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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Europa nos salvará? (Hic Rhodus hic salta)

Desde el Club de Debates Urbanos se reflexiona sobre la banalización de la globalización y sus efectos políticos, junto a la dejación del impulso político propio

Recientemente, un grupo de entidades -como la Asociación Interprofesional de Ordenación del Territorio (Fundicot) o el Congreso Nacional del Medio Ambiente (Conama)- promovieron un coloquio, al que fue invitado el Club de Debates, bajo el título ¿Qué políticas han de demandarse al nuevo parlamento europeo? El objetivo de estas notas no es tanto comentar el citado debate como reflexionar sobre el alcance de su propio título.

Desde el inicio de la crisis se han impuesto dos relatos complementarios sobre Europa. El primero, el que podríamos llamar "del Padre": un modelo autoritario y moralista que impone castigos por los excesos cometidos. Es el modelo de la derecha política que asume las estrategias y las instrucciones del capital, pero que, al menos inicialmente, fue asumido por la culpa de los izquierdistas arrepentidos (lean donde dice izquierdistas, gentes de la izquierda).

El segundo modelo, insisto complementario, ha sido el religioso, el modelo de la salvación, de la esperanza en la salvación. Este modelo que se ha extendido como un ansiolítico más que como la pólvora, ha dominado los circuitos profesionales y técnicos, quizás asustados por su ceguera ante la fase de la financiarización y el endeudamiento masivo, o por su irrelevancia a la hora de la proposición de vías de salida propias. Pero se ha ido extendiendo y consolidando entre los que podríamos llamar "progresistas" y en concreto en el relato socialdemócrata.

Este relato tiene sus propias consignas o leyendas, por ejemplo "más Europa" y tiene su base argumental en una banalización de la globalización y sus efectos políticos, junto a una auténtica dejación del impulso político propio. Este relato da por sentado que "solos no podemos" que debemos acudir a Europa planteando otros objetivos para que Europa nos salve. Así que esperamos de Europa que frene la desigualdad -que nosotros aquí mismo hemos contribuido a crear- el desempleo y hasta la ausencia de crédito!

Este relato tiene también sus medias verdades, sus "tranquilizantes" como el de que, en la Unión, "las decisiones serán tomadas de la forma más abierta y próxima a los ciudadanos que sea posible" (Tratado de la Unión Europea) o que (esta vez sí que sí) el presidente será nombrado por el Parlamento Europeo, lo que no es estrictamente cierto.

"Aquí está Rhodas, salta aquí". La cita de Esopo, recogida por Marx en el 18 de Brumario me vino a la mente por una frase de Fernando Fernández, adalid del Club de Debates Urbanos en el citado encuentro. Creo recordar que Fernando llamaba a "empezar desde aquí", a comenzar desde nuestro sitio y con nuestras propias fuerzas y objetivos.

Estos días, en una entrevista en El País, Luciano Canfora, filólogo y ensayista italiano, hablaba de ese parlamento idealizado en el que tantas esperanzas (falsas) tenemos puestas:

"La realidad es que se ha desarrollado y consolidado un fortísimo poder supranacional no electivo de carácter tecnocrático y financiero que tiene en los organismos europeos los instrumentos para gobernar la comunidad, dando a un país más importante que los otros, Alemania, el papel de dictar las reglas"

"El Parlamento Europeo que elegiremos en mayo es un seminario universitario, no tiene ningún poder real, solo aquel de crear una clase de parásitos muy bien pagados, preciosísimos para el sistema, porque sirven para hacer ver que existe un parlamento y que Europa no es completamente antidemocrática. Por eso les pagan tanto. Porque uno compra una persona si le da 100.000 euros al mes"

Seamos serios. No olvidemos qué posibilidades hay de que en Europa se reproduzca -por las condiciones actuales de fuerza y hegemonía- un pacto similar al alemán, de grossen koalition, pactos que siempre han servido para mantener el statu-quo. Son estos pactos los que se impondrán al día siguiente en Europa y, entre otras cosas, los que acordarán (fuera del parlamento) el próximo presidente de la comisión.

Así que, desgraciadamente, porque cargar con la propia responsabilidad es fatigoso, no parece que haya más camino que iniciar el trabajo en cada uno de los propios estados para llevar a Bruselas al menos nuestra ira, que no descontento. Lo cual no es un rechazo a construir "otra Europa" sin un requisito previo

Francisco López Groh es miembro del Club de Debates Urbanos.

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