John Phelan, el hombre que informatizó Wall Street
Considerado como la figura que cambió la forma de operar en Wall Street
John Phelan era un hombre discreto. Sin embargo, se le considera como la figura que cambió la forma de operar en Wall Street, al introducir hace tres décadas los primeros ordenados en el parqué neoyorquino, el centro mundial del capitalismo. Las máquinas empezaron así a sustituir así al humano colgado al teléfono y el suelo quedó limpio de papeles con órdenes ejecutadas.
Phelan, que llegó a presidir durante una década el New York Stock Exchange, falleció el pasado sábado a los 81 años de edad. Su muerte se anunció pocos días después de que la confianza de los inversores se viera otra vez golpeada por un fallo técnico que puso en peligro la existencia de Knight Capital, una de la mayores firmas que ejecutan las órdenes de compra-venta en Wall Street.
John Joseph Phelan nació en Nueva York. Cuando llevaba dos años en la universidad, decidió alistarse a los Marine. Combatió un año en Corea. Al regreso de la contienda empezó a trabajar para su padre, que era miembro del NYSE. Cuando falleció, se puso al frente del negocio. Logró terminar sus estudios en administración de empresas atendiendo a clases nocturnas.
Phelan entró a formar parte del Big Board como vicepresidente, en 1975. Era una trabajo no remunerado. Estuvo al frente del comité que tenía que revisar la labor de los especialistas, los agentes bursátiles que están en el parqué. Cinco años después sería nombrado presidente y director de operaciones. En 1984 se haría cargo de la dirección. Se jubiló en 1991.
Al antiguo ejecutivo del NYSE ya le tocó probar su propia medicina en 1987, cuando se produjo el primer colapso bursátil de la era tecnológica. Como dijo el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan, fue gracias a su cabeza fría y profesionalidad lo que permitió a la plataforma bursátil neoyorquina seguir operando el bautizado como lunes negro del 19 de octubre.
Y esa calma y forma de actuar es lo que se le reconoce en un mundo frenético, en el que se realizan millones de transacciones al segundo. La tecnología, en la visión de Phelan, debía utilizarse para poder atender la explosión del volumen de operaciones en el parqué. Y con ese propósito, invirtió en equipamiento para actualizar y modernizar el modelo de corretaje.
Era también una cuestión de supervivencia para el parqué de referencia de Wall Street, que arriesgaba con quedarse anticuado frente a sus rivales. Y también para crecer sin elevar los costes y permitir a la vez abrir el mercado a inversores más pequeños. Pero sin pretenderlo, la tecnología se convirtió también en un caballo de Troya en una fortaleza no ausente de riesgos.
La máquina sustituyó a los especialistas, los operadores del mercado que supervisan las operaciones de corretaje y que tratan de dar orden a los mercados. Phelan fue uno de ellos antes de subir a lo más alto en el NYSE. La crisis de 1987 y el colapso relámpago (flash crash) de hace dos años puso de relieve la importancia de la mano humana a la hora de contener a la máquinas.
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