Los comercios que no están dispuestos a pasar página

Javier Luque, de 60 años, presumía de pequeño ante sus amigos de que tenía la biblioteca más grande del mundo. “Me sentaba en una esquina y echaba el día leyendo todo tipo de obras”, evoca. Pero los libros no estaban en su casa, sino en el bajo del edificio donde vivía. Sus padres atendían allí la librería Luque, que el abuelo Rogelio había abierto en 1919. Y él lo hace ahora. La infancia de Lucía Alonso, de 42 años, también se desarrolló entre lecturas que le llevaban de la mañana a la noche. “Era un ratón de librería”, dice. En concreto, de la librería Hijos de Santiago Rodríguez de Burgos, la más antigua de España, que llevaba su madre y ahora regenta ella, la sexta generación, es la trastaranieta del fundador.

Luque y Alonso, además de una infancia ilustrada, comparten el destino de los herederos de las pocas librerías centenarias que aún sobreviven en España. Estos lugares históricos han sido testigos del cambio en los gustos de los lectores, han marcado a escritores, que han buscado en ellas la inspiración, pero, sobre todo, se han convertido en referentes culturales de sus barrios y ciudades. Ahora, buscan cómo sobrevivir a la ola digital que ha venido a trastocarlo todo.

De la Edad Media a la pandemia

Breve historia de las librerías

Alta Edad Media

Antes de la invención de la imprenta (en torno a 1453), las librerías se llamaban estaciones y eran talleres de copistas que alquilaban cuadernillos (pecias) a estudiantes, principalmente, ya que la mayoría de la población era analfabeta.

Renacimiento

La imprenta rebajó hasta 300 veces el coste de los libros. Los mismos impresores se convirtieron en vendedores. La encuadernación debía pagarla aparte el comprador. En las ciudades donde había gremio de libreros, estos debían pasar un examen de encuadernación.

Principios del siglo XIX

Muchas librerías mantuvieron sus imprentas hasta finales del XIX, cuando el trabajo de editor requirió una mayor especialización. Alguna, como Hijos de Santiago Rodríguez, de Burgos, siguió editando publicaciones hasta 1989.

1923

La editorial Calpe (luego Espasa Calpe) abre en la Gran Vía el Palacio del Libro, que pronto pasó a llamarse La Casa del Libro. Fue la primera librería que permitía pasear entre libros y tocarlos, sin necesidad de pedirlos en el mostrador. Poco a poco irá abriendo sucursales por España.

1933

Se celebra la primera Feria del Libro de Madrid, que se instaló en el paseo de Recoletos. En ella participan las librerías madrileñas, aunque se fueron incorporando progresivamente de todas partes de España. En 1967 se traslada al parque del Retiro.

Años 60

Se populariza el libro de bolsillo, una versión más pequeña y barata que había surgido en 1935 en Londres y que da acceso a la literatura a una mayor parte de la población. Llegó a España en 1939, pero tardó dos décadas en establecerse.

Finales de los años 70

En 1978 se crea la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros que hoy reúne a 1.100 librerías. Su objetivo es fortalecer y modernizar el sector de las librerías.

Años 90

Auge de las grandes superficies comerciales culturales como Crisol (1987) y Fnac (1993). En 1995 la Casa del Libro abre su primera tienda en línea.

Década de 2010

Se popularizan los libros electrónicos. En 2011, los libreros se unen para crear todostuslibros.com, un conglomerado de librerías independientes de toda España, con el objetivo de hacer frente al gigante Amazon.

2020-2023

Tras la pandemia, se produce un renacimiento del interés por las librerías físicas, que ejercen de espacios culturales para sus barrios y ciudades. En la última década se han perdido 1.000 librerías independientes, un tercio de las existentes.

Fuentes: Mapa de Librerías de España (CEGAL); Libros en los andenes. La sociedad general de librería y los ferrocarriles, Ana Martínez Rus (Universidad Complutense de Madrid); En compañía siempre de personas virtuosas y doctas (como son los libros)”: imprenta y librerías en el siglo XVII, de Juan Ramón Muñoz (Universidad de Córdoba); La señal y el ruido, Nate Silver (Ediciones Península, 2012).

