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Las leyes acorralan a Uber

La aplicación se ha prohibido o suspendido en 13 países o ciudades

Un móvil con la aplicación de Uber junto a un taxi, esta semana en Madrid.
Un móvil con la aplicación de Uber junto a un taxi, esta semana en Madrid.SERGIO PEREZ (REUTERS)

Uber no es una plataforma de comercio colaborativo cualquiera. La empresa, que a través de una aplicación para móviles permite a los particulares ofrecer su coche como medio de transporte público, es un gigante valorado en 32.200 millones de euros que cuenta con Google y el banco de inversión Goldman Sachs entre sus inversores. Sus atrevidas políticas empresariales han llegado a contemplar hasta la posibilidad de investigar la vida privada de los periodistas que siguen a la firma y le han permitido asentarse en 52 países y más de 250 ciudades.

Pero esta expansión tan agresiva tiene su precio: el pasado martes España se convirtió en un nuevo miembro del numeroso grupo de lugares —desde Corea del Sur hasta algunos Estados de EE UU, pasando por India y varios países y ciudades de la UE— que han prohibido o suspendido cautelarmente su servicio. Unas medidas que, al cuestionar su modelo de negocio, ponen en duda la futura viabilidad de Uber.

Google y Goldman Sachs figuran entre los inversores de la firma

El pasado 9 de diciembre, el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Madrid ordenó el cese cautelar de las actividades de Uber en España. La medida, impulsada por la demanda de la Asociación Madrileña del Taxi, uno de los gremios que han protagonizado en los últimos meses las protestas contra la firma, no parece preocupar a los conductores que usan su plataforma: “Todo va a seguir igual. El mercado lo hacen los usuarios, que siguen aumentando. Les gusta el servicio y la manera en la que funciona, no solo el hecho de que sea más barato”, aseguró un chófer, que prefirió mantener el anonimato, durante un viaje en Madrid justo el día siguiente a la decisión del tribunal.

Pese a los problemas legales que han surgido en relación con Uber y AirBnB, la empresa de mayor envergadura en el sector turístico —la otra pata del éxito de estas nuevas firmas— el comercio colaborativo ya es un fenómeno imparable. O, al menos, esta es la opinión de los analistas: “La única cosa que las autoridades pueden hacer ahora es regular estos nuevos sectores, porque este crecimiento no se va a desinflar. En vez de gastar 10.000 euros en un aval [necesario para hacer efectivas las medidas cautelares], los taxistas deberían haber invertido su dinero en desarrollar una buena app [aplicación] que les permita competir en el mismo terreno de Uber”, sentencia Sanyu Karani, fundador de FundingBox, una aceleradora de start-up con sede en Nueva York que colabora con varias empresas en ámbito colaborativo.

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Más allá de las fronteras españolas, Uber lo tiene igual de difícil. El lunes fue un día negro para la empresa: las autoridades de la capital india, Nueva Delhi, prohibieron el servicio tras el arresto de un conductor por la supuesta violación de una pasajera de 25 años; el departamento de Transporte Municipal de Río de Janeiro —que en 2016 acogerá los Juegos Olímpicos— pidió la intervención de la Policía contra la empresa, que considera ilegal por no haber solicitado las licencias necesarias para operar en la ciudad brasileña; un tribunal de Países Bajos bloqueó la aplicación y las autoridades de Portland, en Estados Unidos, la denunciaron por violar las leyes ciudadanas.

El total de países, administraciones regionales y ciudades que sancionaron, suspendieron o prohibieron a Uber ya asciende a 13. Y eso, según Luis Tamayo, sociólogo experto en comercio colaborativo y miembro de Ouishare, una organización internacional que ofrece apoyo a empresas y particulares en este ámbito, empaña la imagen de un mundo que va mucho más allá de una sola empresa: “Uber no representa toda la economía colaborativa. Es más, se trata de un modelo que despierta dudas, porque es difícil de entender si los conductores son particulares o hay que considerarles como profesionales. Sus problemas legales están centrando la atención en este aspecto y acaban menoscabando un universo de empresas colaborativas que nunca tuvieron este tipo de problemas”, asegura.

“La novedad está en el tipo de negocio, no en la empresa”, afirma un experto

Uber, sin embargo, está destinado a seguir adelante: “Su potencial está en los inversores que las sostienen. ¿Por qué gigantes como Goldman Sachs y Google se están comprometiendo tanto con una empresa que de momento es como mínimo alegal? El modelo de negocio que Uber propone va de la mano con los proyectos del gigante californiano, como por ejemplo el coche sin conductor, y estos proyectos no harán nada más sino potenciar su negocio”.

Pese a las trabas legales, el éxito de Uber parece entonces imparable. En la tienda virtual del sistema operativo para móviles Android, el más utilizado en el mundo, las descargas de la aplicación alcanzan los cinco millones. Pero Sanyu Karani, de FundingBox, hace hincapié en las ventajas que supone aprovechar un vacío legal: “Las reglas del juego no son justas. Uber opera sin licencias y no paga impuestos como los taxis tradicionales. No obstante, no se puede poner puertas al campo. Hay que implementar unas reglas que permitan adaptar el sistema a varios modelos de negocios. Y hay que hacerlo ya”, puntualiza.

¿Y qué pasaría si una nueva regulación y el pago de impuestos acabaran con las tarifas tan baratas de Uber y su negocio dejase de ser rentable? Karani responde: “Otra empresa se inventará un modelo que lo sea y se hará con ese hueco de mercado. Lo rompedor no está en Uber, sino en las novedades que su modelo de negocio conlleva. Es eso lo que verdaderamente no se puede parar”.

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