Líder mundial en financiación sostenible
La estrategia de Iberdrola, tanto de negocio como en materia de RSC, se orienta al desarrollo de un modelo energético sostenible y competitivo, basado en energías limpias y redes inteligentes. La financiación verde, en este contexto, es una de las principales apuestas de la compañía
Las inversiones en fuentes renovables, en redes inteligentes, en almacenamiento de energía a gran escala, así como en transformación digital, sitúan a Iberdrola al frente de la transición energética hacia un modelo sostenible. Asimismo, su apuesta por las energías limpias la convierte en una de las compañías con menos emisiones —se ha comprometido a ser neutra en carbono en 2050— y en un referente internacional por su contribución a la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad.
La estrategia de RSC y Desarrollo Sostenible de Iberdrola se plasma en su plan bianual (2018-2019), centrado en siete prioridades que giran alrededor del concepto “Energía responsable para las personas” y se materializa en 50 líneas de trabajo y en más de 300 tareas, alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, con los que la empresa energética está comprometida.
Iberdrola forma parte del grupo técnico de expertos en finanzas sostenibles que asesora a la Unión Europea sobre inversiones medioambentiales.
Entre las líneas de actuación del plan de RSC de Iberdrola, Roberto Fernández Albendea, director de RSC y Reputación de la compañía, destaca la financiación verde. La eléctrica fue la primera compañía española en abrir el mercado de bonos verdes en 2014, llegando a ser el mayor emisor privado de este tipo de instrumentos financieros en el mundo durante los años 2016, 2017 y 2018.
Precisamente, uno de los pilares en los que se sustentan las políticas de sostenibilidad promovidas por la Unión Europea es la financiación sostenible. “La Comisión pretende cambiar el modo en que funciona el sistema financiero europeo; quiere que cuando los gestores de fondos y planes de pensiones tomen sus decisiones de inversión tengan en cuenta los criterios de sostenibilidad ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG)”, apunta Fernández Albendea.
La Comisión propuso en marzo de 2018 el denominado Plan de Acción para Financiar el Desarrollo Sostenible que, básicamente, contiene 10 medidas clave para conectar las finanzas con la mejora del clima y que afecta directamente a las actividades de las instituciones financieras dentro de la UE. Las medidas están dirigidas a cumplir tres objetivos: reorientar los flujos de capital hacia una economía más sostenible, gestionar los riesgos financieros derivados del cambio climático y fomentar la transparencia en las actividades financieras y económicas.
Para poder desarrollar estas medidas, la Comisión constituyó en julio de 2018 un Grupo Técnico Experto en Finanzas Sostenibles (TEG, por sus siglas en inglés) con la misión de realizar estudios e ir publicando sus propuestas en materia de regulación.
Iberdrola forma parte de ese grupo. “Es muy interesante participar en el comité de expertos, porque nos permite ver de primera mano los cambios que se avecinan. Es curioso observar, por ejemplo, cómo los técnicos estamos apostando por el rigor en la definición de los bonos verdes y cómo en otros ámbitos hay cierta tendencia a relajar los criterios de elegibilidad. Hay un intenso debate sobre un desarrollo legislativo que va a marcar un cambio en las finanzas europeas”, comenta Fernández Albendea. En el grupo de expertos hay representación multisectorial y están presentes todos los implicados en el mercado de capitales.
En las últimas dos décadas, Iberdrola ha invertido más de 100.000 millones en energías renovables y redes.
Pero, ¿cómo se va a conseguir que los gestores tengan en cuenta a la hora de invertir algo más que los aspectos económicos? “A través de las recomendaciones del grupo de expertos que se concretan en esas 10 medidas. En primer lugar, vamos a definir qué es una actividad medioambientalmente sostenible porque, hasta hoy, no existe una definición comúnmente aceptada. Una vez acordada, los inversores podrán decidir”, subraya el director de RSC de Iberdrola.
Las 10 medidas del plan de acción se van a articular en torno a la primera de ellas, que consiste en la creación de una clasificación armonizada de los sectores o actividades consideradas como sostenibles, también denominada taxonomía.
“Es la clave de todo, porque a partir de ella sabremos cuáles son las inversiones que realmente contribuyen a los objetivos medioambientales de la Unión Europea y cuáles no”, aclara Fernández Albendea, y añade: “La Comisión está apostando por la sostenibilidad como vector de crecimiento de la Unión Europea”.
La idea es que este sistema sirva para determinar si una actividad es ambientalmente sostenible y para definir un estándar europeo sobre bonos verdes, así como índices de referencia para estrategias de inversión con bajas emisiones de carbono.
Para Iberdrola, la financiación verde es consecuente con su estrategia industrial, y es importante porque permite vehiculizar fondos a activos sostenibles. Pero esto debe formar parte de una estrategia genérica de sostenibilidad en las compañías, insiste Fernández Albendea: “Nosotros reparamos hace casi 20 años, cuando nadie lo veía, en que las renovables iban a tener un papel clave en la producción de energía; también vimos la importancia de contar con redes eficientes y digitalizadas. Desde entonces, Iberdrola ha invertido más de 100.000 millones de euros en estos negocios”.
El responsable de las políticas de RSC de Iberdrola está convencido de que a los grandes inversores generalistas les preocupa el cambio climático. “Mi sensación es que estos grupos ya están discriminando a favor de las inversiones en compañías sostenibles. Se han dado cuenta de que las empresas que no se están adaptando al cambio climático van a sufrir a medio plazo en sus operaciones y en sus activos”. Y concluye: “También se dan cuenta de que para el conjunto de la economía, el calentamiento global es una tremenda amenaza de cara al futuro”.
Algunos grandes hitos
Iberdrola fue la primera empresa española en apostar por los bonos verdes hasta lograr ser líder global en financiación sostenible, con 11.000 millones de euros vía mercados de capitales emitidos desde 2014. Con 13 bonos verdes emitidos hasta octubre de 2019, la energética ha sido reconocida por la revista Global Capital en 2016, 2017 y 2018 como el principal emisor corporativo de estos bonos en sus premios Sustainable and Responsible Capital Markets Awards.En julio suscribió con el BEI y el ICO una financiación verde para la planta Núñez de Balboa, el proyecto fotovoltaico en construcción más grande de Europa.
Avangrid (filial estadounidense) emitió su primer bono verde en 2017, por importe de 600 millones de dólares, y, en mayo de 2019 hizo otra operación de 750 millones de dólares. Neoenergía emitió en junio de este año sus primeras obligaciones de infraestructura verdes por más de 1.200 millones de reales brasileños (383 millones de dólares). En abril de 2018, Iberdrola México suscribió un préstamo bancario verde por importe de 400 millones de dólares para refinanciar activos renovables.
Los fondos obtenidos han sido destinados a financiar o refinanciar inversiones en proyectos que cumplen con criterios en materia medioambiental y de desarrollo sostenible validados por Iberdrola y por VigeoEiris (entidad independiente).