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Videojuegos para nuevos confinamientos

La empresa Streamloots monetiza la retransmisión de deportes en Internet y espera cuadruplicar ingresos este año

Alberto Martínez (tercero desde la izquierda), junto al resto de fundadores de Streamloots.
Alberto Martínez (tercero desde la izquierda), junto al resto de fundadores de Streamloots.Vicente Martí

Hay empresas que lo han perdido todo con la pandemia, y otras han florecido. Streamloots, una firma de 30 empleados afincada en Valencia y con delegación en San Francisco (EE UU), pertenece al segundo grupo. Se dedica a hacer dinero con la retransmisión de vídeo en directo —la gran mayoría de videojuegos, pero también de música, blogs y otras actividades— en plataformas como Twitch, YouTube o Facebook Gaming. Según Alberto Martínez, consejero delegado de la empresa fundada en Murcia en 2018, esperan generar este año más de cinco millones de euros de ingresos frente al millón y medio del ejercicio anterior. Y van por el buen camino: “En los ocho primeros meses hemos triplicado los números del año pasado”, cuenta. De esa cantidad, la empresa se queda una quinta parte y el 80% va a parar a los productores de contenido.

La start-up, a grandes rasgos, permite a los usuarios ganar dinero con el streaming, cosa que hace un par de años solo podían hacer los grandes influencers de los videojuegos, que movían audiencias millonarias. “Hasta ahora, muchos no generaban dinero y unos pocos lo hacían a través de fuentes como la publicidad, las suscripciones o las pequeñas donaciones”, explica este ingeniero informático de 30 años. “Con esta plataforma se puede vivir incluso con 100 true fans [auténticos seguidores], que te llegan a pagar hasta 100 euros al mes cada uno”. La clave del negocio reside en transformar lo que antes eran micro donaciones en un mercado real. El creador de contenido vende, a través de un sistema de cofres y cartas virtuales, interacciones con su público, como dedicarles un saludo, aceptar retos como jugar con los ojos tapados o hacer una videollamada con un fan. “La audiencia no solo quiere consumir el contenido del streamer, quiere tener su atención, interactuar con él”, asegura. Martínez dice que, con una audiencia de 500 personas, “se puede ingresar desde 1.000 a 3.000 euros”. Pero matiza que no es igual para todos y depende de si el contenido es atractivo para los visitantes: “Al fin y al cabo, esto es una tienda”.

Raquel de la Rica fue el primer fichaje de la empresa y bajo su seudónimo, Parancetarmor, emite todos los días varias horas de videojuegos en directo desde su cuarto. Ella vende sus cofres a un euro, y con una audiencia de unas 400 personas no llega a fin de mes, por lo que tiene otro trabajo. “Podría ganarme la vida, pero iría muy justa”. En marzo, esta madrileña de 23 años estrenó nuevo contenido en su canal de Twitch, coincidiendo con el inicio de la pandemia, y su audiencia llegó a casi triplicarse en el mes abril. “Noté el crecimiento de las visitas, no tanto en los ingresos”, matiza.

Según Martínez, ese crecimiento se extendió en todo el sector del streaming y muchos aficionados a los videojuegos que habían perdido su empleo por la pandemia o que durante el confinamiento tenían más tiempo libre, lo vieron como una oportunidad. El número de personas que se profesionalizaron con Streamloots creció un 75% entre marzo y mayo, hasta los 42.000; a la par que sus audiencias (125%) y los ingresos medios de cada productor de contenido (13%). Los principales mercados de la compañía son EE UU y España, el país europeo con mayor consumo de deportes electrónicos, según un estudio de Deloitte.

Búsqueda de rentabilidad

Sin embargo, la empresa valenciana aún está en proceso de generar beneficios. A pesar del impulso del negocio, este año prevén cerrar también en números rojos. Para financiar su negocio, en septiembre lograron cerrar una ronda de financiación de 4,73 millones de euros por parte del fondo estadounidense Bessemer Venture Partners. El consejero delegado de Streamloots cree que este dinero no habría llegado sin los cambios que ha traído el teletrabajo: “El confinamiento ha hecho que una empresa de Valencia pueda competir con una de San Francisco. Ahora, un inversor de EE UU se reúne con una empresa de su misma ciudad a través de Zoom y con una de Valencia, también”.

Este emprendedor también cree que la inversión en remoto ha dado un toque de atención a los fondos españoles. “Algunos inversores tienen la mentalidad de que las start-up tienen que ir a buscar la inversión y que ellos tienen que esperar a que les lleguen las ofertas. Y de repente se han dado cuenta de que tienen que pelear porque tienen una competencia voraz de EE UU”.


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