Maspalomas: el difícil equilibrio del oasis rodeado por una potencia turística
Las dunas de Maspalomas, uno de los iconos de Gran Canaria, por el que pasan cada año millones de turistas, ofrecen refugio en la charca situada en su interior a aves migratorias y se han convertido en uno de los últimos reductos canario de especies como el chorlitejo patinegro.
Entre insectos, peces y aves locales y migratorias, casi un centenar de especies habitan este singular oasis rodeado por los complejos hoteleros de Meloneras, Maspalomas y Playa del Inglés, al que los expertos consideran "un punto caliente de biodiversidad".
Para conseguir que su protección siga siendo compatible con el uso turístico de la zona, la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo incrementará las medidas de restricción de paso por la zona acotada como Reserva Natural Especial y reforzará la difusión entre los visitantes de los valores del enclave.
Unas veces por desconocimiento y otras por incivismo, tanto turistas como residentes se acercan hasta el mismo borde de la pequeña laguna espantando aves, rompiendo rutinas, descansos e, incluso, las tareas de incubación, por lo que el Cabildo ha decidido ampliar durante este año la zona acotada en 2.000 metros.
Esta iniciativa colocará bolardos para delimitar el perímetro protegido, acompañados por señales en alemán, inglés y español para recordar la necesidad de preservar este espacio, que solo representa el 12 % de los cuatro kilómetros cuadrados de la dunas.
La consejera de Medio Ambiente, María del Mar Arévalo (PP), ha explicado a Efe que, en ningún caso, la zona de exclusión será dura ni va a impedir el disfrute del entorno y paisaje, sino que "mejorará la información a los miles de turistas que a diario transitan por este paraje".
"Lo que se pretende es hacer visible la necesidad de compaginar la actividad turística con la conservación del entorno de la Reserva, en la que el legislador ha establecido normas para su cuidado, para que dentro de 50 años se haya mantenido en perfectas condiciones para las nuevas generaciones", subraya.
Medio Ambiente también está preocupado por la negativa dinámica del complejo de dunas. "Está constatado que cada año disminuye de forma leve su altura, por lo que actuaremos en el entorno para minimizar la evolución, vinculada en algunos casos a fenómenos meteorológicos", apunta.
Por su parte, el director de la Reserva, Miguel Ángel Peña, reconoce que existe un "intenso uso público" de este paraje y que la misión es "compaginar" la balanza con un uso ordenando, para que se utilice "sin que se degraden" sus recursos.
El biólogo divide a la fauna de la charca de Maspalomas en aves e insectos y, sobre estos, destaca la existencia de especies endémicas y otras que tienen una gran implantación en Maspalomas, como los esfécidos, una familia de avispas con 25 especies conocidas en Canarias, de las que 23 habitan en esta zona.
Peña también resalta al escarabajo endémico de Gran Canaria (Pimelia granulicollis) y, entre las aves, la presencia de la garza real, garcetas comunes, gallinetas comunes, fochas y, con visitas ocasionales, las águilas pescadoras y los tarros canelos.
En cuanto a las aves, apunta que se puede hablar de las especies que solo crían en la charca, "algunas bastantes escasas y protegidas por legislación internacional, como el chorlitejo patinegro, que se ha perdido en otras islas del archipiélago y algo que no debe repetirse en Maspalomas".
"También hay aves migratorias de diversas especies, que llegan de manera colateral de los flujos que vuelan del norte de Europa a África, que en parte se desvían a Maspalomas, no en la cantidad de Doñana, pero sí en unas cifras relevantes a escala local", agrega.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.