Carlos Gómez-Centurión, aventurero investigador de la Historia Moderna
El 27 de diciembre, la noticia de la inesperada desaparición, a los 53 años, de Carlos Gómez-Centurión conmocionó hace unos días el pequeño mundo de los profesionales de la Historia Moderna en España. Profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Gómez-Centurión era uno de nuestros mejores historiadores en activo y uno de los mejores compañeros que uno puede desear. Intelectual de muy variados intereses, su amplia producción escrita es suficientemente elocuente, ya desde su magnífico trabajo primerizo sobre La sátira política en el reinado de Carlos II (1983). Fruto de su tesis doctoral (dirigida por José Alcalá-Zamora y por la que obtuvo el Premio Virgen del Carmen de monografías de tema marítimo) fueron una serie de obras de referencia, especialmente Felipe II, la empresa de Inglaterra y el comercio septentrional (1988) y la copiosa serie de sus secuelas. Más tarde se preocupó por la descuidada temática de la organización de las casas reales, cuyo fruto más granado (después de un trabajo esencial sobre el ceremonial real en la España de los Austrias) fue el libro (publicado junto con Juan Antonio Sánchez Belén, su amigo y compañero de muchas empresas historiográficas) La herencia de Borgoña. Las Reales Casas durante el reinado de Felipe V (1998). Últimamente, había abierto otra novedosa línea de investigación sobre la presencia de animales en la corte española, que había concluido con otra de sus obras mayores, Alhajas para soberanos. Los animales reales en el siglo XVIII: de las leoneras a las mascotas de cámara (acabada de editar primorosamente hace unos días por la Junta de Castilla y León), que también ha tenido sugestivas derivaciones, como los trabajos sobre los camellos reales de Aranjuez, los animales de América y Filipinas en la ménagerie real, los pájaros de cámara, los elefantes indios de Carlos III (una historia más apasionante que el propio libro de José Saramago que trata el tema) o los combates de toros contra leones, osos y camellos en la España del Antiguo Régimen, publicadas muchas de ellas en prestigiosas revistas extranjeras, la última en la Revista de Estudios Taurinos.
Profundizó en el estudio de la organización de las casas reales
Esta ingente obra, fruto de muchas jornadas de archivos y de bibliotecas, no significa más que una parte de su labor profesional. Además de sus numerosos años de docencia (por la que sus alumnos nunca lo olvidarán), escribió otros numerosos artículos de referencia (cuya mera enumeración superaría estas cortas líneas) y se entregó a muchas otras aventuras intelectuales: la contribución a celebradas obras de síntesis (basten los tres capítulos escritos para La vida cotidiana en la España de Velázquez), la colaboración en diversos catálogos de exposiciones, la organización de seminarios, la participación en congresos, la impartición de cursos y conferencias fuera de su propia Universidad y, ¿por qué no decirlo?, el goce del cine, la música o la literatura.
Sin embargo, Carlos Gómez-Centurión nos deja mucho más que su profusa y sobresaliente producción en el campo de la Historia Moderna. Siempre recordaremos su pasión por su trabajo, que se explayaba mientras paseaba o mientras compartía un café, sus exposiciones orales, en las que el rigor del análisis convivía armoniosamente con una efusividad comunicativa que llegaba a emocionar, su delicada sensibilidad a la hora de abordar cualquier temática que, tocada por su pluma o su palabra, nunca podía ser árida. Y, desde luego, todos perdemos un buen amigo, inteligente, risueño, afectuoso y leal hasta el último límite. De ahí que, pese a todo su riquísimo legado científico y humano, no sé si su perdurable memoria bastará a consolarnos de su pérdida.
Carlos Martínez Shaw es catedrático de Historia Moderna de la UNED y miembro de la Real Academia de la Historia.
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