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Curiosamente, algunas de estas librerías centenarias resisten en pequeñas capitales de provincia como Segovia, Soria, Burgos o Córdoba. La explicación que da César Millán, 57 años, propietario de Las Heras, con siglo y medio de vida en Soria, es que están menos expuestas a los grandes cambios que las radicadas en grandes capitales. Lo que no les exime de los trágicos avatares de la Historia. Guillermo Herrero, de 60 años, cuarta generación de propietarios de la librería Cervantes de Segovia, recuerda el empeño de su bisabuelo Cándido en no cerrar durante la Guerra Civil. Aquella decisión provocó que uno de sus hijos, tío abuelo de Herrero, fuera fusilado por espía. Malos tiempos para la cordura y las letras que también vivieron en Córdoba. La misma suerte padeció allí Rogelio Luque, fundador de la librería Luque, que fue asesinado en 1936 bajo la acusación de esconder libros prohibidos. Un hecho, cuenta su nieto, que nunca se probó. Su viuda, Pilar Sarasola, continuó con el negocio en un momento en el que no había muchas mujeres empresarias.

Durante la posguerra se destruyó la oferta editorial: se expurgaron los fondos bibliográficos y los escaparates de las librerías, explica la historiadora Ana Martínez Rus en su estudio de 2017 No sólo hubo censura: la destrucción y depuración de libros en España (1936-1948). Esto, explica Herrero, obligó a muchos libreros, como su abuelo, a armarse de coraje para mantener cierta actividad con títulos prohibidos, que se ofrecían en una habitación aparte a los clientes de confianza. “Había que tener bastante valentía después de lo que había pasado”, reflexiona Herrero.

Cuatro negocios para siempre

Cuatro negocios para siempre

Cuatro negocios para siempre

Burgos

1850 (174 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Burgos

1850 (174 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Burgos

1850 (174 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Burgos

1850 (174 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Soria

1860 (164 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Soria

1860 (164 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Soria

1860 (164 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Soria

1860 (164 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Córdoba

1919 (105 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Córdoba

1919 (105 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Córdoba

1919 (105 años abierta)

Cuatro negocios para siempre

Córdoba

1919 (105 años abierta)

Muchos niños vienen con su abuelo o su bisabuelo, que de pequeño ya compraba aquí

Lucía Alonso, de 42 años, uno al frente

Cuando Lucía Alonso tomó las riendas de la librería más antigua de España, el año pasado, tras la jubilación de su madre, ya llevaba 20 años en el negocio. Decidió continuar con el legado familiar después de estudiar Restauración y conocer la precariedad en el sector. Alonso, sexta generación, se prepara para celebrar el 175º aniversario de la tienda. En este tiempo, la librería ha cambiado de ubicación tres veces. La actual es la más reconocible pues en su fachada luce una escultura de Minerva, diosa de la sabiduría, las artes, el pensamiento y símbolo del progreso intelectual, dentro de una corona de laurel. Fue creada por el escultor burgalés Cristino Díez.

Aquí cabe toda la cultura: de los clubes de lectura a los certámenes de cortometrajes

César Millán, de 57 años, tres al frente

César Millán trabaja desde hace 32 años en la librería más antigua de Soria y desde hace tres años es el propietario del negocio, aunque el local aún pertenece a la familia De las Heras, que la fundó hace algo más de siglo y medio. Este soriano, arqueólogo de formación, llegó al negocio después de trabajar en algunas bibliotecas y se ha convertido en un digno heredero del legado de esta librería de la que perviven algunos objetos de su pasado, como el mostrador o las columnas de hierro forjado. El local cuenta con un espacio para presentaciones, talleres y proyección de películas y cortometrajes. Y propone una manera diferente de mostrar los libros: “Quise dar más visibilidad a las portadas de los libros, con mesas a varios niveles”, relata Millán.

