Pontevedra es la quinta provincia española con más despidos por ERE
Las suspensiones de empleo colectivas declaradas en la provincia destruyeron de manera definitiva 1.675 puestos de trabajo entre enero y noviembre
El 2011 es historia: llega la verdadera ola de frío polar a las estadísticas del paro. El año empieza en Galicia con 271.284 personas apuntadas a las oficinas del antiguo INEM, 13.000 más que en diciembre. Los Expedientes de Regulación de Empleo se han convertido en la puerta de entrada a esta galería de los horrores. Y de nuevo sopla viento del sur. Lo ilustra un dato: en la Provincia de Pontevedra hay que remontarse al año 2001 para encontrar una cifra de despidos colectivos peor que la del año pasado. Los ERE afectaron a más de 11.000 personas y destruyeron definitivamente 1.675 puestos de trabajo en los 11 primeros meses de 2011. Solamente cuatro provincias presentan números más dolorosos: Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza. Y después, Pontevedra, con una crisis que sigue haciendo temblar sus páginas amarillas. Porque en A Coruña, para no ir mucho más lejos, este mismo dato es un 50% mejor.
Es la prueba de que "las políticas surten el efecto contrario al que se pretendía"
El astillero Armón ha aumentado milagrosamente su cartera de pedidos
Por buscar alguna similitud, las cuatro grandes provincias que adelantan en número de ERE a Pontevedra tienen en común su gran potencial industrial, y en especial en el sector del automóvil. Ford está en el municipio valenciano de Almussafes, Opel en Figueruelas (Zaragoza), Nissan y Seat en Barcelona y Citroën en Madrid. Y Citroën, en Vigo, con toda su industria auxiliar echando mano de suspensiones temporales para amortiguar la caída de las ventas. Para los sindicatos, el sangrante incremento de los Expedientes de Regulación de Empleo es una prueba de que las duras políticas de ajuste social no sirven para nada, o mejor dicho "tienen el resultado contrario a lo que se pretendía, destruyen empleo y empobrecen a la ciudadanía", según el último análisis de Comisiones Obreras. Los ERE están por todas partes: los astilleros grandes han puesto en cuarentena a la plantilla (Vulcano, Barreras, Rodman Poliships), y solo se salvan los que mantienen pedidos de la época dorada del naval (Metalships, Freire) y los que milagrosamente han aumentado su cartera de encargos, como Armón. Las empresas auxiliares que no abrieron otros mercados no tardaron en caer. Uno de los casos más sonados estuvo en el de Islas Industries, con una deuda sin cobrar de Barreras de 1,6 millones de euros. El pasado agosto presentó un ERE para echar a 70 trabajadores en una plantilla compuesta por 90.
En automoción, la espita de los expedientes de regulación de empleo en masa que abrieron en 2008 grandes auxiliares (GKN, Dalphimetal, MGI, Treves, Benteler, Faurecia, Antolín, Denso) continúan en muchas de ellas. Algunas como Draka Cables no superaron la primera ola de la crisis y cerraron dejando en la calle a un centenar de personas. También se han ejecutado un gran número de despidos o suspensiones en puntos localizados de la provincia. Lalín, que hasta hace pocos años presumía de ser uno de los municipios gallegos con menos paro, sigue viviendo su particular calvario en la crisis del textil y la construcción. Montoto (liquidada), Industrias González, Prefabricados Deza, Batán o Muebles Lalín han suscrito reducciones de plantilla bruscas.
El fabricante de coches que tira de la economía de Galicia, Citröen, tampoco se ha salvado de aplicar un ERE del que previsiblemente tendrá que echar mano este año. Sus medidas de flexibilidad se agotaron en 2011, cuando tuvo que activar la suspensión temporal durante 40 días, 20 de los cuales se ejecutarán, si el calendario de la producción lo exige, durante este ejercicio. Pero cualquier comparación palidece al sacar las cifras de la antigua caja de ahorros. 415 empleados de los 1.200 que se prejubilaron en Novacaixagalicia estaban en la provincia, que fue la más afectada por el ajuste de personal en la financiera. Por detrás vino A Coruña, con 350 puestos menos. La nueva vuelta de tuerca del Gobierno, que previsiblemente terminará con la entidad absorbida por algún grupo mayor, dejará este año un nuevo ERE que, en los cálculos de la antigua caja, debería afectar a entre 600 y 700 trabajadores.
Las soluciones a esta sangría siguen siendo escasas. "Una provincia industrial es la primera en despuntar cuando las cosas van bien, pero también es la primera en caer", explican desde UGT. Ante la ola de reformas que se avecinan, algunos expertos apuestan por marcar como prioridad el empleo juvenil (22.656 menores de 25 años están apuntados al paro en Galicia) a través de fórmulas como la que esta semana presentó Carsten Moser, presidente de la Cámara de Comercio Alemana en España, en un foro organizado por el grupo Rede de la Universidade de Vigo. "En Alemania el 70% de los jóvenes acceden a la formación profesional y el 30% restante va a la universidad. En España es justo al revés. La formación práctica se realiza con contratos que durante dos años financian las empresas para que los estudiantes desarrollen su profesión". Estos contratos, también llamados minijobs, pagan cuotas reducidas de impuestos. "Tenemos capital social empresarial para llegar a acuerdos que mejoren la formación profesional", asegura el economista Albino Prada. Propone trasladar este modelo incidiendo en la necesidad de profundizar en lo que los manuales llaman la Responsabilidad Social Corporativa, un concepto que en España está en pañales en comparación con otros países.
Hasta que los cambios lleguen, la situación seguirá siendo de enorme dificultad. "La industria gallega se enfrenta al aumento de la competencia en precios y productos ya no solo de países próximos, como Portugal, sino también de los más integrados en la economía globalizada que hasta hace poco no significaban ninguna amenaza", recuerdan los expertos. Y hasta ahora, la única respuesta clara ante este asunto tiene tres letras: ERE.
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