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Reportaje:Estilos

Tiempos oscuros, sonidos brillantes

Un libro ensalza la ecléctica escena musical de Nueva York surgida en una gran depresión a mediados de los setenta

Xavi Sancho

Todo fan de la música tiene su momento y lugar preferido dentro de la historia del rock. Unos desearían estar en San Francisco en el 69, otros en Londres en el 76. Algunos matarían por pisar Chicago en el 85, o incluso Río de Janeiro en el 64. Will Hermes, periodista neoyorquino cuyo trabajo puede leerse en The New York Times, Rolling Stone o Village Voice, siempre había pensado que su momento musical ansiado era finales de los sesenta, cuando era todavía un niño. "Siempre había pensado que me hubiera encantado ver a los Beatles en el Shea Stadium", recuerda el autor, quien desde hace unos meses tiene otra opinión. No cambia por nada disfrutar de Talking Heads o New York Dolls en Manhattan a mediados de los setenta. Algo que sí llegó a hacer.

Su recién publicado libro, Love goes to buildings on fire, es una mezcla de autobiografía, historia oral y obra de referencia que trata con la ecléctica escena musical neoyorquina entre el año nuevo de 1973 y la noche de fin de año de 1977. Como muchas veces sucede, Hermes ha descubierto que su propia era, la del loft jazz, el CBGB, Grandmaster Flash o Fania All-Stars, posee suficientes impulsos como para evitarle la molestia de tener que sentir nostalgia por cualquier pasado ajeno. "Es una época de la historia del rock que no está demasiado documentada. Se ha hablado mucho del punk de aquellos años, o incluso de la música disco, pero no se ha ahondado lo suficiente en la escena del jazz, o en la enorme relevancia que tuvieron los artistas latinos de salsa que por entonces operaban en la ciudad. Para muchos neoyorquinos, Arsenio Rodríguez era mucho más relevante que Jimi Hendrix", apunta Hermes.

La idea para la confección del libro le llegó durante una entrevista con Patti Smith al respecto de sus conciertos celebrando el 30º aniversario del álbum Horses. Ahí, el escritor cayó en la cuenta de que los elementos que definen ese particular periodo de la historia musical de Nueva York pueden leerse como una gran novela y, además, sirven para explicarnos muchas de las cosas que están actualmente sucediendo en el mundo de la música popular. "Hay algo en el eclecticismo del momento, en cómo los artistas estrujaban los géneros y los cruzaban sin ningún tipo de pudor que se conecta perfectamente con lo que hoy hacen bandas como Animal Collective o TuneYards. Por otra parte, esos años fueron económicamente los peores que ha vivido la ciudad en los últimos 50 años. Nueva York era un desastre. Ahora, guardando las distancias, vivimos una coyuntura económica similar. Creo que la música que se hace hoy en Nueva York es mejor que la que se hizo aquí en los noventa e, incluso, en relevancia global -tal vez no en calidad- superior a la creada en la ciudad a finales de los sesenta. A Nueva York siempre se le ha dado mejor el cinismo y el underground que la paz y el amor", comenta. Hermes es un ferviente defensor de las bandas surgidas en Brooklyn en los últimos años y cree que el barrio es prácticamente el último bastión de la idea de ciudad como escena musical, algo que, según su opinión, tiene los días contados gracias a la fragmentación geográfica propiciada por Internet, que favorece la creación de escenas similares de forma simultánea en cualquier rincón del planeta. Las bandas ya no quedan en el bar, sino en el chat. "Tal vez no sea aún tan obvio en el rock, pero en el hip-hop y la electrónica es cada vez más claro. Cada vez nos va a costar más identificar ciertas músicas con ciertos periodos y ciertas ciudades".

El grupo New York Dolls a mediados de los setenta.
El grupo New York Dolls a mediados de los setenta.GETTY

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.
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