Cuando llegué, casi todo se hacía a mano y en papel, ahora sería impensable

Javier Luque, de 60 años, 15 al frente

Luque ha cambiado seis veces de emplazamiento, pero nunca ha alterado la filosofía con la que la fundó Rogelio Luque: ser la librería generalista de referencia en Córdoba, sin perder de vista los autores locales y las obras que hablan de la ciudad. Y eso mismo intentan sus dueños actuales, entre los que se encuentra él, nieto del fundador. En 2009, cuando se jubiló su padre, la librería se convirtió en una sociedad de responsabilidad limitada laboral, “una especie de cooperativa de varios trabajadores”, explica Luque. Su trayectoria iba a ser muy diferente si no se hubiera decantado por los libros: estudió Derecho e inició carrera como procurador, sin embargo, cuando a principios de los 2000 decidió informatizar la librería, acabó seducido por el negocio familiar.

Cuatro negocios para siempre | Podcast

SEGOVIA

1906(118 años abierta)

Igual que no hay segoviano que no haya pasado bajo los arcos del acueducto romano, es casi imposible encontrar uno que no haya entrado en la librería Cervantes. A dos minutos del monumento se encuentra este negocio que Cándido Herrero, un emprendedor sin mucha idea sobre literatura, convirtió en uno de los comercios más longevos y conocidos de la ciudad. Hoy lo regenta su bisnieto, Guillermo Herrero, periodista de profesión, que mantiene en un lugar importante las obras que hablan de Segovia. Relata el librero en el sexto capítulo del pódcast Negocios para siempre que su familia siempre contaba la relación que Antonio Machado estableció con ellos, pues el autor, ya mayor, paraba en el escaparate de los Herrero para descansar sus maltrechos pies y de paso, echar un vistazo a las novedades, en su camino al Instituto General.

Lucía Alonso, de la burgalesa Hijos de Santiago Rodríguez recuerda el afán emprendedor del primero de los hijos del Santiago que da nombre a la librería. “Mi tatarabuelo Mariano Rodríguez creó una editorial y con ella lanzó la Nueva enciclopedia scolar y cartillas de caligrafía y cálculo, a finales del siglo XIX”. Unas obras, presume Alonso, con las que han aprendido varias generaciones de burgaleses. “Estas cartillas fueron las antecesoras de los cuadernillos Rubio”, explica.

El libro infantil ha ido ganando espacio en las librerías. César Millán lo tuvo en cuenta cuando reformó Las Heras y reservó un espacio importante para los niños. “Tienen que tocar los libros, tirarse al suelo, experimentar con ellos”, describe este librero, dispuesto siempre a recomendar lecturas aunque sea ahora difícil contrarrestar la influencia de las redes sociales. “Aunque a veces consigo persuadirlos y que se lleven otra cosa que les aporte algo más”, comenta.

Los quebraderos de cabeza del efectivo

El papel también desempeña un rol importante en la economía a través del papel moneda, que sigue siendo el principal método de pago de los españoles. El Estudio sobre hábitos en el uso de efectivo, elaborado por el Banco de España en 2023, señala que dos tercios sigue pagando con billetes y monedas en el pequeño comercio, aunque el uso de la tarjeta y del reloj inteligente no paran de crecer.

El metálico, sin embargo, ha traído algunos quebraderos de cabeza tanto a comerciantes como a negocios, especialmente para detectar billetes falsos. Lucía Alonso, de Hijos de Santiago Rodríguez, cuenta que en su librería disponen de los dos métodos de detección más habituales: el rotulador que mancha los billetes falsos y la lámpara que, gracias a su luz negra, permite ver una serie de marcas en uno verdadero. Aun así, asegura Alonso: “a veces nos la cuelan, sobre todo cuando hay mucho lío como Navidades”. Durante décadas, explica Alonso, la única manera de detectar la autenticidad era el tacto. “Mis compañeras más veteranas los descubren rápido”.

Si se encuentra un billete sospechoso, se ha de entregar en una entidad bancaria, a las autoridades policiales o en el Banco de España. Por desgracia, si es falso, el titular no recuperará el dinero.

