El Gobierno pide a los lisboetas no tirar basura a la calle por la huelga
El Gobierno portugués instó hoy a los vecinos de Lisboa a no sacar la basura a la calle hasta que termine totalmente la huelga del sector para evitar así problemas de insalubridad.
En un comunicado, el director general de Sanidad, Francisco George, insistió en la petición que ya realizó la semana pasada para que la ausencia de servicios de recogida de residuos no tenga consecuencias para la salud.
El Ministerio recomendó a los ciudadanos separar la basura orgánica de productos reciclables como el papel, el plástico y el vidrio.
Aconsejó, asimismo, guardar los restos en bolsas bien cerradas en el propio domicilio o en algún lugar dispuesto para ello en el edificio, junto al resto de vecinos, e incidió en la obligación de "evitar dejarlo en la calle".
En caso de que no sea posible, el Ejecutivo exhortó a los lisboetas a colocar los sacos junto a los contenedores existentes, acumulándolos ahí.
El objetivo de esta medida sería "evitar la dispersión de los restos por la acción del viento, la lluvia o los animales", entre ellos ratones.
El Ayuntamiento de Lisboa informó hoy de que ha colocado 52 contenedores -habitualmente utilizados en obras de construcción- por diferentes puntos de la ciudad para minimizar el impacto de los paros.
La huelga de los trabajadores del servicio municipal de recogida de basuras fue total desde el martes hasta ayer, sábado, aunque los empleados seguirán movilizados y no trabajarán horas extraordinarias hasta el 5 de enero.
El propio alcalde de Lisboa, el socialista António Costa, admitió que la situación no regresará totalmente a la normalidad como mínimo hasta el 8 de enero.
Los trabajadores del servicio de recogida de basuras de la ciudad decidieron ir a la huelga como señal de protesta por la decisión del Ayuntamiento de transferir esa competencia a las llamadas "Juntas de Freguesia", un órgano municipal de segunda escala que se encarga de gestionar diferentes áreas en los barrios.
En opinión de los sindicatos, ese proceso resta protección al personal y puede abrir la puerta a su privatización en el futuro.
Estos paros tienen consecuencias visibles en la capital, especialmente en las zonas más céntricas, donde se puede observar cómo las sacos de basura y otros desperdicios se acumulan desde hace días.
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