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La crisis deja en el dique el yate de Isabel II

El proyecto de conmemorar el 60º aniversario del ascenso de Isabel II al trono británico regalándole un yate semejante al Britannia, que los laboristas enviaron a la jubilación en 1997, ha quedado tocado, sino hundido, antes de que zarpara. La filtración a la prensa de la iniciativa ha provocado un aluvión de críticas ante la posibilidad de que la coalición de conservadores y liberales-demócratas que está sometiendo a los británicos al programa de ajuste fiscal más duro desde la II Guerra Mundial tenga la osadía de gastarse 72 millones de euros en un barco real.

El portavoz del primer ministro David Cameron se ha apresurado a aclarar que el Gobierno no considera adecuado destinar dinero público a esa iniciativa en estos momentos de crisis, pero ha apoyado la idea siempre y cuando el yate se financie exclusivamente con dinero privado. Pero aunque un puñado de millonarios decidiera apoyar el proyecto, es difícil que este pueda ser aceptado por la opinión pública, que no podría entender que en plena bonanza económica se privara a la reina de ese barco -que tanto placer le había dado en más de 700 viajes oficiales- y ahora, cuando el país está en crisis y la reina Isabel tiene 85 años, les regalen uno nuevo.

Los partidarios del proyecto tienen un precedente al que agarrarse: el yate de la familia real española, el Fortuna, fue un regalo de los empresarios de Mallorca al Rey, con el argumento de que su coste quedaba más que compensado por la propaganda que el yate supone para las Baleares como destino turístico.

La controvertida idea de premiar a Isabel II con un nuevo barco ha partido de Michael Gove, ministro de Educación y, en teoría, uno de los inspiradores del centrismo político de David Cameron. Todo indica que Gove, que está cerrando escuelas por falta de presupuesto, ha caído en una trampa que los medios británicos achacan a su compañero de Gobierno, pero no de partido, Chris Huhne, ministro de Energía y peso pesado de los liberales.

Según el Daily Telegraph, que se apoya en fuentes anónimas de Downing Street, Huhne filtró al The Guardian una carta de Gove de diciembre proponiendo celebrar de forma perenne el jubileo real con el yate. El problema es que Huhne solo recibió esa carta, pero no otras en las que Gove había dejado claro que el barco se tenía que financiar con dinero privado. La filtración buscaba hundir el proyecto. Al menos, tocado sí ha quedado.

Isabel II y su hijo Eduardo, en el <i>Britannia.</i>
Isabel II y su hijo Eduardo, en el Britannia.TIM GRAHAM (GETTY)

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