En literatura imperan las modas, subraya Alonso desde la decana de las librerías. Recuerda que durante los años 80 y los 90 la novela histórica era la más solicitada por los lectores. “Ahora se llave la novela de intriga y policíaca, que ha despertado mucha atención porque hay muy buenos autores”, opina. No obstante, gracias a internet, a los foros y a las redes sociales, los gustos de los lectores se han diversificado.

Entre los jóvenes triunfan los subgéneros de novela romántica y fantástica. “Se han puesto de moda obras de romantasy [romantasía, en castellano] como se conoce, nos las piden mucho”, puntualiza Alonso. Se trata de novelas escritas principalmente por autoras que se inspiran en la mitología y el mundo medieval, con criaturas fantásticas que aportan un toque de ficción a historias de amor. Millán, de Las Heras, señala que ahora los jóvenes saben lo que quieren y sus peticiones a veces le sorprenden. “Solicitan muchos ensayos y también a mucha poesía contemporánea editada por pequeñas editoriales”.

Si en algo coinciden todos es que su trabajo está idealizado. “Ser librero parece muy romántico, pero en realidad te pasas el día sacando libros de sus cajas, confirmando albaranes y metiendo los que llegaron hace meses”, explica Millán. Cada semana llega un aluvión de novedades que las editoriales lanzan y que tienen muy poca vida en la librería. A diferencia de otras mercancías, los libros que no se han vendido en dos o tres meses, vuelven al almacén, es lo que muchos llaman el “darwinismo librero”: solo algunos títulos consiguen quedarse, aunque con un ejemplar en los estantes.

Negocios que hacen barrio

Santiago Rodríguez fundó a finales del siglo XIX una editorial cuyas publicaciones infantiles y enciclopedias aún recuerdan muchos burgaleses mayores, cuenta su descendiente de sexta generación, Lucía Alonso: “Mi familia apostó por una colección de cuentos con ilustraciones a precios bajos porque Rodríguez, tatarabuelo de mi madre, defendía que todos los niños debían aprender a leer”.

El almacén de Hijos de Santiago Rodríguez conserva joyas literarias, como la primera edición de Nada, de Carmen Laforet (1944), ganadora del premio Nadal, y documentos curiosos como un catálogo de papelería del siglo XIX, encuadernado en cuero y con los dibujos de los objetos hechos a plumilla.

Durante la pandemia, Librería Luque, en Córdoba, buscó una manera de obtener ingresos mientras permanecía cerrada. Lanzó una cuenta para que los clientes realizaran una aportación mensual de mínimo 30 euros que posteriormente gastarlo en libros.

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Las librerías, como los ultramarinos, el kiosko o la farmacia, forman parte esencial de los barrios. Quizá no se acude a ellas diariamente, pero varias veces al mes, cuenta Millán, los vecinos se pasan a por libros para sus hijos, curiosear las novedades o, simplemente, charlar. También acuden a alguno de los muchos eventos que las librerías organizan. Javier Luque afirma que la librería como mera expendeduría de libros pasó a la historia. “Nosotros reivindicamos nuestro espacio en la vida local y por eso programamos muchas actividades, tenemos cuentacuentos de la mano de los miembros de una escuela de teatro de Córdoba, presentaciones de libros y clubes de lectura”, describe.

Luque augura que al libro le queda mucho camino aún, pese al auge de lo digital. “Yo creo en su futuro, tiene un alma que las tecnologías más punteras no tienen, es perfecto como es. Confío que dentro de 180 años haya gente leyendo libros”, desea. Y con ellas, asegura, seguirán las librerías, que se resisten a desaparecer. Los herederos están garantizados en el caso de Librería Cervantes. Guillermo Herrero tiene un hijo de 10 años. “Me gustaría que diera continuidad a la tienda, pero no quiero que sea una prisión para nadie, porque nunca lo ha sido”. Lucía Alonso, heredera de la decana Hijos de Santiago Rodríguez, tiene una niña de 12 años y uno de dos, pero, admite, aun es demasiado pronto para plantearse qué van a hacer con sus vidas. “Me conformo con que les guste la literatura como a mí”, completa.