La crisis de Irlanda frena la recuperación de la deuda española
El Tesoro logra alcanzar los objetivos de una nueva emisión de bonos a cinco años con 3.386 millones a costa de subir en más de medio punto los tipos
El Tesoro español ha emitido hoy 3.386 millones de euros en bonos a cinco años a un tipo de interés del 3,6%. El recrudecimiento de la crisis de Irlanda, cuyo riesgo país está estos días en máximos históricos, y las renacidas dudas sobre el resto de países del euro señalados por los problemas de déficit como España, ha obligado de nuevo al Estado a subir los tipos de interés de su deuda para superar los temores de los inversores. No obstante, aunque esta carestía pone en evidencia que la confianza en el país se resiente de lo que sucede con el resto de los llamados periféricos, España se mantiene por delante de sus compañeros de viaje en el camino de regreso a la normalidad. Lo único es que la ruta no está exenta de obstáculos.
Pese al repunte del interés, el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, ha afirmado hoy que la deuda pública española está bien valorada por los mercados y no está peor que la del resto de países de la zona del euro. En su opinión, la situación de mayor dificultad que pudo haber, ahora está superada, y ha añadido que se están dando señales "muy claras" de reconducción del déficit y de que se va a recuperar el crecimiento económico. Además, ha afirmado que no está justificada la decisión de Rusia de no comprar deuda española para reducir el riesgo, ya que "está muy bien valorada en los mercados". Pese a ello, el fondo de pensiones Noruego, el segundo del mundo por la cantidad de dinero que mueve, ha afirmado hoy que la deuda española "no es tan atractiva", lo que podría llevar a revisar sus posiciones en títulos del Tesoro, según informa el Financial Times.
E ex ministro de Economía y Hacienda Carlos Solchaga también ha restado importancia al nuevo repunte del coste de emisión de la deuda española y ha asegurado que los Presupuestos para 2011 han aportado la serenidad necesaria para que España no caiga en una situación de "total desconfianza" por parte de los mercados similar a la vivida antes del verano. Aunque ha reconocido que "no ha vuelto totalmente la confianza" de los mercados, ha explicado que este aumento del tipo marginal se explica, sobre todo, por el incremento de la prima de riesgo de Irlanda, que aumenta los temores a un nuevo efecto contagio por los países con más déficit del euro.
Si a principios de septiembre, cuando el rebrote de la crisis ya era una realidad en los mercados secundarios de deuda, a España le bastó con comprometer un 2,9% para colocar sus bonos, hoy se ha visto obligado a elevar de forma considerable los tipos. Al final, ha decidido cortar la emisión en el 3,6%, solo una décima por debajo del máximo de los dos últimos años que marcó a principios de julio.
La demanda se mantiene
Además, en un día en el que los inversores han podido elegir entre la deuda española y la francesa y en el que los inversores tenían muy presente el anuncio de Rusia de que no comprará bonos de Irlanda y España, la demanda se ha mantenido en los mismos niveles que en agosto. La ratio de cobertura (número de títulos vendidos en relación a los solicitados) se ha situado en 1,6. A principios de julio, con la rentabilidad de los títulos con vencimiento en 2016 en el 3,72%, la demanda se sitúo muy cerca, en 1,7 veces.
Tras las convulsiones en los mercados de deuda soberana que causaron los problemas financieros de Grecia y que llegaron a su cénit en el segundo trimestre, España se distanció en verano del resto de países señalados por los inversores por su excesivo déficit, un grupo que completa Portugal. La gasolina que le permitieron el derramaje del Estado del pelotón de cola de la eurozona fueron las pruebas de resistencia a la banca, que dejaron en buena posición al sector español, la reestructuración de las cajas, señaladas como el punto flaco del sistema, y el compromiso que demostró el Gobierno con los objetivos de recorte del déficit al aprobar los impopulares recortes de gasto.
En paralelo al recrudecimiento de la crisis, la prima de riesgo de España, un indicador que permite evaluar la confianza en el país y que se establece a partir del diferencial entre la rentabilidad de los bonos españoles a 10 años frente a los alemanes, ha vuelto a subir hoy con fuerza. A media tarde y con el riesgo país de Irlanda marcando récords de forma consecutiva, la prima española ha superado los 193 puntos básicos, su máximo desde finales de septiembre aunque aún por debajo del récord que marcó en junio sobre los 221 puntos básicos.
El banco central irlandés advierte de que las cuentas del Gobierno no cuadran
Irlanda está al borde del precipicio y ha llegado al punto en el que su deuda avanza a mayor velocidad que lo que tarda el Gobierno en poner en marcha las medidas de ajuste. El último en dejar constancia de ello ha sido el Banco Central de Irlanda, que ha advertido de que las cuentas del Gobierno, que hoy presenta sus presupuestos para el próximo año y, lo que es más importante, los planes de ahorro con los que piensa hacer frente a un déficit que cerrará 2010 en el 32%, no cuadran.
Ante este panorama y con la rentabilidad de sus bonos a 10 años en el 7,6%, lo que supone riesgo país -el diferencial con los tipos que pagan los títulos alemanes-de 515 puntos básicos, cada vez parece más evidente que la República irlandesa deberá recurrir a la ayuda del multimillonario fondo de emergencia de la UE para hacer frente a los vencimientos de su deuda. Por este motivo, su prima de riesgo ha marcado hoy un nuevo récord desde que el país entró en el euro.
Según el banco central, el objetivo de reducir el déficit público en 3.000 millones en los próximos presupuestos generales del Estado, que se presentarán este diciembre, se ha quedado ya obsoleto y éste ronda ahora los 7.000 millones de euros. Para los expertos, el constante aumento de los intereses cobrados a Irlanda por los préstamos deriva en gran parte de la incertidumbre en torno al plan de rescate del Ejecutivo a los principales bancos nacionales, cuya factura final podría acercarse a los 60.000 millones de euros.
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