El tren Chepe, un respiro para habitantes de las zonas aisladas en el oeste mexicano
Medio de transporte para miles de turistas que recorren la Sierra Madre Occidental, el tren Chepe representa además una forma de vida para numerosos indígenas que residen en las comunidades del norte de México por donde pasa el ferrocarril y que de otro modo estarían aislados del mundo.
Catorce paradas son las que separan la capital de Chihuahua de la localidad Los Mochis, en el noroccidental estado de Sinaloa, muchos pueblos aislados a los que solo puede llegarse por caminos, como Témoris, cuyos habitantes -poco más de 2.000- consideran el Chepe un respiro a una vida entre montañas.
"Si no estuviera el tren, el pueblo estaría muerto. Solo hay caminos de terracería para llegar", contó a Efe Luis, dueño de una tienda de abarrotes ubicada junto a las vías.
Todos los días, cuando pasa este tren que en su ruta atraviesa 37 puentes y 86 túneles, él aprovecha para vender refrescos o papas fritas a los viajeros, a través de las ventanillas, pues solo se detiene unos minutos en esta estación.
Por la mañana hacia el norte, por la tarde hacia al sur y el resto del día sus clientes son los pobladores de esta localidad ubicada en la escarpada Sierra Madre Occidental, una cadena montañosa de 1.500 kilómetros que va desde Arizona (EEUU) hasta el estado mexicano de Jalisco.
Teresa, una niña de diez años, hace lo propio en la estación de San Rafael. Ella vende manzanas corriendo entre las vías, con sus bolsas cargadas, aprovechando los cinco minutos de parada.
José, también de diez años, se ofrece para ayudar a los turistas a bajar o subir las maletas en el pueblo de Cuiteco y la propina que saca la utiliza para comprar comida y ayudar a su familia.
Centenares de personas, la mayoría indígenas tarahumaras, sobreviven de la venta de artesanías a los turistas que bajan del tren y pasan generalmente un día en sus municipios.
Según cuenta a Efe Jorge Tejero, de la Coordinadora estatal de la Tarahumara, muchos de los indígenas que viven entre las montañas caminan durante tres o cuatro horas por caminos y veredas para llegar a los pueblos en los que para el tren y poder vender sus artesanías.
Precisamente los tarahumaras son llamados en su lengua "rarámuris" (pies ligeros) por la capacidad que tienen de recorrer largos y escarpados trayectos descalzos y a gran velocidad.
Aunque no hay cálculos de cuántas personas se benefician con el paso del Chepe gracias a las derramas económicas que dejan los turistas, Tejero considera que es "un porcentaje leve", ya que en total hay 120.000 indígenas que habitan la Sierra en Chihuahua.
Sin embargo, este tren le ha cambiado la vida a muchas personas como Armando Díaz, un antiguo agricultor que hace dos décadas se cansó de la dureza del campo y comenzó un negocio de alquiler de cabañas.
Ahora tiene casi una veintena y sobrevive junto a su familia de rentar las cabañas a los turistas que paran en Posada Barrancas, uno de los sitios más turísticos que se ubica al borde de la imponente Barranca del Cobre, el cañón que presume ser cuatro veces más grande que el del Colorado (EEUU).
"Vamos todos los días a la estación del tren por los turistas que tienen reservación o a buscar a los que no la tienen", explicó Díaz, quien también ofrece un servicio de comida en su casa, así como excursiones por la zona.
Si no existiera el tren probablemente seguiría "con la misma rutina" del cultivo, comentó.
"En esa zona han ido creciendo los servicios hoteleros, restaurantes, la venta de artesanías. A raíz de la privatización se empezó a hacer un esfuerzo muy fuerte en la promoción" de la región, dijo a Efe Rosalva Delgado, gerente general de Turismo del Chepe.
Hoy el "producto Chepe" está "bien posicionado" y ayuda mucho a estas comunidades, aseguró y explicó que el tren también sirve de transporte para estos indígenas, que tienen una credencial especial que les permite pagar solo el 20 % del coste del billete en segunda clase.
"La comunidad indígena requiere de transporte. La línea del ferrocarril pasa por muchas localidades que están alejadas de las zonas carreteras del estado", dijo Tejero.
Los indígenas, añadió, utilizan el tren para trasladarse a las capitales y realizar trámites, o ir al hospital, o a una instancia gubernamental.
Según datos proporcionados por Delgado, unas 100.000 personas al año se benefician de esta "tarifa social" para recorrer algunos de los 653 kilómetros de la ruta del tren.
En total, 240.000 personas utilizaron el pasado año el Chepe ya sea para llegar a algún destino o solo para disfrutar el paisaje de algunos de los tramos que recorre.
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