‘start-ups’ en la digitalización
El presidente de la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (Ascri), Aquilino Peña, desgrana los sectores que han tenido más tirón: “La educación en línea, el comercio electrónico, la logística y los servicios asociados a las actividades empresariales, y la entrega a domicilio”. Para visualizar el fenómeno, Peña trae a colación Smartick y Lingokids, dos compañías de formación en línea para niños, ambas con sede en Madrid, que complementan la educación en matemáticas e inglés. “Estas herramientas, que son proveedoras de educación diferentes de los colegios tradicionales, han ayudado a que los padres aseguraran que sus hijos siguiesen aprendiendo durante el confinamiento”, explica.
Aun así, no todas las empresas emergentes han capeado del mismo modo las consecuencias derivadas de la pandemia. Por el contrario, muchas start-ups han tenido que enfrentarse a “un tsunami de cambios”, como declaró el director general de Deliveroo, Will Shu, en la última edición del South Summit celebrada en octubre de 2020. Todos los expertos consultados coinciden en que los sectores más afectados por la crisis de la covid-19 han sido el de los viajes, el de la hostelería y el de los eventos. “El negocio de algunas compañías pasó de los cientos de miles de euros de facturación a nada en cuestión de semanas”, destaca Peña.
No obstante, su capacidad para adaptarse velozmente —”una de las características esenciales para que una organización sea competitiva”, señala Luis Buzzi, socio responsable del sector Turismo y de Innovación de KPMG en España a través de KPMG Innova Valley— ha desempeñado un papel fundamental. Ejemplo de ello ha sido CoverManager, una compañía andaluza que ofrece un sistema de reservas para restaurantes, que redujo sus tarifas para apoyar a sus clientes, cuenta Peña, y se reinventó al introducirse en el negocio de la entrega a domicilio.
Joan Riera, profesor de Innovación y Emprendimiento de Esade Business School, señala que la pandemia favoreció a las empresas fuertemente digitalizadas. Desde la Aes coinciden en esta idea: “Sin este factor no se hubieran podido desarrollar muchas actividades del día a día de los ciudadanos, y no ha habido ningún sector en el que alguna start-up no haya intervenido con éxito en el mantenimiento de la producción y del consumo”. El presidente de Ascri destaca algunos ejemplos: “Han aportado herramientas a las empresas, a las familias y a los individuos para continuar conectados (aplicaciones de videollamada como Zoom y Houseparty), para mantenerse entretenidos (clases y actividades infantiles a través de Nanify), además de muchas otras de carácter funcional que han permitido al tejido empresarial permanecer activo al habilitar la posibilidad de entornos laborales en remoto”.
‘Start-ups’ más comunicativas
El informe de Cesce arroja luz sobre otra característica de las start-ups: la comunicación. Según los resultados del estudio, las compañías emergentes son dos veces más activas en este ámbito que las demás empresas que se crearon en el último lustro. El 14,65% de las primeras tiene presencia en redes sociales o medios, frente a solo el 7,38% de las otras. Especialmente llamativa es la proporción de start-ups activas en las redes sociales, que alcanza el 11,95%, contra el 6,66% de las demás.
Para la directora del Título Superior de Emprendimiento e Innovación de Esic Business & Marketing School, Verónica Jiménez, estos datos explican la necesidad por parte de las start-ups de explotar nuevas vías de conexión con los consumidores. Durante la pandemia, “la imposibilidad de recurrir a los planes de comunicación offline ha potenciado el marketing por internet como canal de captación, fidelización y retención de usuarios”, explica esta experta.
Más que en la coyuntura, Benjumea hace hincapié en las características intrínsecas de estas empresas para explicar su mayor propensión a la comunicación. “En general, las start-ups son mucho más ágiles que las grandes corporaciones y eso ocurre en todos los ámbitos, también en este; además, suelen estar formadas por equipos que son nativos digitales y conocen la importancia de las redes sociales para posicionar una marca, algo que otras empresas más consolidadas no han sabido interiorizar del todo”, opina.
¿Qué ocurrirá en los próximos años? Para Buzzi, de KPMG, “las start-ups han sabido adelantarse a los negocios tradicionales, con su audacia y su capacidad de entender esta sociedad y crear también negocios de economía social”. Empresas como Adoptaunabuelo, una app pensada para conectar a mayores que viven en residencias con personas más jóvenes, “serán sin duda un referente futuro para cualquier compañía tradicional que quiera seguir siendo competitiva”, concluye.