El euro, salvado por el BCE
El nuevo Gobierno español es muy afortunado: su inauguración se ha producido en la misma semana en que el Banco Central Europeo, mediante una de sus operaciones inspiradas y audaces, ha salvado al euro y a la eurozona; por lo menos durante unos meses y, muy probablemente, de manera definitiva. Pero también es muy desafortunado: todo apunta a que la legislatura que comienza tendrá un desarrollo muy parecido a la anterior: abrirá con una recesión y se cerrará con otra. En el medio, habrá un periodo de crecimiento que, si tiene suficiente vigor, reducirá la tasa de desempleo en cuatro o cinco puntos aunque, previsiblemente, desde un nivel más elevado que el actual.
Entretanto, la zona euro seguirá luchando por la supervivencia, apoyada, ahora parece que sí, por una acción más decidida del BCE que, con su préstamo de casi medio billón de euros a plazo de tres años a los bancos, ha salvado a estos de los problemas de estrangulamiento del crédito (del que ellos reciben, no del que dan) que los llevaban a un callejón sin salida ya en el primer trimestre de 2012. Y, con los bancos, ha salvado a la economía mundial de una depresión.
La operación ha puesto de relieve la magnitud de los problemas: cada uno de los 523 bancos que acudieron al BCE habrá recibido en promedio un crédito de casi 1.000 millones de euros. Aunque la cifra también puede resultar engañosa pues engloba las otras operaciones de crédito a plazos más cortos que ya estaban vivas, con lo que el importe neto se estima que está alrededor de los 200.000 millones de euros. ¡Mejor! Para un balance como el del BCE que tendrá que seguir creciendo en el futuro, es conveniente que tampoco se vea obligado a consumir su capacidad de maniobra demasiado rápido.
Algo parece haber cambiado en la actitud del BCE que ahora aparenta mayor disposición para hacer todo lo que esté en su mano con vistas a estabilizar la situación. Uno de sus miembros (el italiano Lorenzo Bini Smaghi, bien que cesante en muy pocos días, lo que le quita algo de fuerza a la afirmación) hasta se ha atrevido a decir que el BCE debe plantearse realizar una política monetaria cuantitativa. Es decir, las compras de deuda pública directamente a los Gobiernos.
Todo esto ha provocado una rápida (y esperemos que duradera) recuperación de algo de la confianza perdida, con independencia de que los bancos utilicen o no una porción de esos fondos para comprar deuda pública de España e Italia, que seguramente, lo harán.
El euro se ha salvado pero las dificultades económicas y de todo tipo continúan: con la operación última de préstamos a tres años, lo único que ha quedado descartado es la catástrofe. Lo que no es poco, pero lo demás sigue todo por resolver.
No hay que olvidar que si el Banco Central Europeo ha podido actuar de esta manera ha sido gracias a los acuerdos de convergencia fiscal del último Consejo Europeo, en los que expresamente se ha apoyado. Al mostrar el BCE con sus actos que se cree esos acuerdos, los mercados han empezado a creérselos también un poco. Un doble éxito, aunque sea por pasiva, del rigor fiscal. No todo van a ser penas.
Juan Ignacio Crespo es analista económico.
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